La literatura tiene pocas obras que pueden ser consideradas realmente universales. Muchas tienen temas con los que todos se pueden identificar: amor, muerte, familia, tiempo y otros; pero son pocas las que, partiendo de una región específica del mundo, puede hacer que cualquiera se entienda con sus personajes, su sentir e incluso con el contexto establecido. “100 años de soledad” es la obra cumbre del realismo mágico y un libro que muestra la historia de un pueblo, que a su vez representa a Colombia, América Latina y a la humanidad, pues lo elementos usados por Gabriel García Márquez pueden ser interpretados como la esencia de la humanidad.
“Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra”.
La historia de los Buendía, la fundación y crecimiento de Macondo, el realismo mágico que sucede todo el tiempo asombrando y consternando al lector –quien se obliga a ver todo con una extraña naturalidad–, han dejado en la literatura una de las obras más entrañables y apreciadas. La lectura puede complicarse, pues los saltos temporales, el número de personajes, las palabras inventadas, las líneas narrativas y el estilo del escritor hacen de “100 años de soledad” una verdadera obra maestra. Sin embargo, la riqueza de la obra recae en que a pesar de todo eso, con un poco de práctica y concentración, la historia es fluida y adictiva, siendo la mezcla perfecta entre una novela “culta” y un libro digerible (mucho más con ayuda del glosario y árbol genealógico presente en la mayoría de las ediciones actuales).
Si has terminado la historia de los Buendía, descubriendo que las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra, entonces los siguientes libros deberían ser tu siguiente lectura. La lista podría comenzar con “La casa de los espíritus”, libro de Isabel Allende, pero tanto se ha comentado sobre el supuesto plagio que representa para esta novela, que decidimos mostrar otras obras. Algunas juegan con el concepto de familia, otras con el tiempo o la narración; unas son más difíciles de leer que la magna obra de Márquez, pero lo que todas tienen en común es que al finalizar la última página, uno siente ese vacío desolador que sólo el terminar una excelente obra literaria puede causar, además de darnos nuevas perspectivas sobre la vida y nuestra propia naturaleza.
Lee aquí 100 años de soledad en sus mejores frases
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“Galore” (2011) – Michael Crummey
El escritor Robert Wiersema dice que si te gustó la novela del Nobel colombiano, esta novela de Michael Crummey será una de tus favoritas. Dice que en esta novela también está el extraño desdoblamiento del tiempo que encuentras en la historia de Macondo y, así como ese libro, éste también muestra la vida de una familia que expone cómo es realmente la sociedad. Al finalizar “Galore” sentirás que conoces tan bien ese pueblo como conoces Macondo, y eso que ambos son pueblos ficticios.
“Llegaron a sospechar que el amor podía ser un sentimiento más reposado y profundo que la felicidad desaforada pero momentánea de sus noches secretas”.
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“Waiting for the Barbarians” (1980) – J. M. Coetzee
Los lugares ficticios permiten a los escritores jugar con el concepto de historia. A partir de estos lugares logran crear conflictos que suponen eventos de la vida real, pero no lo son necesariamente, siendo así mucho más críticos en contra de las políticas del momento. Coetzee hace uso de un pueblo colonial que limita con “El Imperio”, lugar que declara un estado de emergencia en el que comienzan a masacrar a la población indígena y al pueblo antes mencionado. Un general logra salvar a una joven que queda parcialmente ciega debido a las torturas que soportó. La historia va más allá de una novela de amor y se adentra en la psicología de los militares, parece alejarse de “100 años de soledad”, pero basta con recordar la masacre de los trabajadores del banano para entender que también Márquez hace una profunda crítica social a lo que sucedía en su país.
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“The Brief Wondrous life of Oscar Wao” (2007) – Junot Díaz
Mientras los libros anteriores hacen uso de lugares imaginarios para recriminar la violencia de su país, Junot Díaz no tiene problema con mencionar su natal Santo Domingo y al dictador que llevó al país a un estado deplorable y peligroso, Rafael Leonidas Trujillo. Mario Vargas Llosa ya había tratado a tan despreciable ser en “La fiesta del chivo”, pero Díaz no sólo creo un retrato realista en el libro de lo que era la vida del dictador, hizo de ese contexto un nuevo “100 años de soledad”. Tres generaciones, tres distintos puntos de vista, realismo mágico, ciencia ficción, historias de amor imposibles, críticas sociales, políticas y personales; no por algo éste es considerado el mejor libro que el siglo XXI ha visto nacer.
Óscar es el principal protagonista y a partir de su triste vida en Estados Unidos durante los ochenta, comprendemos las dictaduras en América, la segregación racial en Estados Unidos y el espíritu humano que rige a los adolescentes modernos.
Además de esa novela, Junot Díaz tiene uno de los mejores libros de cuento que te romperán el corazón.
