Si bien conocemos la gran aportación que hizo Madame Curie para la humanidad: el descubrimiento de dos elementos nuevos de la tabla periódica el radio y el polonio, y que esto evoluciono en la medicina para poder hacer las quimioterapias en personas con cáncer, ya que ayudaba a reducir los tumores cancerígenos. Tampoco se puede dejar de lado su labor como madre y la historia que vivieron sus hijas, Irene y Eve, así como el camino que tomo cada una de ellas.
Image: WebEve se encargó de escribir la biografía de la gran Marie Curie, quien en el último periodo de su vida encontró en ella, su hija menor, a una confidente. La relación de Curie con sus dos hijas fue tan fascinante como la vida de cada una de ellas.
Irene se convirtió en una destacada científica que obtuvo, junto a su esposo (como sus padres), el Nobel de Química de 1935.
Eve, quien llegó a ser considerada una de las mujeres más bellas de París en los años 20 y 30, fue una aclamada escritora y activista por los derechos humanos. Con cada una, la física y química polaca construyó un vínculo diferente. Y es que si algo sobresalía de las dos hermanas era cuán distintas eran entre sí.
Marie Curie como mamá
Mucho se ha escrito sobre Marie Curie como la extraordinaria científica, pero quizás no tanto sobre Marie Curie, como mamá. Cuando Pierre Curie murió en 1906, Marie sufrió uno de los golpes más devastadores de su vida. La “catástrofe” la plasmó en su diario personal: «Todo ha llegado a su fin, Pierre está durmiendo su último sueño bajo la tierra; es el fin de todo, todo, todo». Marie no sólo perdió a su esposo, perdió a su “mejor amigo” y a su compañero de investigaciones científicas, sino al padre de sus hijas.
Vivían en Francia. Irene tenía ocho años y Eve, se acercaba a los dos años cuando el físico fue atropellado por un carruaje tirado por caballos. «Marie amaba profundamente a su marido y se sentía abrumada por el dolor, tanto que se negó a hablar de Pierre», «Eso molestó a Irene, quien extrañaba a su padre. Creo que su muerte eventualmente hizo que el vínculo de Marie con sus hijas fuese más fuerte».
Su educación
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El duelo de Curie la hizo incluso sumergirse más profundamente en sus investigaciones y “también la obligó a confiar en otras personas para que la ayudaran en el cuidado de sus hijas”. Curie no podía pasar un tiempo excesivo con sus hijas, estaba absolutamente involucrada en su crianza.
Marie no estaba satisfecha con el nivel de calidad de las escuelas parisienses de la época. Por eso, las niñas fueron educadas principalmente en el hogar. De hecho, Marie unió fuerzas con un grupo de distinguidos académicos que se turnaron para darles clases en sus áreas de especialización. Curie, por su puesto, se encargó de enseñarles física y, en ese proceso, logró que Irene se enamorara de la ciencia. La niña se destacaba en matemáticas.
Image: WebDurante la Primera Guerra Mundial, con 17 años, Irene trabajó junto a su madre en la instalación de máquinas móviles de rayos X en los campos de batalla para que los soldados pudieran recibir un mejor tratamiento médico.
Irene
Image: IreneIrene quien cursaba sus estudios de doctorado, se dedicó a trabajar junto a su madre en el Instituto del Radio, posteriormente conocido como el Instituto Curie. Su relación con Irene fue quizás la más fuerte, al menos hasta sus últimos años de vida.
Irene realizó estudios pioneros sobre los rayos alfa de polonio, hizo sus propios descubrimientos y publicó sus propias investigaciones. Aunque la influencia de su madre fue importante, nadie duda de que su exitosa carrera fuese el resultado de su propio mérito.
Eve
Image: EveA Eve le apasionaba tocar el piano, tanto que después ofreció conciertos en Europa, pero aunque no continuo con la música, su pasión fue la escritura. Se convirtió en crítica de música y cine de varias revistas. Ya en 1932 había traducido y adaptado la obra estadounidense Spread Eagle, de George S. Brooks y Walter B. Lister, para una producción teatral en Francia.
Sin duda Irene fue notable como científica. Pero Eve también fue increíble, ya que encontró el éxito en un campo ajeno al que había sido educada. Y al final, su vida resultó ser quizás la más aventurera de todas.
Tras la ocupación nazi de Francia, en 1940, Eve se unió activamente a la causa “Francia Libre”. Se convirtió en corresponsal de guerra y cubrió varios frentes durante la Segunda Guerra Mundial. Estuvo en Irán, Irak, India, China, Birmania y el norte de África. De esas experiencias nació su libro: “Journey among Warriors”, obra que le dedicó a su madre. A inicios de los 50, se convirtió en consejera especial de la secretaría general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Y en su último año de vida de su madre fue con quien se acerco más y ella pudo escribir la biografía de su mamá con todas las aportaciones importantes a la ciencia.
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