Cuando el hombre más admirado en el planeta se vuelve mortal y nos bendice con su eternidad, cualquier palabra que lo nombre intentando dar consuelo es en vano, pero siempre nos acompañarán sus ideas, su esfuerzo y, sobre todo, nos ilusionará su esencia…
Cassius Clay era el nombre de la consistencia, la astucia y agilidad de un gigante que hacía del cuadrilátero una pista de baile, vencía a sus oponentes psicológicamente antes de la contienda y se jugaba el orgullo en la delgada línea de la coherencia; sus palabras siempre vibraron al compás de sus pies con cada afirmación, tan exacta como los golpes que asestaban en la convicción de sus rivales hasta hacerlos claudicar.
Pero hablar del campeón, de The greatest, es tan sólo abordar la antesala de la vida, de la leyenda que vestirá las páginas de la Historia como un ser ajeno a la realidad que nos exige la normalidad en nuestra sociedad.
La verdadera lucha de su vida la concentró en la paradoja del deporte que lo dio a conocer con apenas 18 años, cuando ganó la medalla de oro en los Olímpicos de Roma, en la tierra de los grandes emperadores, donde a las minorías se les cobraba su existencia para convertirse en gladiadores. Pero era justamente ese mal que ha sobrevivido por siglos lo que causó los golpes más severos a Cassius Marcellus Clay Jr.; el odio y la intolerancia hacia las personas diferentes, detonadores de las peores escenas de nuestra cotidianidad, y en esa época en E.U.A. no existía un afroamericano que pudiera sentirse digno, debido a la discriminación racial que aquejaba a todo el país.
A partir de esta situación diversos movimientos y personajes que buscaban acabar con la segregación de los afroamericanos y hacer valer los derechos civiles, como Martin Luther King, Rosa Parks, Andrew Goodman y Malcolm X, eran la voz de los denominados ‘‘Negroes’’, cada uno con sus ideas pero todos buscando el bien común; éste último: Malcolm Little, expresidiario de Nebraska convertido a la Nación del Islam de la comunidad negra (liderada por Elijah Muhammad) bajo el nombre El Malik al Shabazz o Malcolm X, se convertiría en una de las voces con mayor influencia dentro de la población afroamericana, al grado de incrementar el número de seguidores de 500 a casi 25 mil.
Su discurso en contra del odio provocado por la segregación del demonio blanco, mencionaba la superioridad de la raza negra y provocó miedo en la sociedad de piel blanca, incluso fue comparado con Hitler por la fuerza de sus discursos y el control que tenía sobre sus seguidores.
Después de haber sido invitado por su gran elocuencia y lucha por los derechos de su comunidad, fue invitado por las naciones africanas a una reunión de las Naciones Unidas, en la que conoció a diferentes líderes del mundo, entre ellos Gamal Abdel Nasser de Egipto, Kenneth Kaunda de Zambia y Fidel Castro de Cuba, todos ellos nombres incómodos para el gobierno de los E.U.A., que inmediatamente acapararon la atención de la CIA y el FBI.
Cassius Marcellus Clay se convirtió en Muhammad Ali a través de Malcom X, como un método de propaganda para los musulmanes negros; sin embargo, con el tiempo se convirtieron en amigos de verdad; una amistad sincera y frágil que terminó por quebrar el ruido y el odio que marcó a esa década.
Una tarde, X se acercó a Cassius mientras se preparaba para su pelea contra el gran Sonny Liston, ese día cuando la valentía conoció la audacia. Malcolm se acercó para hablarle de negro a negro, de necesidad a posibilidad y lo convenció de unirse al Islam para cambiar su nombre, debido a que esto significaba la emancipación de la esclavitud heredada por los blancos. Lo alentó a ser el estandarte de la lucha en común, e inspirar a todos a quitarle la I y la M a lo imposible.
Cassius X fue el nombre que portó durante la transición de Cassius Marcellus Clay a Muhammad Ali, nombre con el cual pasaría a la eternidad.
Después de la muerte de Luther King y las desafortunadas intervenciones de Malcom X tras el asesinato de JFK, toda la comunidad le dio la espalda a sus Mesías, entre ellos el propio Ali, quien con una nueva identidad libre de cadenas, fue el primero en negarle la atención a su amigo de quien expresó: “es el hombre más valiente que haya conocido, por la forma en la se enfrentó a los blancos sin temer represalia alguna”. Malcom, detrás de la palabra como escudo, mantuvo los ideales de su lucha como Ali lo hizo en el cuadrilátero. Muhammad, fiel a los principios del Islam siguió cultivándose como campeón.
La última vez que se encontraron fue durante un viaje a África: Ali se preparaba para hacer historia, Malcom X se dedicaba a entender la suya.
Un viaje a la Meca y una revancha con la vida los llevó a coincidir por última vez; Malcolm Little, a pesar de lo que los historiadores mencionan, tuvo la oportunidad de dirimir sus culpas para explicar los verdaderos preceptos del Corán a su mejor alumno y amigo; sin embargo, Ali con la carga y el orgullo que su entrenamiento merecía, le dio la espalda.
El 21 de febrero de 1965, antes de dar un discurso y después de desconocer a la nación del Islam de la comunidad afroamericana, Malcolm X recibió 16 disparos que provocaron su muerte. La campana sonó y significó el primer knockout del gran Muhammad Ali.
Más tarde Ali escribiría: “Darle la espalda a Malcolm fue uno de los errores más grandes de mi vida. Deseo haber sido capaz de decirle a Malcolm que lo sentía, que tenía razón sobre muchas cosas. Pero fue asesinado antes de que tuviera la oportunidad. Era un visionario, más adelantado que cualquiera de nosotros”.
Cuando un grande pone una rodilla al suelo en señal de rendición, ante un arrepentimiento que lo aquejara hasta su muerte, no mancha la luz que dejó su trazo sobre la vida, tan sólo enaltece y muestra la parte humana de un prodigio de quien se cree ha noqueado incluso a la muerte.
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Para comprender más sobre el problema del racismo en los Estados Unidos, toma nota de los 5 libros sobre la grandeza de EU que Donald Trump no quiere que leas.