El resultado fue el Mid Night Club o Middo Naito Kurabu, un grupo de corredores de coches callejero que rápidamente se ganó el mote de pandilla a pesar de que su actividad ilegal tan sólo se reducía a quebrar los límites de velocidad de las calles de Tokio, así como adaptar los automóviles en su posesión.
Actualmente resulta difícil no asociar a este tipo de grupos con los de grandes producciones fílmicas como lo es la exitosa saga de Rápido y Furioso, mismas que mostraban algunos de los mejores coches con todo tipo de modificaciones que no sólo hacían de la conducción algo extremadamente riesgoso, sino también la puerta de entrada aun mundo que se codeaba con el crimen.
Foto: The Back Roads.
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Sin embargo, cuando se trata del caso real de Japón, el club de medianoche (por su traducción) difícilmente se acercaba al mundo criminal.
Fundado en 1982, uno de sus principales estatutos era la secrecía: ningún miembro podía conocer el apellido de los demás y mucho menos detalles personales y de saberlo, debía mantenerse en total secreto.
Esto era parte de sus tácticas para mantener la integridad en caso de que la policía atrapara a alguno de ellos, aunque según los reportes, en los 17 años de vida de la agrupación ningún miembro formal fue atrapado, más que algunos aprendices. De la misma forma, ninguno de ellos contaba con vipers o teléfonos celulares y el único medio para determinar la fecha y lugar de encuentro era a través de anuncios clasificados para que la policía no pudiera atraparlos.
Para convertirse en uno de los miembros oficiales del club los estándares eran altos: no sólo se necesitaba talento y habilidad para conducir a altas velocidades, sino también un carro modificado que pudiera superar los 180 km/h, la cual era la velocidad máxima por default de todos los autos en Japón. De tal forma, con sus automóviles modificados, se esperaba que pudieran superar los 250 km/h incluso llegando a los 300 con facilidad. Del mismo modo, los aprendices no podían faltar a ninguna de las reuniones y al cabo de un año podían ser parte de los miembros oficiales si habían demostrado no ser un riesgo para el resto de los automovilistas, fueran o no parte del club.
Foto: Wikimedia Commons.
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Por otro lado, una gran distinción del club eran simples etiquetas que pegaban a sus automóviles: una grande en el parabrisas con la leyenda de “Mid night” y otra en el parachoques “Mid Night Car Special. Caution! Wake Turbulence”. A pesar de estas señales obvias, la policía aún no conseguía atraparlos, mientras que los imitadores que decidían adornar sus carros del mismo modo se veían expuestos a todo tipo de daños contra su carro, lo cual era la forma idónea del club para que no hubieran imitadores sin talento que pusieran en riesgo el prestigio del grupo.
Los miembros del Mid Night gobernaron las calles de Tokio hasta 1999, cuando en una carrera con una pandilla de motociclistas, los Bōsōzoku, provocaron un accidente que culminó en la muerte de dos motociclistas y 8 heridos, de los cuales sólo un par pertenecían al Mid Night Club. Ante el accidente, el club ejerció su máxima: no podían correr en las calles si ponían en peligro a los demás automovilistas y transeúntes. Al haber incurrido en su mayor pena, el club se desintegró de inmediato, dejando tan sólo su legado en las calles de Tokio, así como un sinnúmero de clubs similares que intentaron repetir su hazaña sin demasiado éxito o notoriedad.
Grupo de bōsōzoku a mediados de los 80 y 90. / Foto: The Rider.
De esta forma, demostraron que su código de honor era más que suficiente para darle fin a una agrupación que la policía intentó, durante 17 años, atrapar y detener de una vez por todas.
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