El hundimiento del Titanic sucedió en abril de 1912, a finales de la Revolución Industrial. El Royal Mail Steamship (RMS) Titanic era uno de los pocos buques de grandes dimensiones que pretendía llegar a Nueva York desde Southampton, Inglaterra, en sólo cuatro días. El objetivo de su construcción era transportar de la manera más eficiente y cómoda posible a sus pasajeros, ofreciéndoles una lujosa experiencia. Sin embargo, el destino del Titanic fue más que trágico, luego de colisionar con un iceberg que provocaría la muerte de mil 514 personas.
Esta tragedia comenzó alrededor de las nueve de la noche, el 12 abril de 1912, cuando se envió la primera alerta que notificaba la peligrosa cantidad de icebergs en el camino. Fue un poco antes de que el capitán Edward John Smith (1850 – 1912) se retirara a su cabina cuando se recibió esta alerta. Sin embargo, el intenso tráfico de telegramas enviados esa noche, provocó que muchas advertencias no llegaran al puente de navegación donde se emitían las órdenes que dirigían el barco. Hasta hoy no se han podido confirmar las razones por las que el capitán y los oficiales no cambiaron su ruta hacia el Sur, donde había menos icebergs, sabiendo que no contaban con binoculares, que iban a toda velocidad y, sobre todo, que la poca claridad de la noche haría más difícil el camino.
Alrededor de las 21:40 horas, de las tantas alertas que fueron enviadas, se acumularon y mezclaron todo tipo de telegramas, y por la confusión general causada por el tráfico de radio, muchos avisos fueron ignorados. Horas más tarde dos vigías alertaron la presencia de un iceberg a la derecha del barco. El primer oficial y marino británico William Murdoch (1873 – 1912) decidió entonces intentar detener el barco y hacerlo retroceder para evitar chocar de frente. Sin embargo, fue imposible detener el navío que se dirigía a toda velocidad, por lo que la proa chocó contra el iceberg. Muchos desaprobaron esta decisión, ya que el Titanic había sido diseñado para que, incluso perdiendo su parte frontal, pudiera navegar un par de horas más luego de un choque.
Por las dimensiones del trasatlántico, los pasajeros no se percataron del accidente que empeoraría cada vez más la condición del barco. Los daños eran más evidentes en la sala donde se situaban las calderas y los motores. Los ingenieros pronto se percataron que el agua comenzaba a entrar violentamente. Aunque se dio la orden de cerrar las escotillas para evitar que entraran en los ductos de aire de los hornos, la sala de correo ya estaba bajo el agua.
Las señales de auxilio fueron poco útiles, pues fueron enviadas, junto con las bengalas de ayuda, cuando muchos pasajeros se encontraban ya en la cubierta, con chalecos salvavidas y tratando de bajar en los barcos de rescate.
El primer bote que salió, con capacidad para 37 pasajeros, sólo rescató a 28 personas de primera clase. Los oficiales tuvieron problemas en convencer a las personas en que se subieran a los botes, pues veían al Titanic como un transporte más seguro. La situación se volvía cada vez más trágica: algunas personas eran forzadas a subir a los barcos salvavidas, otras se despedían de sus familias, y otros más regresaban a sus cabinas sin esperanza. Muchos pasajeros decidieron ir a escuchar jazz o jugar cartas en los salones de fumar, mientras que Guggenheim decidió usar sus mejores ropajes para “morir como un caballero”. Mientras la primera clase no entendía lo que pasaba, muchos pasajeros de tercera clase supieron de la emergencia al percatar que el agua comenzaba a invadir sus cabinas.
Cuando todos los botes partieron, alrededor de las 2:15, el agua ya había alcanzado el nivel de la primera chimenea, acompañado de crujidos del barco. La iluminación se apagó. Con la popa inclinada a 45 grados y más de 25 mil toneladas de agua filtrada, el Titanic se partió en dos. El barco se hundió por completo después de que una parte de 75 metros se alzara. Aunque muchas personas fueron rescatadas en el mar, y a pesar del temor de los que tuvieron la fortuna de subir a los barcos salvavidas, muchos murieron dentro de estos por heridas o por frío.
Fue hasta cuatro horas después cuando llegó a la tragedia el buque más cercano: el Carpathia de Cunard, el que había zarpado de Nueva York, con destino a Gibraltar, el 11 de abril. Tan pronto como recibió la señal de alerta del Titanic, cambió su ruta para dirigirse al rescate. Al llegar fueron admitidos a bordo 315 mujeres, 52 niños, 126 hombres que eran pasajeros y 210 miembros de la tripulación.
Pasaron más de 73 años hasta que se pudo saber con exactitud dónde había ocurrido este terrible naufragio. Después de varias expediciones fallidas, equipos de investigación submarina y la Armada estadounidense registraron, en 1985, las primeras imágenes del barco hundido. 20 mil fotografías documentaron las muchas cosas halladas: calderas, planchas de acero, vajillas y piezas de vestuario. Fue hasta siete décadas después cuando se confirmaron las inmensas dimensiones del buque, al igual que su fractura. Mientras que ciertas partes estaban relativamente preservadas, como la proa, otras estaban seriamente dañadas, como la popa. Años después, tras varias investigaciones mantenidas en secreto, se publicó más información sobre el naufragio, pero fue hasta luego de once expediciones a lo profundo del mar que se comenzó a examinar exhaustivamente los restos del Titanic.
La historia del Titanic (Parte uno)
La historia del Titanic (Parte dos)