Poco se sabe sobre las momias que fueron descubiertas accidentalmente en las paredes del convento de Santo Domingo en el año de 1861. El último registro que se tiene fue del año 1895, fuera del territorio mexicano.
El hallazgo de las momias de Santo Domingo fue una gran noticia el 19 de febrero de 1861, ante este descubrimiento todo tipo de personas (sobre todo periodistas y reporteros) se juntaban a las orillas de la obra de remodelación del convento para alcanzar a ver alguno de los 14 cuerpos momificados que se encontraron tras derribar algunas paredes.
Foto: Caminando por la ciudadLa gente se encontraba fascinada y aterrorizada al mismo tiempo al descubrir que los rostros de todas estas figuras mostraban expresiones de notable sufrimiento, incluso se llegó a especular que se trataba de prisioneros de la inquisición cuyo castigo final había sido ser “emparedados” vivos después de una brutal dosis de tortura.
Aunque se desconoce la verdadera razón de la venta de estos cuerpos momificados, el investigador Héctor de Mauleón, sugiere que posiblemente el gobierno de Juárez vendió las momias un par de meses después de haber sido encontrados para cubrir ciertas necesidades económicas a un hombre llamado Bernabé de la Parra, quien trabajaba en un circo y se encontraba interesado en el hallazgo para hacerlo parte de su show en América y Europa.
Foto: México RealHasta el momento se desconoce la cantidad pactada como precio de los ejemplares y esta teoría no ha podido ser verificada. Sin embargo, existe un registro por parte de un reportero quien trabajaba como corresponsal del periódico El Monitor Republicano, quien se encontró con las 14 momias procedentes de Santo Domingo en una exhibición llamada “Gran Panócticum de la Inquisición. Tristes restos de un pasado tenebroso” en la carpa de una feria en la ciudad de Bruselas en Bélgica. Según la crónica del reportero, la descripción de una de las momias narraba que su muerte se había dado con una tortura de fuego, otra con agua, otra con el castigo de la rueda y otra había muerto con atormentada por la angustia, pero lo más sorprendente es que en esta exhibición se asumió que uno de estos cadáveres era ni más ni menos que de un importante personaje de la Independencia de México, Fray Servando Teresa de Mier. Para este entonces, todas las momias pertenecían a un hombre que respondían por el nombre de Joseph Thunnus.
La última vez que se supo de estas momias fue el 13 de agosto de 1895, aunque de las 14 sólo se encontró a una, la cual estaba en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Pero con el paso de los años se perdió el registro de esta y de sus hermanas. Esperemos que algún día la historia les haga justicia y se conozca su paradero.
Foto: Programa destinos MéxicoEn portada: La Plazoleta de las palabras perdidas
Te puede interesar:
Las leyendas mexicanas; voces recitando historias en el tiempo
Las 5 leyendas de terror que hacen temblar a la CDMX
No: no existe ninguna base ovni que controle al Popocatépetl