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“La mujer que llegaba a las seis” (1950) – Gabriel García Márquez
Entre todas las obras del escritor muchas se podrían recomendar si te gustó “100 años”. “La Hojarasca” y “Los funerales de la mamá grande” también hacen mención a Macondo, por lo que podrían ser los candidatos más aptos, pero nada mejor que este cuento corto en el que el escritor, uno de los grandes románticos latinoamericanos, muestra lo que uno es capaz de hacer por amor. Un día, una mujer que siempre llega a la cafetería de José a las 6, lo hace a distinta hora. La plática entre ambos personajes hace suponer que se ha cometido un asesinato y el único capaz de demostrar la inocencia de la mujer es José, quien está perdidamente enamorado de ella, pero que también es conocido por ser la persona más honrada jamás conocida. Si las historias de amor de la gran novela te encantaron, este cuento será uno de tus favoritos.
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“Then We Came to the End” (2007) – Joshua Ferris
La novela de Márquez es una de las mejores del siglo XX y el tema de la familia es crucial en él, pero en el siglo XXI muchos pueden estar de acuerdo que, debido a las altas horas que uno pasa en la oficina, ese podría ser el primer hogar y las personas con las que uno convive son la familia más cercana que se puede tener. El libro de Ferris no es narrado por un solo personaje, sino por una oficina entera. En lugar de “yo” habla un “nosotros” y desde ahí el argumento narrativo toma otro nivel.
Amoríos de oficina, despidos, traiciones y más. La vida contemporánea no puede pasar por alto lo que hacen millones de personas de 9 a 6, y entre saltos temporales, recuerdos de cada personaje y muchas suposiciones y secretos (tal como funciona una oficina normal), este libro es más gracioso que la serie “The Office”, pero con tanto valor literario como la obra de García Márquez.
“El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”.
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“Pedro Páramo” (1955) – Juan Rulfo
Considerada como otra de las grandes obras del boom latinoamericano, este libro representa una de las mejores formas de jugar con la narrativa, una de las características de los escritores de ese movimiento. Cuenta el paso de un hombre que viaja a Comala para buscar a su padre, Pedro Páramo; a medida de que la trama avanza los eventos sugieren que algo sobrenatural ha sucedido con el pueblo que parece abandonado. Yuxtaponiendo esa historia, se cuentan la venturas y desventuras de Pedro Páramo, hombre temido y por lo tanto respetado en Comala. Revolución, amor y la más arraigada idiosincracia mexicana son parte fundamental de la novela.
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“Los hermanos Karamázov” (1880) – Fiódor Dostoyevski
Una novela extensa que muchos aseguran que es el único libro que necesitas para entender al ser humano. Contando la historia de la familia Karamázov, vemos las cuestiones existenciales de un escritor que plasmó a profundidad el psique del hombre de mediados del siglo XIX. Si crees que el libro del Gabo puede tener muchos temas, prepárate para una lectura pesada que te llevará de la mano de la política, teología, sociología, psicología y más, prometiendo que al finalizar el libro nunca serás el mismo de antes.
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“El llanto más antiguo de la historia del hombre es el llanto de amor”.
“Ada o el Ardor” (1969) – Vladimir Nabokov
Otra historia familiar, y así como Márquez hace del incesto uno de los temas principales, Nabokov exploró ese deseo prohibido en este libro. Si todos consideran “Lolita” su obra maestra, él optó por llamar así a esta novela que muestra la relación entre dos hermanos que al principio creen ser primos y que a pesar de la privilegiada vida y educación que reciben, continúan cayendo en las garras del placer.
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“Guerra y Paz” (1869) – León Tolstói
Una obra monumental más de otro escritor ruso de mediados del siglo XIX. Que las obras de ese país y esa época sean tan memorables no son una coincidencia. Guerras, movimientos sociales e intelectuales dieron como fruto a esta epopeya que muestra la vida de cuatro familias durante la invasión napoleónica. Además de ellos, son muchos personajes reales que tienen mención en la obra cumbre de Tolstói.
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“La virgen de los sicarios” (1994) – Fernando Vallejo
El escritor que llamó cobarde a Márquez por salir de Colombia para vivir en México. Él dice que la literatura del mayor exponente del realismo mágico es una ilusión, una huida de la realidad, cuando lo que se necesita es ser más realistas que nunca. La novela de Vallejo muestra un Medellín bajo guerra. No en contra de otro país, sino entre los cárteles que se alzaron tras la muerte del narcotraficante más famoso del mundo: Pablo Escobar.
La narración de Vallejo nos lleva de la mano de un hombre despreciable, que se cree superior a todos y que se enamora de un sicario. Convivir con él no lo acerca más a la violencia, pues está acostumbrado a ver muertos en las calles e incluso asesinatos de mujeres y niños; sin embargo, el amor por su sicario parecen deshumanizarlo cada vez más.
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“Locamente enamorados al cabo de tantos años de complicidad estéril, gozaban con el milagro de quererse tanto en la mesa como en la cama, y llegaron a ser tan felices, que todavía cuando eran dos ancianos agotados seguían retozando como conejitos y peleándose como perros”.