Cuando se habla de guerras es inevitable dejar del lado las consecuencias que sufren partícipes y testigos. En situaciones de combate, el deseo de sobrevivir obliga a cualquier persona a defenderse a toda costa, aún cuando la forma de defensa no es éticamente correcta o moral; entonces emerge la escalofriante capacidad del ser humano de realizar atrocidades contra sus semejantes para cumplir con determinado objetivo.
La Primera (1914-1918) y Segunda (1939-1945) Guerra Mundial están llenas de eventos e historias que son el ejemplo perfecto del camino que el hombre está dispuesto a recorrer para conseguir lo que quiere, por lo que te presentamos algunos ejemplos de ello.
El Plan Lebensborn
En 1935, Henrich Himmler fundó la fábrica de bebés nazis. Impulsado por la creencia de la superioridad aria, Hitler quería poblar el mundo con personas rubias y de ojos celestes, que cumplieran a la perfección con un modelo estándar, y Himmler fue el encargado de hacerlo realidad. El plan se puso en marcha con la ocupación de soldados nazis en Polonia, eran obligados a mezclarse sexualmente con mujeres locales cuyos hijos, después del nacimiento, eran secuestrados para entregarse a padres arios (los únicos apropiados para criarlos). Más de 200 mil bebés fueron secuestrados en el programa Lebensborn, según cifras del gobierno polaco. En sus años de mayor auge (de 1941 a 1944) cientos de miles de niños de Serbia, República Checa y la Unión Soviética también fueron víctimas del plan.
Trofeos corpóreos
Durante la Segunda Guerra Mundial soldados estadounidenses recolectaban trozos de cuerpos japoneses como premio al asesinarlos. Para ellos era un logro cargar con orejas, dientes y cráneos de soldados enemigos. Las casas de militares y los fuertes en territorio de combate estaban decorados con dichos trofeos, recordándole a cada uno de lo que era capaz, y lo orgulloso que debería sentirse.
Psycho Auschwitz
Irma Grese, también conocida como “La bella bestia”, fue una supervisora en los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau, Bergen-Belsem y Ravensbürk, condenada a la horca a sus 22 años por su comportamiento, incluso ante el pensamiento nazi. Su belleza física no era nada gracias a sus rasgos endurecidos por la crueldad. Encontraba placer sexual torturando a hombres y mujeres de las maneras más escalofriantes. Cortaba pechos a las féminas únicamente para gozar del espectáculo.
“El terror mortal inspirado por su presencia la complacía indudablemente y la deleitaba. Porque aquella muchacha veinteañera carecía en absoluto de entrañas”, dijeron los testigos.
Canibalismo
Después de que el ejército japonés derribara algunos aviones estadounidenses en la isla de Chichi-jima, ocho pilotos fueron capturados y encarcelados. Ante semejante hazaña de los soldados asiáticos, consideraron que la mejor manera de celebrar sería comer a sus prisioneros. Fue así como se sirvió una cena a los oficiales de la Armada Imperial japonesa con la carne de cada cuerpo americano ejecutado, sin remordimiento alguno. Era común que los japoneses arrancaran las extremidades de los cadáveres y sin más comenzaran a comerlos, pues no contaban con la refrigeración adecuada para conservar la carne fresca.
Las creadoras de ángeles en Nagyrév
Entre 1914 y 1929 la aldea de Nagrév en Hungría fue cuna de asesinas célebres como Julia Fazekas. Miles de hombres reclutados para combatir en la Primera Guerra Mundial se veían obligados a dejar esposas e hijos en el pueblo, que se convirtió en prisión de los aliados. Desesperadas por el abandono, las mujeres recurrían al amor de los presos. Ninguna estaba dispuesta a aguantar los caprichos o reproches al regreso de sus esposos por la existencia de uno o más amantes y Fazekas ofrecía una solución simple: debían envenenar a sus esposos con arsénico hecho por ella misma. Se calcula que alrededor de 300 personas murieron envenenadas. Después de matar a sus cónyuges, mataban a sus propios padres, quienes habían sido los culpables de la unión matrimonial, e incluso a bebés, por ser el resultado de una unión indeseada para las mujeres.
La humanidad ha sido capaz de cometer las peores atrocidades a causa de la guerra, siendo la guerra misma, la mayor atrocidad de todas.
Te invitamos a leer sobre la participación de México en la Segunda Guerra Mundial, con el Escuadro 201.