La mujer de la vela tan sólo es uno de los distintos fantasmas que adornan la historia de la Basílica de Guadalupe, monumento dedicado a la devoción hacia la Virgen de Guadalupe y del catolicismo por igual.
La historia de la Basílica es tan antigua como el mito mismo. Si uno visita el lugar en la actualidad se encontrará con grandes estacionamientos, nuevas estructuras que hacen las veces de museos y en general con una versión bastante moderna de lo que alguna vez fue un pequeño templo de veneración. Sin embargo, el paso del tiempo es innegable, así como la construcción de distintas leyendas e historias fantasmales alrededor de cualquiera de las estructuras que caracterizan este icónico templo ubicado al norte de la Ciudad de México.
[Vista desde el Cerro de Tepeyac de la antigua y la nueva basílica].
La mujer de la vela es una mujer que según la leyenda popular, se aparece en la basílica cargando una o dos velas en sus manos, mismas que nunca se apagan sin importar las condiciones climáticas, como la lluvia o el fuerte viento.
Junto a su aparición se ha reportado el tintineo de campanas, al tiempo que ella suele acercarse a alguno de los dos altares para rendir sus plegarias con devoción —muchos aseguran haberla escuchado rezar, no obstante nadie se ha atrevido a verla de frente— antes de levantarse y desaparecer de la nada, o bien cruzar algún muro o entrar a una sección restringida.
[Altar de la Virgen de Guadalupe en el Templo del Pocito].
Las razones para la aparición constante de esta mujer suelen estar asociadas a motivos religiosos. Muchas personas creen y con justa razón que se trata de una mujer que incluso en su muerte está terminando una manda —un voto o promesa que practican los fieles a cambio de que una petición sea concedida por un santo; en la tradición católica mexicana, por lo general las mandas se asocian a la Virgen de Guadalupe—, o como cualquier otro fantasma, aún tiene asuntos pendientes por resolver en la Tierra.
[Caminos y escalinatas del Cerro del Tepeyac].
Independientemente de la fe guadalupana que podría caracterizar la aparición de esta mujer, lo cierto es que este sitio, más allá de ser el segundo templo católico más visitado en el mundo, se trata de un lugar sagrado que por siglos ha sido un punto neurálgico para la cultura y la religión en nuestro país, ya que incluso en tiempos de los mexicas el cerro de Tepeyac fue lugar de adoración a Tonantzin, término utilizado para las deidades femeninas y que se trata del equivalente náhuatl para el “Nuestra Señora” del catolicismo.
¿Y tú, conoces alguna otra historia de la Ciudad de México?
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