La historia de esta icónica construcción del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Casi en la esquina del andador Madero y la avenida Eje Central, en el corazón de la Ciudad de México se encuentra una de las fachadas icónicas del Centro Histórico, la bien conocida, Casa de los Azulejos.
Pero ¿cuál es el origen de esta emblemática casa que ahora alberga el tradicional restaurante de los búhos? Evidentemente se le conoce así por los cientos de azulejos de Talavera de Puebla hechos a mano que recubren toda su fachada, pero, su nombre original es la Casa del Conde del Valle de Orizaba. Se dice que el mismo Hernán Cortés adjudicó el terreno donde se construyó esta casa a uno de sus hombres, pero ante un apuro económico lo vendió a Diego Suárez de Peredo, quien se concedió el terreno a su hija Doña Graciana Suárez Peredo y a su esposo, Don Luis de Vivero, ambos provenían de familias de alcurnia y alto nivel económico, Condes del Valle de Orizaba. Don Luis, era dueño de una de las casas contiguas al terreno, así que decidió construir una casa y unirla a la suya.
La leyenda
Aquí es donde empieza la leyenda, ya que hay quien dice que uno de los hijos de los Condes del Valle de Orizaba, era un hombre irresponsable, lleno de vicios y amante de la bebida, por lo cual causaba muchos disgustos a sus padres, ya que constantemente ponía en riesgo la fortuna familiar, hasta que un día su padre, preocupado por su futuro, le levantó la voz diciendo «¡Nunca harás casa de azulejos, hijo mío!». El hijo por fin se hizo consciente del daño que podía causarle a su familia, así que para reparar sus errores se propuso tapizar la fachada de la casa con azulejos de Talavera de Puebla.
Foto: Wikimedia Commons
La versión oficial
Aunque la versión oficial señala que en 1737 fue la misma Doña Graciana Suárez Peredo, quien después de vivir varios años en la ciudad de Puebla, decidió regresar a la capital cuando murió su esposo, sin embargo la casa donde vivían se encontraba terriblemente deteriorada, por lo tanto decidió remodelarla y cubrirla con talavera poblana en tonalidades típicas; azul, amarillo y blanco, para no sentirse tan lejos de la ciudad que la vio crecer.
La Casa de los Azulejos se heredó a los descendientes de los Condes de Orizaba hasta 1871, cuando fue comprada por Rafael Martínez de la Torre, sin embargo, murió 6 años después, así que la propiedad se volvió a poner a la venta y la familia Yturbe Idaroff, la adquirió, ésta sería la última vez en que la casa fuese usada como vivienda.
Foto: Viaja Bonito
Jockey Club y Casa del Obrero Mundial
En 1891 la Casa de los Azulejos fue rentada para albergar la sede del Jockey Club de México, uno de los centros más exclusivos de la élite en la época afrancesada de Porfirio Díaz, en este periodo la casa fue remodelada y adaptada en función de las necesidades del club. Pero, en 1915 uno de los pisos de la Casa de los Azulejos fue utilizado como la sede de la Casa del Obrero Mundial.
Los hermanos Sanborn
Dos años después la casa es recuperada por el señor Yturbe Idaroff y decidió rentarla a los hermanos Walter y Frank Sanborn, quienes venían de Estados Unidos y buscaban un lugar para montar una fuente de sodas y una farmacia, Sanborns American Pharmacy. Tardaron poco más de dos años en remodelarla y adecuar algunas otras áreas a su comercio, como un restaurante, una tabaquería, tienda de regalos y revistas. El sitio de los hermanos Sanborns tuvo tanto éxito que terminó siendo uno de los restaurantes más emblemáticos de la ciudad en el siglo XX. En 1978, tras muchos años de arduo trabajo, la compañía Sanborns Hnos pudo comprar la propiedad.Foto: Trip Advisor
Actualmente este edificio es un símbolo de identidad chilanga, un punto obligado para encuentros matinales, pero pocos conocen toda la historia que las paredes de la Casa de los Azulejos resguardan.
En portada: Wikimedia Commons
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