A pesar de las múltiples reglas ortográficas de nuestro idioma, el español no es tan complejo como se piensa. Existen otros que encabezan la lista de los idiomas más difíciles del mundo, mismos que hacen desertar a quienes tratan de estudiarlos. La amplia flexibilidad de sustantivos y verbos del alemán, la rareza del centinelés, lengua nativa de la Isla Sentinel del Norte (que sólo hablan 50 personas). El casi infinito vocabulario polaco; los complejos caracteres del alfabeto fonético de Corea; la nula conexión que el euskera tiene con otros idiomas; la gramática irregular del ruso y la ilegible estructura del chino, árabe y japonés son los componentes de una lista que agrupa los 10 idiomas más complicados de aprender y comprender en el mundo entero.
Por fortuna el español no se encuentra dentro de estos retos lingüísticos. Tenemos uno de los idiomas mejor estructurados fonética, gramática y lingüísticamente. Conserva raíces y vínculos con otros idiomas que lo vuelven muy sencillo de absorber. Entonces ¿por qué siguen existiendo tantos errores a la hora de hablar, escribir y leer?Todo se relaciona al poco o limitado uso que le damos a nuestro idioma. Pues la mayoría utilizamos un número reducido de palabras para expresarnos, sin importar que existan más alternativas en el vocabulario. Además de la costumbre de emplear las mismas palabras, el ausente hábito de lectura del mexicano es preocupante. De todos los libros que no se leen al año, se podrían obtener cierto número de palabras nuevas para enriquecer nuestro conocimiento del idioma. Por esas razones muchos desconocemos algunos datos importantes sobre el español que, además de ser interesantes y curiosos, nos ayudarían a dejar de cometer tantos errores.
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Apóstrofo es el signo ortográfico que todos conocemos como apóstrofe (´). Mientras que apóstrofe es una figura literaria para describir algo denigrante; como un adjetivo que insulta y provoca.
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Una palabra poco usada y desconocida por muchos es gaznápiro, la cual se utiliza como un sinónimo de simplón, embobado, idiotizado, etc.
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Un error común del idioma español es escribir atravezar o a travez; la escritura correcta para estos términos es atravesar y a través. Sin embargo, la costumbre de escribirlas incorrectamente ha trascendido hasta en medios publicitarios masivos.
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El uso de la g y la j entre vocales es otro problema constante a la hora de escribir. Por ejemplo: entre la “e” y la “i” del verbo corregir se usa “g” (corregía, corrige). Pero entre “a” y “o” se escribe “j” (corrija, corrijo).
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Casi todos sabemos que Allende es un apellido, pero también es una preposición que significa: más allá. Por ejemplo: El señor Allende es un intelectual destacado, allende de ser un catedrático.
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Además de adultero, mentiroso, falso o infiel existe otro adjetivo para dirigirse a alguien que no es fiel a su palabra: fementido. Por ejemplo: No le creo nada, siempre ha sido un fementido.
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Muchas veces, al escribir o hablar, formamos un oxímoron. Es decir una combinación de dos palabras con significado opuesto. Monstruo hermoso; político honesto; criminal bondadoso; machista tierno; son algunos ejemplos.
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Todos los prefijos se escriben sin espacio, es decir exesposo, exnovia, superhéroe se unen a pesar de ser dos vocablos distintos.
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Para expresar cada dos años se utiliza la palabra bienal y para referirse a dos veces al año se utiliza bianual.
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La expresión “en dirección a las agujas del reloj” es comúnmente empleada. Lo que pocos saben es que existe una palabra específica, dextrógiro, para decir que algo gira en ese sentido. Mientras que levógiro se utiliza para explicar que algo va en sentido contrario al de las agujas del reloj.
Una letra puede cambiar el sentido total de una palabra o frase. Los errores del idioma o lenguaje pueden parecer normales, pero no es posible que durante años de utilizar los mismos recursos lingüísticos sigamos entendiéndolos y por lo tanto expresándolos erróneamente. Leer es la forma más sencilla y placentera de, poco a poco, acercarnos más a nuestro propio idioma. Y llenarnos de datos como éstos no sólo es parte de un descubrimiento curioso, sino de una oportunidad para comenzar a corregir las fallas de nuestro español.
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