En su afán por conocer aquello que permanece oculto, Aldous Huxley experimentó con sustancias psicoactivas. Él decía que en el universo hay impresiones que sobrepasaban el entendimiento humano, por lo tanto, los sentidos no procesaban dicha información para “protegernos”. Las drogas alucinógenas funcionan como sustancias inhibidoras que derriban las barreras protectoras y nos muestran la realidad tal y como es. Esta metáfora la retomó de William Blake quien dijo: “si las puertas de la percepción se purificaran, todo se le aparecería al hombre como es: infinito”.
Huxley usó el LSD como una herramienta. No reveló secreto alguno del universo, pero al menos, dejó un libro cuya investigación se realizó bajo una metodología. Él estaba lejos de ser un hippie y profetizar un hipócrita discurso de “amor y paz”, aunque de manera adyacente alentó a los seres de mente obtusa, que rinden culto a la literatura de ciencias corruptas, a ingerir la droga con un fin engañoso. Siguiendo sus pasos, en la década de los 50 y 60 cientos de aficionados y viciosos se excusaron de querer “abrir su mente” para cometer actos ilícitos y perder la razón con cantidades exorbitantes de ácido. De quién es la culpa, ¿del gurú o de los seguidores?
Un vez que se abrieron las puertas del descaro llegó el tan sonado “Verano del Amor”, el evento que pasó a la historia con una máscara de compañerismo y apoyo. La verdad fue que desde la fundación del movimiento hippie existió una desvirtud inherente por el simple hecho de tener a las drogas como estandarte. Para demostrar que sólo un grupo de jóvenes junkies existe la historia de La Hermandad del Amor Eterno ( The Brotherhood of Eternal Love), un grupo fanático y mafioso que se convirtió en la organización narcotraficante más grande de Estados Unidos, al grado que se convirtió en el enemigo número uno de la CIA.
“La historia de La Hermandad del Amor Eterno es el ejemplo de la decadencia humana que tanto desdeñaron los hippies. Ellos quería la paz y la guerra, mientras que en la oscuridad introducían sustancias ilegales y promovían la violencia armada”.
Su historia inicia con un grupo de jóvenes californianos que se dedicaban al robo armado. Algunos eran surfers y otros motociclistas sin sueños u objetivos en la vida. Un día, el líder de dicho clan, John Griggs, asaltó un productor
hollywoodense que traían entre sus pertenencias una considerable cantidad de LSD. John y sus amigos más cercanos se internaron en el bosque para probarlo y obtener una experiencia mística. En ese momento, cuando la droga alteró su percepción de la realidad, llegó de súbito la epifanía más grande de sus vidas: Huxley tenía razón, hay cosas en el universo escondidas y se necesitan drogas para percibirlas.
Fue así como Griggs y sus amigos desarrollaron un culto al psicoactivo a niveles inconscientes. Su pensamiento seguía la siguiente fórmula: necesitamos LSD para entrar en contacto con el universo y como la droga está prohibida, entonces hay que contrabandearla. Es aquí cuando el misticismo rebasó los límites de lo permitido y se transformó en narcotráfico común.
Dentro del libro “Orange Sunshine: The Brotherhood of Eternal Love and Its Quest to Spread Peace, Love and Acid to the World” de Nicholas Schou, se encuentra cada detalle de dicha organización y de cómo evolucionó hasta convertirse en una secta religiosa. La investigación de Schou señala que tras probar el LSD los motociclistas y surfers se unieron al movimiento hippie. Al poco tiempo estos nuevos junkies formaron la Hermandad del Amor Eterno, la cual en 1965 se convirtió en la Iglesia del Amor Eterno.
Ese mismo año prohibieron la droga en Estados Unidos y, para seguir con su culto, iniciaron una red de narcotráfico dentro de sus país. La Hermandad se convirtió en la organización más importante de importación y distribución de LSD y hashish de la costa Oeste. De ahí que la CIA la nombrara como la mafia hippie.
Durante más de 12 años este grupo fanático consumió psicoactivos con la excusa de querer abrir las puertas de la percepción. Ellos fueron los soldados secretos de Aldous Huxley, los falsos acólitos de una religión que sólo promovió la adicción. Finalmente en en 1972, las actividades de la Hermandad culminaron tras una redada antidrogas en California, demostrando una vez que el movimiento hippie carecía de una ideología concreta y sólo buscaban un pretexto para ingerir drogas.
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La historia de La Hermandad del Amor Eterno es el ejemplo de la decadencia humana que tanto desdeñaron los hippies. Ellos quería la paz y la guerra, mientras que en la oscuridad introducían sustancias ilegales y promovían la violencia armada. Al final todo culminó en un individualismo e indiferencia hacia las causas sociales.
