Quién diría que ya pasaron seis años desde las últimas elecciones presidenciales. Parece que fue ayer cuando surgió el movimiento #YoSoy132 y miles de jóvenes aprovecharon el tirante contexto político para hacerse escuchar. En los meses previos a las elecciones, se generaron diversas manifestaciones de rechazo hacia el PRI y a su candidato, Enrique Peña Nieto. Una generación entera tenía sus expectativas de cambio puestas en esas elecciones, sin embargo, el resultado se alineó a lo que predijeron la mayoría de las encuestas: EPN fue electo presidente de México con el 38.21% de los votos.
Inconformes con los resultados, miles de personas cuestionaron y pusieron en duda la legitimidad del proceso electoral. Pero, detrás de toda especulación, el PRI recibió 19.22 millones de votos, lo que quiere decir que existen diversas razones históricas y políticas por las que casi 20 millones de personas decidieron quién gobernaría el país, aunque el resto de la población opinara diferente.
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La escasa participación ciudadana
Cuando fueron las elecciones federales de 2012, había 79.4 millones de mexicanos registrados en la lista nominal, pero 29.13 millones de ellos prefirieron no ejercer su derecho al voto. Peña Nieto fue electo con 19. 22 millones de sufragios, lo que quiere decir que sólo una cuarta parte de los electores lo eligió y hubo más personas que no votaron que las que votaron por él. En resumen, cuando la participación ciudadana es pobre, la decisión queda en manos de unos cuantos.
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El voto duro
Así se le conoce al voto emitido por militantes y simpatizantes que apoyan a un partido político independientemente de los candidatos o sus propuestas. Por lo general, el grueso de simpatizantes pertenece a una estructura sólida y de larga tradición, como los sindicatos. Por décadas, este apoyo ha sido decisivo en las elecciones. De acuerdo a un análisis elaborado por El Universal, el voto duro del PRI representa cerca de ocho millones de votos, poco menos de la mitad de sufragios con los que Enrique Peña Nieto ganó las elecciones.
En el 2000, el candidato ganador obtuvo 15 millones 900 mil votos, 15 millones en 2006 y 19 millones en 2012. Este 2018 se espera que se decida al ganador con 16 millones de sufragios. Si la tendencia del voto duro se repite, el PRI ya tendría la mitad (ocho millones) de los votos requeridos.
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Una generación que acepta más al PRI
Es común que los jóvenes se pronuncien en contra de los partidos más tradicionales. Sin embargo, estas tendencias no representan a todos los mexicanos. En el 2012, había cerca de 10 millones de adultos mayores en México, las personas mayores de 65 años de edad representaron el 10% de los votos totales de la elección. Las investigaciones y encuestas coinciden en que las personas mayores están mucho más dispuestas a apoyar al PRI y al PAN, antes que a la izquierda; de allí que acercarse a esta población sea tan relevante para los candidatos en campaña.
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Falta de opciones
Cuando Vicente Fox se colocó como puntero en las elecciones del 2000, todos los mexicanos estaban convencidos de que sería el Presidente “del cambio”. Después, tras el sexenio de Felipe Calderón, muchos ciudadanos terminaron desencantados con los gobiernos panistas. Considerando el decepcionante papel del PAN y la desconfianza que generan los candidatos de izquierda en diversos sectores de la población; el PRI fue para muchos “el menos peor”.
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Ignorancia y desinformación
Pese a la constante presencia de los candidatos presidenciales en los medios de comunicación, pocas personas se dan el tiempo de investigar los antecedentes y propuestas de un candidato. Por otra parte, este desinterés provoca un voto desinformado que muchas veces termina siendo influenciado por otras cuestiones como su vida privada o su popularidad.
Ya lo sabes, no sólo los votos deciden una elección, también cuenta cuánta gente participa y qué tanto se interesa por conocer las propuestas de los candidatos. Para contribuir a una elección libre e informada, Cultura Colectiva creó la iniciativa #ConcienciaParaElegir, una plataforma donde candidatos, líderes de opinión y pensadores responderán a nuestras inquietudes y darán su lectura del contexto político en México.
¿A quién invitarías a participar en esta iniciativa?
¿Qué les preguntarías a los candidatos a la presidencia?