Las dos grandes televisoras de México están en franca decadencia. No sólo atraviesan por una oferta de programación paupérrima, una lenta adaptación a los nuevos formatos digitales y una caída de audiencia en sus contenidos, también enfrentan una crisis aún más grave: una estrepitosa caía de la credibilidad que mantuvieron intacta durante décadas.
El auge de las redes sociales en la última década en México trajo consigo un cambio radical en la manera en que el público se informa y consume contenido en cualquier plataforma. En palabras de Jenaro Villamil, ahora «los vigilados pueden vigilar, las audiencias pueden producir contenidos y los ciudadanos pueden reclamar sin mediación».
Tal transformación es la respuesta a una estructura de poder caduca que se mantuvo presente durante décadas en el país. El binomio entre gobierno y medios de comunicación que años atrás parecía inquebrantable, hoy tambalea ante una rebelión con la potencialidad de convertir a las audiencias simultáneamente en productoras de contenido.
En menos de una década, asistimos a la decadencia del poder del rating al auge de la interacción. La agenda política nacional que controlaba el grueso de la opinión pública y se dictaba a través de la televisión y otros medios tradicionales ha dejado de ser el discurso totalizador que solía ser. Televisa no sólo ha perdido presencia en la industria del entretenimiento (sector al que según Azcárraga Milmo, se dedicaba enteramente la televisora), también ha dejado de ser el medio informativo por antonomasia para el grueso de los mexicanos.
Desde la polémica elección presidencial de 2012 cuando el apoyo a la imagen y campaña de Enrique Peña Nieto por las televisoras fue más que evidente, pasando por el encubrimiento de los escándalos más sonados del gobierno en turno, las audiencias cambiaron radicalmente hacia un territorio donde la veracidad, la libertad de expresión y la protesta genuina están en lucha, un espacio virtual que tiene tanto potencial para funcionar como catalizador o supresor del descontento popular: Internet, que representa la posibilidad de la interacción y multiplicidad de contenidos como alternativa al ocaso del monopolio de información.
La rebelión de las audiencias de Jenaro Villamil es un análisis coyuntural sobre la transformación del público que abre la discusión sobre la importancia de los medios de comunicación y los desafíos de una audiencia cada vez más crítica, que no sólo encuentra en las redes sociales un espacio de entretenimiento, también de información e interacción que ahora más que nunca son necesarios de cara al 2018.