Volar con dirección a los sueños puede tener graves consecuencias; a veces, llegar tan alto y parecer que tocas el cielo sólo te da la altura suficiente para tener un impacto más fuerte. Por más nobles que hayan sido tus intenciones, por más precauciones que hayas tomado, en ocasiones, nada te puede salvar de ver a tu destino frente a frente. Algo similar le ocurrió a Dieter Plage, uno de los más importantes documentalistas de nuestros tiempos, quien tuvo que soportar su precipitación al mundo de manera literal y hallar su muerte en los mismos actos que le traían a la vida.
Herzog tiene un documental dedicado a su memoria que, a partir de sus expediciones y muerte, inicia una especie de análisis en torno a las experiencias de este valiente y surreal sujeto; a la vez de una apología hacia Graham Dorrington, ingeniero de la máquina exploradora que ocasionó (en cierta medida) el desenlace trágico de su amigo, Plage.
“The White diamond” es un documental del reconocido cineasta que, muy a la manera clásica de él, retrata magistralmente la personalidad de ese ser extraordinario que de manera dinámica y un tanto peculiar, por no decir irreverente, conquista nuestros corazones con clara aventura cual si fuese sangre fluyente. Herzog maneja su filme con la protagonización de Dorrington, quien hace algún tiempo diseñó un zepellin en el que moriría Dieter, y toma como punto inicial ese incidente gris para guiar perfectamente su obra.
En la realización de esta videodocumentación, Graham diseña una vez más una máquina que sea capaz de registrar visualmente el viaje sobre las copas de los árboles y el cómo, o en qué punto, murió ese otro alemán dueño de la lente, desde la actual cámara de Werner y su registro.
Dieter Plage tuvo una vida fascinante. Incluso su muerte alcanzó ese nivel de emoción. Inspirado en la vida y obra de Bernhard Grzimek, otro gran documentalista de la vida animal, Plage decidió emprender su vida aventurera en conexión con el mundo natural, viajando en 1958 a Sudáfrica para trabajar como un fotógrafo independiente de los seres no humanos.
Fue así que ganó fama como uno de los hombres con más ojo y mayores agallas para capturar los movimientos del universo animal; años más tarde y por recomendación de un buen amigo que trabajaba como productor ejecutivo de televisión, se vio encargado para filmar parte de la mítica serie “Survival” que plasma en imágenes las idas y venidas de toda especie sobre el planeta Tierra.
Plage logró posicionar el documental de fauna como un hito en la industria y en el género, además sus producciones fueron y han sido multipremiadas tanto por la estética fueron reunidas brillantemente en un libro llamado “Wild horizons” de tan singulares que fueron. Dichas páginas amalgaman especialmente sus años en África. Su esposa, Mary, quien trabajó siempre a su lado, también le ayudó a escribir información y vivencias para la revista National Geographic por un largo tiempo.
Con esa adrenalina siguió su vida por largo periodo, hasta el momento en que decidió utilizar un zeppelin (exactamente un prototipo de ello) para grabar desde las alturas los sucesos en la selva de Sumatra. Todo corría aparentemente de maravilla hasta que, de repente, perdió control del vehículo y éste se atoró en la copa de un árbol para después romperse, provocando que el investigador cayera directamente a su muerte. Dieter salió disparado al suelo por intentar salvar su cámara, la cual estaba en peligro de caer y perderse en la destrucción total; lamentablemente, él fue quien terminó con su vida al desabrochar su cinturón de seguridad en la fijación por no extraviar material filmado.
Para el documental que hace revisitación de los hechos y se esfuerza por darle una faz crítica a la desventura de un aclamado y sediento descubridor, Dorrington construye una versión mejorada de ese artilugio flotante en que décadas atrás murió el mencionado rebelde; si observamos bien ese vehículo, ahora piloteado por un viejo, pero siempre inquieto Herzog, tiene la forma de una lágrima. ¿Habrá sido una figura deliberada, o una coincidencia de ingeniería? Como sea, esa unidad más allá de ser una silueta simpática, es un símbolo de emoción, de tristeza y de recuerdo.
Esa gota que anduvo por el firmamento en la agitación emotiva de la lagrimal celeste es un poema físico que Plage tuvo el privilegio de viajar para mitificar como ese llanto de exaltación y de pena; la primera sensación como un arrebato de euforia en que el hombre sueña con conquistar lo inconquistable, y la segunda cual resultado de su pérdida, aun cuando su espíritu sobreviva en un trabajo sin precedentes.
https://www.youtube.com/watch?v=LIinkM8B4VU
Dieter Plage será por siempre el eterno explorador que surque los cielos en una lágrima blanca de sentimientos encontrados, de una alegría por dar al ojo humano lo que antes no tenía.
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