La celebración de cumpleaños, es por mucho, uno de los hechos más significativos en la vida de algunas personas. Hay quienes incluso no tienen suficiente con celebrar un día solamente y ocupan toda una semana o hasta un mes de esta festividad.
Hoy es raro que alguien no festeje su cumpleaños, sin embargo, hay personas que prefieren no hacerlo debido a que no les gusta mucho ser el centro de atención, recibir regalos o simplemente detestan volverse más viejos.
En la actualidad, los cumpleaños traen consigo una serie de cosas bastante características, como comer pastel, cantarle las mañanitas al festejado, soplar velas y pedir un deseo, recibir obsequios y felicitaciones todo el día, hasta que tus amigos te feliciten por redes sociales poniendo algunas palabras emotivas y fotos.
Sin embargo, estos elementos no siempre existieron y, como la mayoría de las cosas, el tiempo las ha ido transformando hasta ser lo que ahora son. Quién sabe, tal vez en el futuro no empujemos al cumpleañero al pastel y las mañanitas no se usen más porque fueron sustituidas por otra canción.
Pero si estas costumbres no han existido siempre, entonces ¿de dónde vienen?
Egipto
Historiadores de todas partes del mundo han coincidido que aproximadamente hace tres mil años antes de Cristo, las celebraciones anuales de un hecho en concreto, iniciaron en el antiguo Egipto.
La diferencia con la actualidad es que esta celebración no era para toda la gente, pues lo que los egipcios festejaban era un año más desde que el faraón en turno llegó al trono. Aquí se conmemoraba la vida del gobernador y todo el reino se ponía en fiesta.
También se creía que esto servía como un tipo de defensa, ya que los malos espíritus llegaban en estas fechas e intentaban arrancarle el alma al soberano.
¿De dónde viene el pastel y las velas?
Con el paso del tiempo, muchas regiones del mundo fueron adoptando este tipo de celebraciones sumándole un valor astrológico y místico. Por ejemplo, los pueblos de Babilonia y la antigua Grecia, comenzaron a festejar anualmente a sus deidades.
La forma en que ofrecía sus alabanzas era por medio una tarta hecha a base de cereales, harina y miel; alrededor de esta, que tenía forma redonda imitando la silueta de la luna, lo griegos ponían cirios, pero no los apagaban con un soplido como hoy se acostumbra, sino que se dejaban hasta que se consumieran por completo.
Se creía que entre más durara la llama de los cirios, más bienestar, prosperidad y dicha llegaría a la vida de los creyentes. De igual forma, esto se transformó, en Roma, hasta el punto en el que se celebraba la fecha de nacimiento de los emperadores. Luego comenzaron a celebrarse también la de los senadores, cónsules y todo aquel hombre que estuviera involucrado en el poder.
La llegada del cristianismo
Cuando la palabra del nuevo Dios llegó a los pueblos que tenían estas tradiciones, se señalaba que las festividades eran de un orden pagano, por lo que fueron eliminadas. En su lugar, los creyentes sólo conmemoraban la fecha de muerte de Jesús, los Apóstoles, Mártires y Santos.
Ya para el siglo IV, la iglesia se encontraba en tránsito de evangelizar Roma, ayudado en gran parte por el emperador Constantino el Grande. En esta época, inició la tradición de festejar el nacimiento de Cristo, que antes era el 6 de enero con la llegada de los Reyes Magos, pero después decidieron ponerlo el 25 de diciembre.
Después, cuando la buena nueva se extendió por toda Europa, el festejo del cumpleaños empezó a tomar forma. Por ejemplo, en Alemania, en lugar de poner los cirios alrededor de la tarta, los ponían encima de la misma. Antes de que llegaran al pan, los apagaban soplando, para que no arruinará este festín.
Por último, los cumpleaños, fueron tomando forma y adaptándose a las costumbres, creencias y hábitos de cada región. En México, algo característico de estas fechas son las piñatas, en España, se tira de las orejas al cumpleañero, en Perú arrojan harina y huevos en la cabeza del festejado y así existen diversas formas de celebrar en todo el planeta.