¿Qué estarías dispuesto a comer si tienes un hambre atroz y vives bajo un puente? Eres un indigente en las calles de Venezuela, país considerado por las estadísticas como “la capital del asesinato en el mundo” y en él, cada hora son asesinadas dos personas. ¿Por qué no comerte a tu mejor amigo?, ¿quién va a notarlo? Si alguien te pregunta, podrías responder con las palabras de alguien más: “era tan buena persona; seguro tenía que estar bien sabroso…”
De acuerdo con reportes del Instituto de Investigaciones y Reporte Criminal, hasta octubre del 2016, Venezuela presentó un índice de 178 prisioneros por cada 100 mil habitantes. Uno de ellos, especial entre el resto, destaca por su habilidad para desmembrar, cocinar y preparar en deliciosas empanadas a otros seres humanos. Ni siquiera en la prisión era bien aceptado por sus compañeros: el temor a ser asesinado por él lo transformó de inmediato en el “Hannibal Lecter de los Andes”.
Tal y como sucedió con el asesino serial que ganó un concurso de citas, Dorángel Vargas Gómez, no levantó sospechas. Su infancia se desarrolló en el seno de una familia dedicada a la agricultura. Debido a su precaria situación, Dorángel dejó trunca la primaria y desde muy pequeño se dedicó a trabajar, sin embargo, su comportamiento dejó entrever que algo extraño sucedía en su interior. En 1995, se comió a su primera víctima, sólo quedaron los pies, las manos y la cabeza de Cruz Baltazar Moreno. Vargas Gómez fue detenido.
Tres años después, en 1998, Doracel comenzó a asesinar a una persona a la semana y pese a sus antecedentes delictivos, el “Comegente” fue puesto en libertad en 1997. Sin ningún tratamiento médico ni apoyo o supervisión de su familia, Vargas huyó de casa y se volvió un vagabundo. Durante ese tiempo se dedicó a hacer amistad con la gente cercana al río Torbes, donde se estableció hasta perderse de los radares de la policía.
Allí, sumido en el más silencioso de los anonimatos, se dedicó a cazar obreros o deportistas que frecuentaban la zona. Su modus operandi era simple pero efectivo: esperaba a que sus víctimas estuvieran desprevenidas y los golpeaba con un tubo metálico con más de un metro de largo. Una vez inconsciente, Dorángel descuartizaba los cuerpos y guardaba las partes que él se comía; jamás las manos, los pies o la cabeza.
Curiosamente, “El Hannibal Lecter de los Andes” tenía sus propias reglas: nunca asesinaba a mujeres y niños. Los pies, las manos y los ojos únicamente los cocinaba en sopa cuando no podía contener el hambre. Y cada semana sólo asesinaba a dos víctimas, cantidad suficiente de carne para mantenerlo bien alimentado. Lo demás, según él, era un exceso.
“Los hombres son sabrosos. Saben recio, como un cochino salado, como jamón. Da gusto comer un buen macho. Me gusta la carne y por eso no me arrepiento de nada. Lo único que nunca me dio apetito fueron las manos, los pies y las cabezas. Pero me los comía en una sopita cuando ya tenía mucha hambre…”
Después de haberlo arrestado. Vargas Gómez fue sometido a distintas evaluaciones mentales. En ellas, se demostró que el hombre sufría de padecimientos que incluso lo hacían escuchar voces y observar “espíritus” que no lo dejaban dormir.
https://www.youtube.com/watch?v=mfgGEaQ3KUQ
El escritor venezolano, Sinar Alvarado, se dio a la tarea de escribir un libro en el que recuperó la historia íntegra de Dorángel Vargas Gómez, titulado “Retrato de un caníbal”. En el texto se añaden las conversaciones que el escritor sostuvo con “el caníbal” para poder reconstruir los acontecimientos que detonaron su afán por devorar a los hombres de sus alrededores.
“¿Usted ha comido peras?, pues es exactamente igual a comer peras. En el caso de la carne humana lo importante es lavarla bien y condimentarla lo suficiente para evitar el contagio de enfermedades. Yo sólo me como las partes con músculos, sobre todo los muslos y las pantorrillas…”
Actualmente, Dorángel se encuentra recluido en el centro penitenciario Tocorón, ubicado en el estado de Aragua. Sitio en el que el pasado 8 de septiembre desmembró a otros tres hombres, supuestamente, obligado por lo convictos que armaron un motín en la prisión para exigir mejores condiciones, visitas conyugales frecuentes y el traslado a una mejor prisión. Luego de una presión constante por los estragos del motín y la atención de los medios de comunicación, las autoridades cedieron y cumplieron las exigencias de los reclusos.
https://www.youtube.com/watch?v=gKY-RstFzxQ
Pasa los días imaginando el sabor de la carne sumergida en un caldo hecho con partes humanas, su hábito le parece una delicia. Después de leer este artículo, debes tomar en cuenta que el apetito entre los asesinos seriales es más común de lo que crees, ¿o no? Las prostitutas que fueron devoradas no opinan lo mismo.
Sin mencionar al asesino serial que mataba a sus víctimas por seguir las instrucciones de su perro; un relato más allá de la comprensión de cualquier ficción. Historias que no creerías de otra forma.
Referencia: The New York Times