En Occidente resulta totalmente normal voltear a ver las costumbres, tradiciones y tendencias de Oriente e inspirarnos en su cultura hasta el grado que ciertos grupos de personas han adoptado por completo su estética. También basta dar un simple vistazo a la popularidad de los tatuajes de palabras o frases escritas con los caracteres chinos o japoneses que no siempre se traducen como se esperaría para comprender cuánto han permeado tales culturas en las nuestras.
Un fenómeno similar ocurre a la inversa, en particular entre un grupo de japoneses que han adoptado a la perfección la estética y la identidad de los chicanos de Los Angeles. Un vistazo rápido a algunas de estas fotos de Jacob Hodgkinson podrían hacer creer a cualquier espectador que se trata de una escena capturada en las calles estadounidenses. No obstante, han sido tomadas en los barrios de ciudades como Tokio u Osaka.
Es la atención al detalle que caracteriza a la cultura japonesa lo que complementa a la perfección estas escenas de Hodgkinson. Desde los carros alterados —llamados lowriders—, las cadenas y rosarios en sus cuellos, la ropa holgada y de gran tamaño junto a los paliacates alrededor de la cabeza, propios de la estética chola, y los tatuajes que cubren espaldas, torsos y brazos completos en los que la imaginería chicana de Estados Unidos es reemplazada por la de Japón, pero manteniendo estilos similares como la tipografía o el uso de la tinta negra.
Sin embargo, la elección de ropa o de automóviles no es lo único chicano; aquello que los hace una tribu urbana como tal es que han adoptado un estilo de vida que está íntimamente asociado al ideal chicano de pandillero, pero sin la violencia o el crimen que caracteriza a los chicanos estadounidenses. Hombres y mujeres japoneses bailan al ritmo de artistas independientes chicanos que producen hip-hop y que han encontrado un gran mercado en Japón. Jaime Diaz, presidente de Urban Kings Music Group afirmó:
«Japón ha sido más un camino para las ganancias. Distribuimos a las tiendas de allá y nos ha ayudado bastante. Japón es el primer lugar en comprar productos de artistas independientes».
Las disqueras estadounidenses no son las únicas en comprender que en Japón se ha abierto un nicho de mercado importante. En dicho país han surgido artistas locales que producen música que combina todas estas influencias, siendo muchísimo más evidente a la hora de lanzar canciones en las que cantan en español, inglés y japonés por igual.
Sin embargo, a pesar de todas las similitudes entre los chicanos y esta tribu —en especial cuando los japoneses imitan las formas de caminar y las señas a la hora de posar— en Japón el movimiento chicano no retoma el estilo de vida propiamente gángster o pandillero —pues cuentan con su propia yakuza—. En lugar del crimen y la violencia, se enfoca en recuperar los ideales de lealtad, de familia y orgullo por su lugar de origen. Shin Miyata, dueño de Barrio Gold Records, una disquera de Japón lo explica en el corto documental Chicano, realizado por Louis Ellison y Jacob Hodgkinson:
«Sentimos simpatía hacia ellos [los chicanos] y nos relacionamos con la forma en la que expresan sus opiniones, aman a su pandilla, familia y trabajan duro en las cosas que aman. En mi opinión esto es lo que une las culturas chicana y japonesa».
La labor de tal documental, así como de las fotos que lo acompañan fue explicar los lazos entre unos y otros después de que Louis Ellison descubriera la existencia de tal subcultura y coincidiera con su deseo de tomar unas vacaciones en Japón, reporta Natalie Delgadillo para CityLab. Puedes verlo enseguida:
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Encuentra más del trabajo fotográfico de Jacob Hodgkinson en su sitio.
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