Ellos estaban dispuestos a todo con tal de obtener la gloria de su pueblo y vencer en batalla, pues finalmente para eso estaban entrenados. Sabían que sus dioses, mujeres, compañeros de tropa o generales los reconocerían como héroes al final de la guerra si ganaban o si morían peleando con bravura y disposición. En el campo de batalla miraban a su rival con una sola idea en mente: matar, vencer y regresar a su pueblo para celebrar con su familia y amigos la conquista de otro territorio, la caída del imperio rival o regocijarse ante los esclavos tomados.
Ningún hombre que formara parte de alguno de los gloriosos ejércitos de la Antigüedad se caracterizaba por ser débil ni física ni mentalmente. Todo lo contrario: eran hombres que peleaban por convicción propia o por obligación, pero jamás pensando en renunciar al servicio de su país. La guerra siempre fue el pretexto ideal para expandir un territorio, obtener recursos de sobrevivencia u obligar a un pueblo a pagar tributos. En resumen, tal y como ocurre en la actualidad, para imponerse mediante el poder y el miedo a un grupo humano más débil. Y sólo los más aptos podían formar parte de tan importante empresa.
La sangre de los caídos y la felicidad de los vencedores ha sido la tinta y la semilla con la que han florecido los relatos de la historia desde que el hombre se dio cuenta de que, mediante la violencia, podía acceder a la resolución de sus necesidades. Valientes hombres que se han enfundado una armadura y han tomado una espada son los protagonistas de las siguientes líneas en las que podrás conocer las características y las historias de los hombres que pertenecieron a los más temidos y gloriosos ejércitos de épocas remotas…
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Espartanos
Antigua Grecia
Esparta fue una de las ciudades griegas más importantes de la Antigüedad junto con Atenas y Tebas. Los miembros de su ejército son conocidos como los guerreros más disciplinados y valientes que ha dado la historia, ejemplo de perfecta organización en objetivos comunes por encima del egocentrismo. Todo hombre, o los que estuvieran capacitados para ello, tenía la obligación desde su infancia de aprender el uso de las armas, ya que Esparta era, sobre todo, una ciudad que basaba su hegemonía en el poder bélico. Los espartanos eran los soldados más temidos y respetados en su tiempo; enfrentarlos era tarea durísima debido a su amplia fuerza y agilidad en el uso de distintas armas que lograban mediante un riguroso entrenamiento.
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Mirmidones
Antigua Grecia
La mitología griega dice que los mirmidones (“los hombres que descienden de las hormigas”) lucharon al lado de Aquiles en la Guerra de Troya, lo cual les ha dado un carácter mayoritariamente de ficción. Se caracterizaban por ser soldados valientes que no le temían a rival alguno y tenían una fe ciega en sus líderes. En la Guerra de Troya pelearon bajo las órdenes de Patroclo, Aquiles y por último de Agamenón; a cada uno de ellos los siguieron y respetaron hasta el final de la batalla.
Estrabón, famoso historiador griego, menciona que los mirmidones eran comparados con las hormigas debido a que la isla en la que habitaban había muchas piedras. Esto los obligaba a despejar los caminos haciendo largas cadenas humanas que les daba la apariencia de trabajar como hormigas.
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Berserker
Vikingos
Estos guerreros vikingos eran algo más que fuerza y valentía. Se dice que los temibles berserker peleaban bajo los influjos de drogas que les conferían una extrema fuerza en el campo de batalla. Antes de que los barcos tocaran tierra, ellos eran los primeros en descender prestos para usar sus armas en contra del enemigo. Gritaban, se golpeaban el pecho, imitaban los gemidos de los animales salvajes y, a veces, peleaban sin armadura llevados por el éxtasis de la batalla.
Los vikingos han sido uno de los pueblos bélicos por excelencia debido a las incursiones que hacían vía marítima a otros territorios para capturar esclavos, saquear riquezas y ampliar sus zonas de cultivo. Morir en batalla era para ellos la posibilidad de acceder al Valhalla, el gran salón donde eran recibidos por su dios Odín, quien estaba reclutando un ejército que pelearía a su lado cuando llegara el momento del Ragnarök, la batalla del final de los tiempos.
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Catafractas
Europa (siglo VII)
Su especialidad era el ataque organizado por los flancos gracias a su pesada armadura, la cual cubría al caballero y su montura por completo. Era prácticamente imposible que en el choque cuerpo a cuerpo se pudiera herir a un catafracta, aunque su defecto era que no estaban aptos para un ataque rápido ni prolongado, ya que se cansaban rápidamente por la pesada armadura que llevaban encima.
