La Guerra Fría trajo consigo muchos escenarios trágicos, después de la Segunda Guerra Mundial la batalla entre el comunismo y la democracia llegó hasta Corea, que en ese entonces estaba dividida por el Paralelo 38: la parte norte fue tomada por la URSS y el sur por Estados Unidos. Después de que se estableciera el comunismo en China, Stalin quiso acaparar más terreno en Asia, por lo que con ayuda de otras tropas comunistas el norte invadió el sur un 25 de junio de 1950. Este fue el inicio de una guerra que duraría tres años y el resultado sería miles de pérdidas humanas. Debido a que luego de mucho tiempo no se vislumbraba un final, ambas partes decidieron negociar hasta que se acordó el armisticio de Panmunjong, en el que se establecía un perímetro desmilitarizado en torno al Paralelo 38 y todo siguió igual que antes de la guerra.
Corea del Sur, bajo el ala de Estados Unidos, se convirtió en un país moderno y desarrollado mientras que su hermana del Norte adoptó una dictadura comunista hereditaria de corte Stalinista liderada por Kim Il-sung, y todavía se mantiene hoy a pesar de que la URSS dejó de existir y los pocos vestigios que quedan del comunismo en el mundo se desvanecen.
Zona desmilitarizada entre ambas Coreas
Considerado el país más hermético del mundo, poco se sabe del estilo de vida de los norcoreanos, la poca información que se tienen hoy de cómo es el verdadero día a día en esta nación se ha obtenido mediante a los que ellos llaman “desertores”; aquellos que a pesar de las amenazas y el control militar han logrado de manera riesgosa atravesar las fronteras y descubrir un mundo más allá.
Abandonar Corea del Norte no es una tarea sencilla, muchos optan por cruzar la frontera con China, ya que la zona desmilitarizada que limita con Corea del Sur, que es el camino más sencillo, está lleno de bosques minados. Pero la travesía por China tampoco es menos arriesgada, si llegan a ser descubiertos son repatriados y el futuro que les espera a su regreso es ruin. Kwon Young-hee, un desertor norcoreano, narró en un testimonio que dio ante la ONU de cómo su hermano fue detenido en China y para devolverlo a su país lo ataron a un camión, lo obligaron a levantarse y a seguir caminando a pesar de que estaba ensangrentado y con múltiples heridas. Otro testigo relató cómo vio a unos soldados abusar de una mujer embarazada hasta provocarle un aborto, ya que afirmaban que llevaba un niño chino en su vientre.
Aunque hay quienes logran salir con éxito y consiguen construir una vida nueva, no todo es tan brillante para los familiares que se quedan. Jang Yeong-jin, hoy refugiado en Seúl, declaró que cuando huía por la zona desmilitarizada captó la atención de medios surcoreanos, quienes mencionaron su verdadero nombre en las noticias, por lo que las autoridades llevaron a sus familiares a campos de trabajo y supo que siete de ellos habían muerto. O como se muestra en el siguiente video el desgarrador testimonio de una joven que creció en Corea del Norte:
https://www.youtube.com/watch?v=Xv7XC4uWrrU
Sammy Hyuna, el presidente de North Koreans in America, comentó al diario El Tiempo de Bogotá que la religión no existe, en cambio Kim Il-sung es idolatrado como un Dios, al igual que su hijo Kim Jong-il; además, explicó que el gobierno lo controla todo, desde la forma de vestir hasta cómo deben pensar, y quienes se salen del molde son llevados a campos de concentración . “A los que desobedecen los envían a los campos de concentración, de los que hay tres categorías: el primero es de larga estadía y hay trabajos forzados; el segundo es para reeducar a los que necesitan volver a la disciplina del régimen; y el tercero es de detención, de mediano o corto plazo”.
Kang Cheol-hwan documenta en su libro Los acuarios de Pyongyang sus vivencias dentro de uno de los campos de concentración en el que estuvo durante 10 años. Narró en una entrevista cómo fue que terminó en es lugar, explicó que sus abuelos tenían fuertes convicciones comunistas y apoyaron desde el principio las acciones de Kim Il-sung, pero cuando murió y su hijo tomó el cargo como sucesor, la familia manifestó su negativa a la creación de una dinastía, que para ellos iba en contra de sus ideales, por esto fueron despojados de sus bienes y recluidos junto con toda su familia. Al llegar, Kang se sintió impresionado por el aspecto de los presos: “se veían peor que los mendigos, eran todo piel y huesos”. Su trabajo consistía en llevar cargas de madera de los bosques al campamento, cuenta que de no cumplir los guardias mandaban a las personas del mismo grupo a castigarlos de manera violenta, o también eran encerrados en celdas de metro y medio durante meses. La familia fue liberada y cinco años después lograron huir, ahora Kang Chol-hwan se ha convertido en un activista de los Derechos Humanos de su país.
Otra obra literaria que expone la situación que se vive es I Am Still Alive de Han Eun-Mi, quien huyó porque estaba por morir de hambre; cuenta que fue vendida a la mafia china y luego abandonada junto con su hijo pequeño. Según Kim Soo-am, del Instituto Coreano Unificado, las personas que viven en la capital tiene más acceso a los servicios sociales y los niveles de clases afectan a la hora de obtener comida.
Recientemente se le permitió al fotógrafo británico Ed Jones recorrer el país con su cámara, y en sus imágenes nos muestra que el paraíso socialista que quieren vender al mundo sólo se limita a la capital, en las otras ciudades apenas y se ven autos, pero abundan las carreteras de tierra y los rostros llenos de tristeza y desesperación.
Fotografía de Ed Jones
Hace poco la ONU emitió un informe sobre la situación de Corea del Norte, que relata a detalle casos concretos de lo que han experimentado los desertores. Una de las situaciones que se exponen es la del control de información: no se pueden ver películas que no sean norcoreanas, y quienes incumplen la reglas son ejecutados o enviados a campos de trabajo. Se dice que los soldados revisan las computadoras y los aparatos electrónicos en busca de contenido extranjero, incluso las noticias de los periódicos deben ser aprobadas por el régimen. Se ha llegado a tal extremo que en 2009 un testigo que tenía un itinerario de vuelo desde Corea del Norte fue detenido y asesinado por hablar con una compañía de teléfono surcoreana y lo acusaron de espionaje.
Aunque muchos desertores que abandonan su país han logrado construir su vida en otro sitio, los recuerdos serán parte de ellos durante toda su vida, sienten una obligación por ayudar a quienes aún viven en Corea del Norte, a difundir la realidad que se vive, a dar gritos desesperados por ayuda y a pedir a la comunidad internacional que tomen cartas en el asunto para detener las repatriaciones, pues rezan por un día por fin ver libre a su país.
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Existen historias que parecen sacadas de la ficción, como la de la mujer que adoptaba niños sólo para asesinarlos a sangre fría.