Los ciclos de vida no son iguales para todos, cada quien acomoda los principios y finales de las cosas que sucede. Un cumpleaños, un aniversario o el inicio de un calendario nuevo no son más que convenciones arbitrarias; ¿no sería mejor vivir cada día como si fuera un nuevo inicio, fresco y renovador? En el siguiente cuento de Fernanda Bribiesca se da respuesta a tal cuestionamiento.
12 UVAS Y TODO NUEVO
31 de diciembre, las 12:00 am y yo ya me estaba comiendo las 12 uvas que me tocaban. Entonces me pregunté a mí misma si era necesario atragantarme con cada una de ellas pidiendo deseos, y llegué a la conclusión de que no. Y no porque estuviera a punto de ahogarme, porque en esos momentos no importan todas las semillitas que nos tragamos y tampoco el hecho de que el tamaño de las uvas haga imposible que quepan todas en la boca al ritmo de las campanadas.
Así que me comí mis uvas con toda tranquilidad y convertí cada una de ellas en un pensamiento. Decidí que para mí los deseos se habían terminado, y en lugar de pedir dinero, me comí la uva pensando en lo mucho que voy a trabajar para conseguirlo; en lugar de pedirle amor a mi uva, la comí pensando en lo que voy a hacer para cuidar y valorar el que ya tengo todos los días; en lugar de pedir que por favor desaparezcan los kilitos que tengo de más, pensé en lo mucho que me voy a esforzar para quererme y cuidarme más cada día.
Cuando me di cuenta, llevaba más de 12 uvas, y confirmé que todas las cosas que deseamos algunas veces las tenemos y no las valoramos, o simplemente están ahí esperando a que nosotros hagamos un esfuerzo para tomarlas. Llegué a la conclusión de que yo ya le había dado un nuevo significado a cada una de esas uvas y a cada una de esas campanadas de un nuevo año que estaba empezando.
También decidí apegarme a la idea de que no necesitamos un nuevo año para pensar en todo lo que queremos, y que tampoco lo necesitamos para darnos cuenta de todo lo que ya tenemos y explotarlo al máximo. Ahora para mí cada día es un año nuevo, todos las noches cierro un ciclo y a la mañana siguiente abro otro para que todas esas uvas que me comí no sean deseos, no sean peticiones, sino cosas que agradezco y que cuido para que se mantengan conmigo.
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Esperar al próximo año paro retomar los propósitos que dejaste pausados es otra excusa para seguir postergándolos. No dejes que la “magia del año nuevo” te haga el milagro, sal a correr, abre un libro, compra tus boletos y empieza a cambiar el rumbo de tu vida desde ahora.