A pesar de que bajo el régimen del Tercer Reich estaban prohibidas las drogas –pues se consideraba que eran propias de los judíos–, existen teorías que apuntan que tanto Hitler como los soldados de la Segunda Guerra Mundial que pelearon en el frente se encontraban permanentemente bajo los efectos de una droga en particular: el pervitín.
La prohibición de las drogas era parte de la fuerte propaganda nazi —que tuvo varios exponentes importantes, sobre todo en el cine— que mostraba a un ejército sano, así como un pueblo alemán y ario, predominantemente saludable y para ello establecieron una política de erradicación del opio, la morfina o la cocaína.
Trabajadores de la fábrica Temmler en Berlín, que producían el pervitín. / The Guardian – Temmler Pharma GmbH & Co KG, Marburg.Sin embargo, desde 1937 se produjo el pervitín, una droga sintética que tenía como objetivo que los soldados pudieran dormir menos y mantener un alto nivel de alerta, además de reprimir sus receptores, por lo que sentían menos miedo. Este químico podía hacerlos más letales y eficaces en el frente.
Uno de los autores que más ha profundizado del tema y que incluso se ha hecho de críticas cuando su trabajo se ha considerado como una especie de apología a la guerra y los actos de los alemanes es Norman Ohler. La investigación del alemán halló que Hitler se hizo adicto a las drogas en aquel entonces, en particular al Eukodal, un analgésico muy poderoso, y que su médico personal le inyectó un cóctel de drogas hasta 800 veces en poco más de mil días.
Una droga eficiente en el campo de guerra y en el hogar
El pervitín no era más que una metanfetamina de producción alemana desarrollada por Fritz Hauschild, que según los datos de The Guardian, se inspiró en el uso de la benzedrina en los Juegos Olímpicos de 1936.
Hildebrand fue una de las marcas de chocolates más populares que se vendió en Alemania y que contenía pervitín.
El consumo de pervitín en aquel entonces no se limitó al ambiente militar: la droga también se incluía en productos tan comunes como el chocolate, en un caso similar a cuando el refresco de cola solía contener cocaína. Su compra se podía realizar sin receta y a las amas de casa se les recomendaba comer hasta dos chocolates para poder terminar con sus deberes en el hogar, sin mencionar que las metanfetaminas también servían para perder peso.
Los costos del abuso de las drogas
El uso del pervitín y la cocaína escaló a tal punto en el Tercer Reich que el doctor Gerhard Orzechowski empezó a desarrollar una goma de mascar de cocaína, que probó primero en campos de concentración y después con trabajadores de fábricas. Después de varios ensayos, esas superdrogas llegaron a los militares, quienes según los registros de Ohler podían pasar hasta 7 días sin dormir, lo cual a su vez derivó en ataques psicóticos.
Jan Wellen, Wikimedia Commons.
El fin del pervitín
A pesar del uso exitoso de la droga en la guerra y el crecimiento exponencial de la industria farmacéutica en Alemania, conforme los nazis empezaron a perder la guerra también perdieron su dotación de la droga que los hacía enemigos feroces, pues las fábricas eran destruidas durante los bombardeos. Tras la escasez de pervitín y eukodal, se dice que para 1945 Hitler ya sufría síndrome de abstinencia, por lo que el impacto de perder pudo haber sido aún más grave, sin considerar que su salud diezmó rápidamente sin las drogas que lo mantuvieron funcional durante tantos años.
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