*Este artículo fue publicado originalmente por Beatriz Esquivel el 7 de febrero del 2019 y ha sido modificado
El pangolín es una de las especies más traficadas en el mundo, en particular en Asia y África debido a la alta demanda por sus escamas y la carne en países como China, que son utilizadas como medicina o porque su carne es considerada todo un manjar.
El pangolín es el único mamífero escamado en el mundo y cuando está en peligro se enrolla hasta formar una pequeña pelota. Similar al oso hormiguero, se alimenta de hormigas y termitas utilizando su inusual lengua larga. Sin embargo, a diferencia de otros animales, es difícil que el pangolín sobreviva en cautiverio: es una especie que necesita de la vida silvestre para prosperar, lo cual facilita su depredación y dificulta en buena parte los esfuerzos por conservarlos y detener el tráfico de estos ejemplares.
Escama, sangre y carne de pangolín ¿curativa?
Si bien el pangolín ha sido una fuente de alimento, su caza furtiva ha incrementado exponencialmente debido a las supuestas propiedades curativas que le han asignado a sus escamas. Así como con otras especies, sean los cuernos del rinoceronte o la vejiga del pez totoaba, se cree que además de tener usos comunes como desinflamante o analgésico, también tienen un efecto milagroso, por ejemplo, que puede curar el cáncer. Sin embargo, la realidad es que las escamas de los pangolines están hechas de queratina, así como las uñas, el cabello humano o los cuernos de los rinocerontes, por lo que está comprobado que poco o nada hacen como medicamento contra enfermedades.
Del mismo modo, su carne se ha convertido en motivo de lujo y en los países orientales es considerada como un manjar, incluso la sangre del pangolín se considera afrodisíaca, por lo que en más de un restaurante llevarán al animal vivo hasta los comensales; lo cual eleva el precio de un especimen en pie. A esto se refieren Martin Fletcher, enviado especial de la BBC en Vietnam a propósito del tráfico de esta especie:
«El problema, me explicó Nguyen, no es la gente pobre y sin educación de Vietnam, sino la élite adinerada –las autoridades gubernamentales y los ricos hombres de negocios– que piden pangolín para demostrar su estatus o para celebrar un acuerdo».
Pangolines en peligro de extinción
La demanda del pangolín no sólo está sujeta a sus propiedades curativas, sino al estatus que provee. Es precisamente su rareza y la ilegalidad de su caza y consumo lo que eleva el precio de cada animal capturado, vivo o muerto.
Según reportes de National Geographic, la captura de un solo ejemplar puede representar el ingreso de cuatro meses, por lo tanto, en zonas de bajos ingresos dedicarse a su captura resulta un negocio redituable. Los pangolines son perseguidos hasta que estos encuentran refugio en lugares lejos del alcance del hombre, se intentan talar árboles, incluso se prende fuego para obligar al animal a salir de su escondite y ni bien son cazados, la mayoría son heridos con hachas antes de matarlos en definitiva en agua hirviendo.
La alternativa a esta muerte tortuosa tampoco es benigna, pues existen reportes de embarcaciones abandonadas que a bordo llevaban cientos de estos ejemplares vivos y muertos, lo cual prolonga aún más el sufrimiento del animal.
Las cifras recopiladas por WWF de los decomisos de este animal reportan que «entre el 2011 y 2013 se calcula que murieron entre 116,990 y 233,980 pangolines, cifras que, según los expertos, representan solo el 10% del volumen real de los pangolines incautados como parte del tráfico ilegal de vida silvestre».
Mientras que National Geographic reporta que los cazadores furtivos han dado caza a más de un millón de pangolines en el periodo del 2006 al 2015. Estas cifras continúan al alza a pesar de que a nivel gubernamental se han establecido acuerdos internacionales para penar el tráfico de pangolines, aunque esto no necesariamente implica que se estén llevando a cabo acciones a nivel local.
Puedes ver el siguiente cortometraje que sigue el viaje que un pangolín lleva desde su vida silvestre hasta su caza y contrabando.
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