Durante el primer siglo del Virreinato, el edificio que actualmente resguarda al Museo Franz Mayer sirvió como el Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados. El recinto se enfocó en la atención de la salud física y espiritual principalmente de negros libres o esclavos mulatos y mestizos de ambos sexos. En el Virreinato de la Nueva España se vivieron varias epidemias y enfermedades que afectaban sobre todo a los grupos más vulnerables de la población; en vista de este panorama y por iniciativa de Pedro López, primer doctor en medicina por la Universidad Real y Pontificia de México, en 1582 se abrió el hospital de La Epifanía, dedicado a los Reyes Magos, símbolos de la diversidad de razas a las que se buscó atender. Fue así como se inauguró la historia de un edificio que, por más de 400 años, estuvo dedicado al cuidado de la salud.
Detalle del Exvoto a la Virgen de los Dolores y San Sebastián, Colección Museo Franz Mayer
Para 1590 se vio la necesidad de ampliar las instalaciones del hospital y de hacer mejoras, fue entonces cuando se construyó una iglesia “labrada y cercada”; el templo fungiría como sede de la cofradía de Nuestra Señora del Tránsito y la Asunción. .
En esta institución también se recibieron niños expuestos o expósitos. A fin de ayudarlos, Pedro López instaló un torno para que anónimamente se depositaran los niños “desamparados de su madres y de padres desconocidos”. Los pequeños eran criados por “amas” en un espacio especialmente dedicado a ello, ubicado al interior del hospital; algunos de ellos fueron reubicados en otros hogares bajo el cuidado de personas “de mucha piedad”. Para 1601, el hospital atendía alrededor de 200 niños y 30 o 40 enfermos.
El nosocomio fundado por el Dr. López, bajo ideales humanitarios y movido por la fe católica, buscaba el bien morir para sus pacientes; significando no sólo el cuidado de la salud, sino que también la inclusión de la religión y la administración de sacramentos.
Detalle del Exvoto a la Virgen de los Dolores y San Sebastián, Colección Museo Franz Mayer
La situación financiera del hospital siempre fue problemática. Inicialmente fue auspiciado por el propio Pedro López, quien solía pagar algunas cuentas con el dinero que salía de su propio bolsillo. A esta situación se aunó el hecho de que uno de los únicos ingresos del hospital eran las limosnas, las obras de caridad y, posteriormente, la ayuda de los miembros de la cofradía; este dinero servía para pagar sueldos, conseguir terreno, comprar medicinas, procurar entierros y llevar a cabo las distintas procesiones dentro de las que destacó la realizada por los niños del hospicio y sus amas a la catedral en la festividad de la Epifanía.
Peste de Matlazáhuatl. Grabado que forma parte del libro Escudo de armas de México: celestial protección de esta nobilísima ciudad de la Nueva España.
En 1597, al fallecer el Dr. López, el hospital, que se encontraba en condiciones económicas deplorables, pasó a manos de su hijo José o Jusepe López. Éste, al verse inmerso en estos problemas, no tuvo más remedio que ceder los derechos sobre el instituto al rey, momento en el que inició la nueva etapa del hospital, encabezada por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.
Pintura en la que se muestran distintas castas que, según se consideró, componían la sociedad de la Nueva España.
Bibliografía:
Solange, Alberro “Nuestra Señora de los Desamparados Casa Matriz de la Provincia del Espíritu Santo”, en Apuntes para la historia de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en la Nueva España-México, 1604-2004, El Colegio de México, México, D.F., 2005, pp. 77-82.
Amerlinck de Corsi, María Concepción, El Hospital de los desamparados y el testamento de Pedro López, en Boletín de Monumentos Históricos, México, D.F.: CONACULTA; Instituto Nacional de Antropología e Historia, tercera época, núm. 3, enero-abril 2005, pp. 17-43.