Diversos imperios y grupos bélicos usaron a los catafractas en sus ejércitos —los romanos y los persas entre ellos—, haciendo que sus ataques fueran mejor organizados y también más poderosos. Sus principales armas eran el arco y la lanza, con los cuales eran letales. Su nombre deriva de la lengua griega y significa ‘cerrado por todos lados’ o ‘totalmente cubierto’.
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Jenízaros
Imperio otomano
Principalmente, la misión de esta tropa de infantería de élite era la protección del sultán del Imperio Otomano. Rápidamente se hicieron de un importante nombre y privilegio dentro del Imperio, a tal grado que muchas familias deseaban que sus hijos formaran parte de ellos. En un primer momento, los jenízaros estuvieron conformados por esclavos cristianos, ya que ningún musulmán quería arriesgar su vida en las misiones a las que eran enviados para la protección del sultán.
Con el paso de los años y viendo los beneficios que obtenían, cada vez más hombres musulmanes se ofrecían a formar parte de los jenízaros, aunque eso los llevara a someterse a un férreo entrenamiento que se basaba en ejercicios físicos, estudio de estrategias militares y el aprendizaje del uso de varias armas. Su servicio comenzaba a los 25 años y se les retiraba a los 40, edad en la que recibían una pensión de manos del imperio.
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Pretorianos
Imperio romano
Eran algo así como una escolta o guardia personal de los emperadores romanos. Su poder fue elevándose a tal grado que ellos mismos elegían o destituían a los emperadores que mostraban un carácter débil. Gracias a esta escolta, Roma se pudo librar de gobernantes corruptos o incompetentes para ostentar su cargo. Los únicos que podían aspirar a convertirse en guardias pretorianos eran los hijos de la aristocracia romana, es decir, senadores o patricios de 17 a 20 años de excelente estado físico y una altura que superara el 1,75.
Sus funciones eran varias: no sólo velar por la seguridad del emperador en su corte, sino también participar en actos políticos, escoltar los viajes del emperador, recibir a visitantes en el palacio, asistir a la población en desgracias naturales o investigar conjuras políticas en contra de su emperador.
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Ninjas
Japón
No pertenecieron a un ejército de élite, pero su historia es tan particular que merece contarse aquí. Fueron contemporáneos de los samurái pero su estilo de vida y misiones diferían mucho. Los sigilosos ninjas eran mercenarios especializados en cometer asesinatos, envenenamientos o labores de espionaje debido a su capacidad de internarse en lugares de manera secreta, veloz y silenciosa. Sobre ellos se decía que tenían la capacidad sobrehumana de desaparecer o convertirse en animales.
Vivían al margen de la ley, estableciendo sociedades secretas en las montañas que no servían a nadie en particular, contrario a los samurái que servían a poderosos señores feudales. Podemos decir que el trabajo sucio era dado a los ninjas con la total seguridad de que lo resolverían de manera secreta y eficaz. Contrario a lo que se podría pensar, nacieron bajo preceptos místicos que les daban cierta filosofía, la cual también tenía un gran peso en las artes marciales que practicaban y transmitían de generación en generación en sus escuelas conocidas como dojos, donde los ninjas recibían una instrucción demandante en los aspectos físicos y espirituales para convertirse en grandes guerreros.
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Guerreros Águila
Imperio Mexica
Viajando de Europa al continente de América, la historia da registro de los Guerreros Águila, la élite bélica del Imperio Mexica cuyos combatientes eran entrenados desde su niñez en el uso de armas y la estrategia militar. Los Guerreros Águila pertenecían a la Orden Mexicana del Águila u Orden Águila Azteca, los cuales enfrentaron a los conquistadores españoles en sangrientos combates portando su armadura, que simulaba el plumaje del águila, uno de los animales venerados por los aztecas.
Tanto nobles como civiles sin poder alguno tenían la posibilidad de convertirse en parte de este grupo que era respetado en la sociedad azteca. Para probar que un joven estaba preparado para ser parte de esta orden se le llevaba a alguna batalla donde tenía que capturar a un rival y llevarlo a Tenochtitlán para sacrificarlo a su dios Huitzilopochtli.
Es inevitable: así como la muerte y las enfermedades forman parte de la sustancia que construye al ser humano, la guerra es otro de esos males que han escrito varios de los acontecimientos más relevantes de la historia. Parece difícil que en algún momento seamos capaces de prescindir de ellas para solucionar por una vía diferente los odios, las enemistades y los egos de los que están en la silla del poder. Mientras esto ocurre, siempre habrá un grupo bélico dispuesto a luchar, matar y vencer para obtener cualquiera que sea su anhelada recompensa.
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