La crudeza de la guerra no es para cualquiera, se requiere de una habilidad especial para no perder la cabeza en medio de detonaciones, combates y ofensivas que aplastan inmisericordes pueblos, ciudades y naciones enteras. En el caso de los periodistas, a veces el profesionalismo, la supuesta imparcialidad y calidad de observador es una loza que estorba a la humanidad, a los deseos de poner fin a un conflicto armado o levantarse con ira ante la desigualdad.
Un pequeño país de cara al Pacífico, sin ningún otro recurso que una densa selva con caucho, estaño y su disponibilidad continental como salida al mar en Asia del este fue el territorio más bombardeado del mundo en todo el siglo XX. Para comprender la masacre que significó el genocidio en Vietnam, hace falta vislumbrar cerca de siete mil millones de toneladas de explosivos que cayeron sobre Vietnam durante la invasión estadounidense, más que todas las bombas utilizadas en la Segunda Guerra Mundial. Aun en la actualidad, cerca de 400 personas mueren al año por las minas que quedaron esperando por detonar en medio de la selva asiática.
En medio del apocalíptico escenario, los corresponsales de guerra, fotógrafos y periodistas en medio del conflicto pedían a gritos volver a su país de origen después de presenciar sufrimiento, sangre y lo peor de la humanidad; sin embargo, un niño de doce años realizó la cobertura más arriesgada y cruda que jamás se haya presenciado.
Lo Manh Hung aprendió a utilizar una cámara fotográfica a los nueve años. Su padre, aficionado a la fotografía, se ganaba la vida vendiendo las mejores imágenes de lo que acontecía en Sangoi, capital de Vietnam del Sur, a los principales diarios. No importaba si era un acto público protocolario, una boda, un choque o un incendio, la cámara de Vinh, de 58 años antes del conflicto, era el mejor relato gráfico de cualquier acontecimiento.
Cuando la guerra estalló y una herida en una pierna le impidió salir a las calles, el trabajo, en apariencia tranquilo, de Lo Vinh se convirtió en una riesgosa obligación para el pequeño Lo.
Entre tanques de guerra, campamentos de soldados, refugios y heridos al por mayor, Lo Manh Hung salía a la calle con su cámara al cuello en busca de las mejores fotografías, siempre con un casco que lo identificaba como prensa. A pesar de que el pequeño no comprendía todo lo que ocurría, mantenía una enseñanza de su padre en mente: buscar permanentemente el mejor ángulo.
El trabajo de Lo iniciaba a las 5 de la mañana cuando salía de casa esperando capturar el momento justo y estar presente en el sitio de la acción. Entre barricadas, a un costado de la línea de fuego o furibundas ofensivas que se desplazaban hacia el enemigo, Lo aprovechaba su agilidad y se deslizaba entre hombres dispuestos a morir para disparar una y otra vez a los objetivos que asignaba su padre y más tarde, los que la propia experiencia le llamaba a capturar.La presencia de Lo en el campo de batalla impresionaba a sus compañeros de profesión, su habilidad para cargar un par de cámaras y una maleta que casi competía con él en tamaño causaba el asombro y horror de periodistas, médicos y soldados por igual. Cuando se le prohibía el paso, sólo presentaba su credencial del trabajo de su padre y apuntaba a su casco.
En los ratos libres, solía olvidarse de los horrores de la guerra y, como todo niño, jugaba en medio de bombardeos, heridos de muerte y minas que cobraban vidas de soldados y civiles por igual, pero nunca olvidaba cargar con su cámara. Al llegar a casa, seleccionaba las mejores fotografías junto a su padre y salía a ofrecerlas a los clientes de siempre.
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A pesar de todo lo que registró a través de su lente, Lo Manh Hung mantuvo la esperanza y el positivismo propio de un niño de su edad. Más allá de su conciencia infantil, la crueldad del genocidio en Vietnam levantó protestas alrededor del mundo y dejó una cruel herida que aún no cierra en el presente. Conoce una de las imágenes más fuertes que jamás se han tomado en la guerra y la verdad detrás de “La historia de la niña en llamas que ayudó a terminar la Guerra en Vietnam”. La Gran Guerra que inauguró el siglo XX recrudeció la violencia como nunca antes, llevando el conflicto a escalas inhumanas. Conoce las mejores “Fotografías coloreadas de la Primera Guerra Mundial para revivir la historia”.