Los mexicanos tenemos uno de los lenguajes más “felices del mundo”, asegura un estudio publicado por el Instituto Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) de Estados Unidos. Nuestro lenguaje es singular por palabras que ningún otro idioma puede traducir, groserías, “folclóricas” que aparecen en el albur y en los chistes. Estos últimos son los máximos representantes de la expresión oral que caracterizan al mexicano durante las festividades y que son el alma de las fiestas. Es innegable que “sin chistes ni relajo”, no hay fiesta. Pero qué refleja el lenguaje sobre nuestra sociedad y especialmente a través de los chistes que hacemos. Hagamos un pequeño análisis desde los estudios de Freud.
En 1905, Freud realizó una indagación sobre el chiste y su relación con el inconsciente en la que engloba estas ocurrencias en tipologías para hacer un análisis de cómo el chiste forma parte de un proceso cognoscitivo en el humano. El psicoanalista realiza algunas anotaciones interesantes como el ahorro psicológico cuando se formula un chiste, con esto, Freud se refiere al placer que produce hacer un chiste, es decir: la risa que provoca. Pero también hay otro aspecto de este ahorro psicológico: la represión liberada a través del chiste.
Si a través del chiste se libera una represión que contiene el inconsciente, ¿qué represión libera el mexicano al formular un albur que forman parte de la mayor expresión en su vocabulario? El tono del albur mexicano es, por lo general, sexual, entonces, la mayor represión colectiva de la cultura mexicana es, como ya lo hemos sospechado antes, la limitación social de no poder hablar de la sexualidad de manera abierta y honesta.
El lenguaje refleja la cultura mexicana y viceversa. Pero también es un reflejo de su inconsciente y particularmente, un inconsciente colectivo.
Hay otras anotaciones interesantes que hace Freud sobre los chistes, como el hecho de que es una expresión de lo que le molesta a la sociedad. El chiste permite la liberación de sentimientos o la catarsis ante situaciones negativas que perturban la vida y que generan molestia o angustia en las personas. Así, el chiste es un termómetro que mide la agresividad, la angustia, el dolor y el descontento. Es decir, y visto desde otro punto: la cantidad y la repetición de ciertos chistes mexicanos que nos producen risa una y otra vez, es proporcional a las molestias que produce una situación o un hecho, lo que se convierte en una denuncia colectiva.