La historia del Museo del Louvre durante la Segunda Guerra Mundial tal vez está un poco olvidada, pero el recinto, al igual que muchos otros, se vio afectado por el enfrentamiento, por eso en 1938 debido a que la guerra contra la Alemania nazi era una realidad para Francia, se decidió comenzar a evacuar las obras de arte públicas. Los cuadros, las esculturas y demás piezas de arte dejaron atrás las galerías y los museos parisinos para ir a parar a los castillos de las campiña como el Château de Chambord, un lugar donde se les imaginó a salvo de los ataques.
Así, en 1939 la Mona Lisa dejó atrás el Museo del Louvre en una caja marcada con tres círculos rojos para indicar que en esa caja iba una obra maestra; no fue a un castillo, su periplo la hizo parar en varios castillos, un museo y un convento. Como dato curioso, la única obra de arte que no permaneció sellada en una caja fue la obra de Leonardo, pues La Gioconda tendió a decorar las paredes de los dormitorios para asegurar su continua protección.
La mona Lisa preparada para su traslado
Para esta protección de los tesoros nacionales se necesitaron aproximadamente unos 600 vehículos militares para asegurar el correcto desplazamiento de las obras, las grandes dimensiones de algunos cuadros hicieron que se necesitara planificar a milímetros las rutas elegidas. Tras el éxodo máximo, el Louvre se convirtió en un museo fantasma.
Soldados alemanes en una sala del Louvre
Tal vez tantas medidas fueron inútiles ya que una vez tomada la capital, los nazis respetaron el 90% de las obras ya que se centraron en destruir todo lo considerado arte degenerado, debido a que el objetivo de Hitler era convertir París en un destino de ocio para sus soldados. Su segundo objetivo al conquistar dicha capital, fue el de apropiarse de las obras de arte francesas para que éstas formaran parte de un plan secreto, el “Linz Museum”.
En 1940, el gobierno alemán ordenó la reapertura del museo. En septiembre de ese mismo año, el Louvre abrió sus puertas de manera gratuita para los soldados alemanes, los afortunados pasearon por las entrañas de un museo vacío, en el que se exhibían réplicas en escayola de las obras retiradas por los franceses. Como curiosidad: J. Jaujard, funcionario que estuvo a cargo de salvaguardar las obras durante el enfrentamiento mundial, también estuvo implicado en la delegación que durante la Guerra Civil Española salvó los cuadros del Museo del Prado.
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