Hace menos de 100 años en México se dio un fenómeno natural memorable; los habitantes de San Juan Parangaricutiro, Michoacán, fueron testigos del nacimiento de un volcán, el Paricutín.
La violenta e impetuosa erupción del volcán Paricutín se dio el 20 de febrero de 1943. El relato de Dionisio Pulido, un agricultor que trabajaba en las tierras cercanas al acontecimiento, se ha encargado de ilustrar la memoria colectiva.
El nacimiento del Paricutín
Durante semanas, el suelo cerca del pueblo de Uruapan, a unos 300 kilómetros al oeste de la Ciudad de México, había estado temblando y se escuchaban profundos tronidos subterráneos, como si la tierra rugiera, era sin dudas un augurio de que algo grave estaba por suceder, también hay quien asegura que semanas antes hubo plagas de chapulines y lluvia de cenizas. Pero la mañana del 20 de febrero se abrió una fisura en un campo de maíz en las tierras de Rancho Tepacua, la fisura fue creciendo y fragmentándose hasta que comenzó a hacer erupción la lava. Dionisio no tuvo más remedio que encomendarse al Señor Sagrado de los Milagros y apresurarse a ir con su familia para advertirles a ellos y a los habitantes de Paricutín sobre lo que estaba pasando. Si bien no sabían que se trataba del nacimiento de un volcán, sabían que una catástrofe estaba por suceder.
Foto; InfobaePara las 4 de la tarde la lava se estaba derramando de la grieta y había construido un cono de 6 metros de altura a medianoche, alcanzó los 50 metros después del mediodía del 21 de febrero, con violentas explosiones estrombolianas que expulsaban bombas de hasta 500 metros de altura y entre 300 y 400 metros de distancia. Un flujo de lava comenzó temprano el 22 de febrero y avanzó hacia el norte, envolviendo a la ciudad de Paricutín, milagrosamente salvó su iglesia. Toda el área fue evacuada a tiempo y la erupción no causó víctimas.
Otro agricultor, Celedonio Gutiérrez, describió la escena de la siguiente manera: «Al anochecer, cuando comenzó a caer la luz, escuchamos ruidos como el oleaje del mar, y llamas rojas de fuego se alzaron en el cielo oscuro. En el aire, que estallaron como caléndulas doradas, y una lluvia como fuego artificial cayó al suelo».
El volcán Paricutín
El volcán Paricutín inmediatamente atrajo el interés de los científicos como del público en general. El mineralogista William Foshag, del Museo Nacional de Estados Unidos, documentó el crecimiento del volcán un mes después de su nacimiento e incluso apareció (junto con el volcán) en la revista Life. Hollywood filmó algunas escenas de la película de 1947 Capitán de Castilla en torno al activo Paricutín. Incluso los aviones, que volaban desde Los Ángeles a la Ciudad de México, se desviaron de su ruta regular para ver la erupción en curso de una de las 7 Maravillas naturales del mundo. Su estilo de erupción cambió con el tiempo, continuó a baja intensidad de forma intermitente durante otros 9 años, antes de finalizar el 4 de marzo de 1952.
Foto: DGSC UNAM
La iglesia del Señor de los Milagros
Después de una semana el Paricutín ya medía 140 metros de altura, luego de un año alcanzó los 325 metros y finalmente su altura total fue de 410 metros. Durante su primer año tuvo su periodo de mayor actividad, acompañada de múltiples terremotos hasta septiembre del mismo año y paulatinamente la lava se extendió 11 kilómetros a la redonda, enterrando por completo a los pueblos de Paricutín y la mayor parte de San Juan Parangaricutiro, ahora conocido como San Juan Quemado, lo único que quedó visible fueron algunas de las partes altas de la iglesia del Señor de los Milagros, una construcción del siglo XVIII.
Foto: Sin Postal
Actualmente esta iglesia es uno de los mayores atractivos turísticos de la región de las zonas aledañas, como Uruapan y Angahuan, los visitantes acostumbrar llenarla con flores como ofrenda, esperando que el volcán descanse por más tiempo.
En portada: El Universal