Somos una noche bohemia, que se bebe el silencio con la compañía de Oscar Chávez y Pablo Milanés. Somos golondrina en la mañana, que vuela y deja volar. Somos existencialismo llevado al sentido más puro, en el que el ser y la existencia van de la mano, al ser una dicotomía inseparable. Somos los cuentos de Borges y los ríos y montañas de García Márquez; porque somos el Realismo Mágico, la nostalgia y la primavera, verano, otoño e invierno de Vivaldi.
Somos fuego dentro del hielo, que avanza, recula e incendia todo lo que congela. Somos el dolor, crudeza y pánico contenidos en las pinturas negras de Goya y los relatos de Poe. Somos tentación que se disfraza de deseo. Somos con lo que soñaron los niños que se hicieron viejos. Somos la defensa de lo indefendible. Y sí, somos El amor en los tiempos del cólera. Somos una braza que se niega a extinguirse. Somos el sol de esta galaxia, de la de junto y de la que aún no existe. Somos el amanecer en alguna playa de algún lugar, una taza de café, un susurro lanzado al viento y un futuro pintado con brochazos hechos aprisa.
Somos el “Réquiem” de Mozart y “Lo que el agua me ha dado” de Kahlo. Somos el calor, las lagunas y el ocaso de un día cualquiera. Somos la promesa que espera, que cumple y se encarga de soñar. Somos un beso maldito, que arranca y da respiración. Somos como el mar y la tormenta, como la vida y la muerte, como el infinito contenido en un grano de arena. Somos el Ojalá de Silvio y el jazz de Barrie White. Somos la calma antes de que llegue a tormenta, quietud y caos; velados por misterio que se desnuda para dar paso a un nuevo día. Somos la filosofía de Sartre en la de Camus y en la de Kafka. Somos miedo que se reconoce en el espejo, que se acaricia y se observa, para después dar la bienvenida a la esperanza, y así se convierta en huésped nómada de nuestro corazón.
Somos como un tango de Gardel y una pieza de Yann Tiersen. Negamos la melancolía de Kundera y acariciamos el romanticismo de Cortázar. Somos la oposición natural al nihilismo, y la cura contra los poemas baratos de amor. Somos el olvido y ojalá de Márquez y Marías. Somos lo que fuimos, porque somos lo que somos. Somos la tesis de que la humanidad es libre por esencia. Somos esos 20 poemas de amor y esa canción desesperada. Somos la herencia de un amor oscuro y libre; mutante pero firme. Somos ese punto en el vacío que se niega a la indiferencia, las canciones de amor y los versos acompañados de lágrimas. Somos aquella fogata que alumbra las noches sin estrellas. Somos la prueba viviente de que lo imposible no es más que un simple dogma de otra época. Somos amor y locura; carne y viento. Somos nosotros jugando a vivir. Con todo de por medio. Con todo que perder, pero también con todo por delante. Somos el encuentro efímero de dos amantes. Sencillamente, nosotros, somos la utopía conquistada.