Guardar un minuto de silencio después de una pérdida, es una tradición que no se cuestiona. Una forma de guardar respeto y mostrar empatía que no requiere mucha explicación. Sin embargo, la mayoría de personas desconoce el verdadero significado de esta práctica.
Por qué guardamos un minuto de silencio
Hay dos teorías predominantes sobre como mantener un minuto de silencio de manera comunitaria, se convirtió en una práctica común para honrar a los muertos. La primera proviene de Ciudad del Cabo, donde durante más de 200 años, el disparo de un par de armas desde Signal Hill, marcaba la hora del mediodía todos los días, excepto los domingos . En la primavera de 1918, el alcalde de la ciudad, Sir Harry Hands, convirtió esa tradición de cronometraje en un ritual conmemorativo. Su hijo mayor, Reginald, había muerto en el frente por intoxicación por gas. El 14 de mayo, el día en que Hands se enteró de la noticia, fusionó su dolor privado con sus responsabilidades públicas, instituyendo un silencio de tres minutos en el marcador de las armas para recordar a los muertos de la guerra aún en curso. A partir de este momento, el ritual conmemorativo resultó ser tan poderoso como popular.
Foto: Wikimedia CommonsEl 11 de noviembre de 1918, cuando las hostilidades terminaron, ante la baja de los soldados las ciudades se enfrentaron a un gran luto generalizado, se necesitarían años para construir monumentos en cada comunidad para los cientos de miles que no regresaban a casa. Celebrar con desfiles y espectáculos tradicionales les pareció inapropiado a muchos, ya que los hogares de toda Europa estaban de luto. Hasta que Percy FitzPatrick, un destacado escritor y político sudafricano, escribió al rey Jorge V, a finales de octubre de 1919, para describir el silencio de Ciudad del Cabo. Este ritual resultaba respetuoso y adecuado para el rey.
La segunda teoría es que la tradición fue propuesta por el periodista australiano Edward George Honey, quien en 1919 escribió una carta al periódico London Evening News, sugiriendo que el aniversario del fin de la Primera Guerra Mundial, el 11 de noviembre de 1918, debería ser recibido con un momento de silencio. En ambos casos, Sir Percy Fitzpatrick llamó la atención del rey Jorge V sobre la idea, y el 17 de noviembre de 1919 lo hizo oficial.
El 7 de noviembre, el rey emitió una proclama en la que pedía «una suspensión completa de todas nuestras actividades normales» durante dos minutos a las 11 de la mañana del 11 de noviembre, en los cuales «en perfecta quietud, los pensamientos de todos pueden concentrarse en el recuerdo reverente de los gloriosos muertos». Días antes de la ceremonia, los periódicos publicaron recordatorios y editoriales que explicaban cómo se marcarían estos minutos de silencio y qué significaba: unidad, orden y compromiso con la paz. Lo describieron en términos poéticos, casi místicos, como un rito trascendente de identidad nacional.
Foto: The Military TimesEl evento fue anunciado por las campanas de las iglesias, las sirenas e incluso el fuego de artillería, y la gente salió de sus hogares y lugares de trabajo para reunirse en silencio. Su poder se sintió con más fuerza en los centros urbanos, donde la interrupción del ruido parecía inquietante. En años posteriores, la ceremonia del Día del Armisticio se transmitió por radio y luego por televisión, afirmando una conexión entre las personas en todos los puntos del espectro político y social de Gran Bretaña.
Tan pronto esta tradición se extendió por todo el mundo, se convirtió en algo que siempre había estado ahí, que la gente siempre había hecho. El silencio se han utilizado para unir a las personas en la reflexión y mostrar aprecio y gratitud por todas aquellas personas que ya no están con nosotros.
Foto: The British Army
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