Hace 4,500 millones de años no existía la vida en la Tierra, el planeta estaba formado por un nube de gases de efecto invernadero, mares calientes y salados que no podían albergar vida alguna. Mil millones de años después sucedieron procesos sorprendentes —que algunos estudiosos en el tema lo explican en la Teoría de panspermia, entre otras— que dieron como resultado la primera forma de vida.
El lecho marino fue el afortunado en hospedar a tan formidable creación: “Los estromatolitos”. Conocidos también como ‘‘camas de piedra’’ —aparecieron hace 3,500 millones de años— formados a partir de microorganismos encargados de producir oxígeno mediante fotosíntesis. Actualmente en México existen sitios preservados donde aún se forman estromatolitos: Cuatro Ciénegas (Coahuila), Laguna de Bacalar y la Laguna de Chichankanab (Quintana Roo).
Las primeras células vegetales surgieron hace 2,000 millones de años y engrosaron sus membranas para acumular mayor cantidad de reservas alimenticias; gracias a este proceso surgieron las primeras microalgas o algas verdes en el océano que darían paso a ser los antecesores de las plantas terrestres; las cuales se manifestaron poco después de que las condiciones cambiantes del medio lo permitieron.
Para que se diese la transición de las plantas de un hábitat acuoso a uno terrestre, tuvieron que pasar por un proceso de adaptación morfológica, reproductiva y bioquímica, los que permitieron que fueran capaces de adaptarse al nuevo medio.
Fue en el Período Silúrico —durante la Era Paleozoica— en el que apareció la primera planta terrestre de nombre “Cooksonia”, género de plantas ya extintas que sólo sobrevivía cerca del agua, ya que la humedad era esencial para su reproducción. Se descubrió a través de registro fósil —por el paleobotánico William Henry Lang en el año de 1937— que presentaba una morfología muy básica carente de hojas y estructuras análogas.
Los helechos en conjunto con los musgos, conocidos aún en nuestros días, gracias a su increíble adaptación, son fósiles vivientes de los primeros signos de vida en la Tierra; un modelo fiel de la vegetación más primitiva que existía en ese entonces, como lo es el Helecho Escoba (“Psilotum nudum”); este carece de raíces y hojas por lo que su tallo capta la luz del sol para realizar la fotosíntesis; sin embargo, esta no es muy eficaz y sus esporas tienen la función de germinar nuevas plantas.
Las primeras plantas terrestres tenían desventajas muy marcadas que fueron superadas con el paso del tiempo mediante técnicas ingeniosas de supervivencia y dieron paso a la aparición de seres vegetales más complejos.
El “Archaeopteris” fue uno de los primeros árboles en el mundo —nació hace 370 millones de años—, de tronco fuerte, ramas largas y sus hojas en forma de helechos podía alcanzar una altura de ocho metros, además poseía cierto parecido a las coníferas modernas. Este árbol primitivo formó los primeros bosques al convertirse en la especie dominante de la vegetación en la Tierra; a medida que crecía una nueva y gran civilización vegetal el ecosistema terrestre generaba más vida.
Un aspecto importante en la evolución de las plantas fue la aparición de las semillas y el género “Ginkgo”, de las primeras gimnospermas que dominaron en el periodo Jurásico; dependía del viento para dispersar el polen a otro árbol de su misma especie y que el proceso de polinización surgiera con éxito, para dar como resultado la aparición de los frutos que albergan las semillas. En la actualidad el “Ginkgo” cuenta con una sola especie como representante: el “Ginkgo biloba”; otro de los llamados fósiles vivientes que está catalogado por la UICN como en peligro de extinción, pues los demás desaparecieron hace 75 millones de años.
Conforme estas especies dejaban de existir, se desarrolló una forma de reproducción más efectiva, la aparición de ‘‘las primeras plantas con flor’’ pertenecientes al género “Archaefructus” —su registro fósil data de hace 125 millones de años— con ausencia de pétalos y sépalos; a pesar de ser acuática, era capaz de florecer y eso no impedía que insectos y el viento pudieran transportar su polen.
La aparición de flores propició que las plantas fueran más autóctonas y esparcieran sus semillas a una distancia considerable, basándose en sus propios mecanismos de supervivencia; ellas adoptaron estrategias que involucraron colores llamativos, producción de aromas e incluso de néctar con la finalidad de ofrecer recompensas para ser polinizadas, así es como crearon lazos muy estrechos y directos con los insectos.
Estas tácticas de supervivencia han permitido a las plantas esparcirse por todas las partes del mundo; crearon un imperio del cual dependemos para sobrevivir, pues son las principales generadoras de oxígeno, y las hemos adoptado para cubrir muchas de nuestras necesidades básicas, que poco a poco hemos ido destruyendo. Por ello es importante su cuidado, ya que sin plantas terrestres no habría animales, incluyendo nuestra especie; lo que significa que las plantas evolucionaron antes que los animales y nosotros.
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Hasta hace menos de 500 millones de años se pensaba que la Tierra era plana pero luego de investigaciones y estudios científicos se definió que era redonda; sin embargo, en la actualidad existe una sociedad que aún posee la creencia de que vivimos en un mundo plano… Además, se dice que sólo necesitas de un videojuego para comprender los comportamientos infinitos.