Y el primer día de la semana,
María Magdalena vino de mañana,
siendo aún obscuro, al sepulcro;
y vio la piedra quitada del sepulcro.
—Juan 20:1
De acuerdo con el discípulo Marcos, María Magdalena fue la primera persona en ver a Jesucristo después de su resurrección. Sin embargo, nadie corroboró la versión. En el Evangelio según Mateo, Lucas y Juan, se menciona de paso su nombre y se le reduce importancia, señalando que iba acompañada de otras mujeres, entre las cuales se encontraba María, madre de Santiago. Pero, ¿por qué Marcos decidió confiar en la versión de Magdalena y testificarlo ante su religión?
Durante siglos, la historia de María Magdalena ha sido motivo de interés por parte de religiosos y detractores del cristianismo. Mientras que algunos creen que fue una prostituta que Jesús convirtió a su fe, transformándola en una especie de sirvienta; otros aseguran que en realidad era su acompañante más fiel y que fue enterrada enterrada en la historia por la envidia y los celos de los discípulos. De hecho, uno de los mitos más grandes que han nacido alrededor de la figura de esa mujer es el hecho de que posiblemente fue la única esposa del líder del movimiento religioso más grande en la historia de la humanidad.
Con esto en mente es justo preguntar: ¿Quién era realmente María Magdalena?
Antes de comenzar a citar los textos bíblicos, es importante mencionar que la religión cristiana ha tenido una compleja evolución que ha derivado en distintas enseñanzas. Algunos textos son reinterpretados para enfocarlos hacia un aspecto distinto a la religión. Por ese motivo, la figura de María Magdalena ha sido puesta bajo escrutinio constante. La poca claridad con la que fueron escritos los evangelios y la eliminación de los contenidos apócrifos, hacen más complicado entender por completo cuál fue la relevancia de María en la vida de Jesus. Sin embargo, repasando el canon bíblico, es posible darse una idea.
En primer lugar, el nombre de María es mencionado constantemente a lo largo de los cuatro evangelios principales: Marcos, Lucas, Juan y Mateo, y en el momento en que nació Jesus, era uno de los nombres más comunes (tanto así que incluso su madre lo tenía), provocando confusión entre investigadores como James Carroll o Carol Ann Morrow, quienes escribieron textos en los cuales este artículo está basado. En dichas investigaciones la mujer es identificada cuando es señalada como “la Magdalena”, lo que algunos interpretan como “la mujer de Magdala”, ya que parecía provenir de ese lugar. Sin embargo, Lucas aseguró que se le llamaba así porque en hebreo, la palabra migdal significaba “torre o fortaleza”, lo cual podía ser un indicio de que la mujer era la mas ferviente creyente de Jesús y que nada podía derribar su credo. En arameo, magdala significaba “elevada, grande o magnífica”, lo cual podría confirmar la teoría de que era su más notable seguidora.
A pesar de esto, otros intérpretes han asegurado que ese apellido estaba relacionado con la palabra “peluquera” lo cual pudo haber sido interpretado como un eufemismo de prostituta, pero esto no concuerda con los textos bíblicos ni con cómo hablan de ella. Es decir, en ningún pasaje de la Biblia se especifica a qué se dedicaba antes de su conversión. La primera mención que se hace de ella sucede en Lucas 8:1, en donde el apóstol habla sobre los viajes de Jesús y de cómo iba acompañado de sus doce discípulos y las mujeres que liberaba de sus pecados; entre ellas María Magdalena. El versículo afirma que la mujer había sido liberada de siete demonios (lo cual podría tomar una relevancia mayor, por la importancia de ese número a lo largo de los textos sagrados), y que le ayudaba a Jesucristo a realizar distintas tareas. Los investigadores apuntan a que la mujer fue curada de distintas enfermedades, físicas y mentales.
Magdalena estuvo presente durante la crucifixión de Cristo y su resurrección, por lo que se piensa que tuvo un papel relevante durante los últimos años de la vida del profeta. Sin embargo, fue durante la Edad Media que se empezó a señalar a la mujer como una prostituta y una figura oscura que debía ocultarse. Parte de esto pudo haber sido el sexismo de la época, disminuyendo el papel de la mujer a la nada, pero también influyó la poca claridad de los textos evangélicos. Se creía que Magdalena era pecadora, porque su figura se mezcló con la de otra mujer –también llamada María, quien, de acuerdo con Lucas 7:36, ungió los pies de Jesucristo– y con la de Magdalena de Bethany la hermana de Marta y Lázaro. De hecho, la creencia de los Pecados Capitales, se desprendió de los siete males de los que fue liberada Magdalena, bajo la creencia que era una mujer de poca moral.
La forma en la que Magdalena fue representada en el arte occidental también influyó para que fuera vista como una figura pecadora. En contraste, los textos apócrifos como el mismo Evangelio según María, el de Felipe y el de Tomás, el cual específicamente demuestra que Pedro y otros apóstoles consideraban que las mujeres eran inferiores, mientras que Jesucristo aseguraba que podía convertirlas en hombres para que fueran espíritus similares (lo que, por supuesto, era una metáfora de aceptación). El texto de Felipe resaltó que Magdalena era llamada “la compañera” de Jesus e incluso existe un fragmento en el que asegura que el profeta era más cariñoso con ella, lo cual era recibido con negativas por parte de sus seguidores. Estos hechos podrían explicar por qué su papel fue reducido en los Evangelios. Las enseñanzas judías del Antiguo Testamento que disminuían la importancia de la mujer pudieron haber sido de mayor influencia a pesar de lo que predicaba Cristo.
El Evangelio según María, presenta a Magdalena como la seguidora más importante de Cristo, aún más que sus discípulos, y de hecho sirve como un retrato de la relevancia de las mujeres en la época en que vivió el profeta. Se especula que, aunque deseó que los hombres las trataran como seres similares, sus seguidores se negaron a aceptar esa enseñanza y continuaron ignorándolas, viéndolas sólo como sirvientas y creando así las bases de la Iglesia. Asimismo, el texto concuerda con el de Felipe, ya que presenta distintas discusiones en las que los apóstoles cuestionaban la elección de Jesús. Esto pudo haber provocado que la mujer fuera señalada como una prostituta; para reducirle importancia y para mostrar al hijo de Dios como un ser puro que nunca tuvo compañía carnal.
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En años recientes, el mito de María se ha hecho más interesante, ya que el público especula que Jesucristo tomó una esposa, lo cual sólo complacería la curiosidad humana que tenemos por la vida de este personaje tan místico. La figura de María Magdalena revela la visión temerosa de la Iglesia desde sus raíces y de cómo se encargaron de eliminar la relevancia de las mujeres debido a sus creencias influenciadas por el Antiguo Testamento. Si la mujer hubiese sido vista como un ser similar a los otros apóstoles, posiblemente la religión tendría una evolución distinta en el que la mujer no era sólo una sirvienta o una prostituta, sino una persona capaz de ser la más ferviente seguidora. Tan fiel, que seguiría a su amado hasta el final, sólo para verlo con vida de nuevo, listo para ir a sentarse a la derecha de Dios.