Al terminar una relación, muchas veces la única opción es derrumbarse ante la pérdida que esa persona representa, pero después de un tiempo es lógico levantarse, pues de muchas cosas se muere, pero no de desamor. Superar una de las etapas más difíciles de la vida —depende el contexto, pero en ese momento de verdad lo parece— se puede hacer de distintas maneras, pero muchos dicen que las cosas al ser rápidas y dolorosas sirven mucho más que las que son lentas y se curan en una nube de anestesia prolongada. Sí de verdad deseas sanar un corazón roto, la literatura puede ser tu mejor aliada.
No se trata de novelas optimistas que te demuestran que es posible encontrar el amor después del amor verdadero, son novelas que muestran el fin, cuando no hay más y en las que la esperanza de seguir adelante es mínima. Tres libros, pues en la novela encontramos la mejor disección del amor. A través de la prosa encontramos definiciones, rompimientos, teorías y todo lo que puede ocurrir en el amor dentro y fuera de nosotros. Dos cuentos para de forma rápida y precisa descifrar el desamor, el dolor de la ruptura y la esencia de la decepción. Finalmente, un poema para recordarnos una y otra vez la razón por la que ya no estamos con esa persona, así sea necesario repetirlo mil veces, mil veces lo haremos.
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“Shangai Baby” (1999) – Wei Hui
Una de las obras más poderosas de la literatura china contemporánea. Aunque en ese país ha sido censurada y ha pasado de mano en mano por medio de copias clandestinas, en países como Italia, Francia, Inglaterra, Alemania y más se convirtió en una sensación por la representación tan precisa de la juventud China. Es una obra llena de erotismo y transgresión que narra la historia de Cocó, una joven que vive con su novio, pero éste falla en complacerla sexualmente. Problemas de impotencia y soledad serán aliviados cuando conozca a Mark, un impresionante y apuesto joven alemán que (claro) está casado.
Es fácil confundir el sexo con amor cuando el primero ha sido una decepción por tanto tiempo. Al llegar con la fuerza y dinamismo con los que lo hace Mark, Cocó se ve atrapada en más de una encrucijada. Amor verdadero, amor pasional, sexualidad, impotencia, decisiones y más decisiones; este libro te hará considerar todo el dolor que llevas dentro, la forma en la que llegaste a él y también si vale la pena sufrir tanto.
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“Amor liquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos” (2003) — Zygmunt Bauman
“La afinidad nace de la elección y el cordón umbilical jamás se corta. A menos que la elección se rehaga a diario y se concentren actos nuevos para confirmarla, la afinidad se marchitará y declinará hasta derrumbarse o desarticularse. La intención de mantener viva la afinidad es presagio de una lucha cotidiana y promesa de una vigilancia sin descanso. Para nosotros, habitantes del moderno mundo líquido que aborrece todo lo sólido y durable, todo lo que no sirve para el uso instantáneo y que implica esfuerzos sin limites, esa perspectiva supera toda capacidad y voluntad de negociación”.
Bauman puede parecer un tanto obsesionado con el mundo “líquido”, pero pocas veces ha fallado en desentrañar la sociedad contemporánea que poco a poco pierde (o más bien, construye una nueva) el sentido de la realidad. En su tratado del amor nos da una dura lección acerca de nuestras expectativas románticas que se apegan al pasado y la triste realidad en la que nos es imposible formar verdaderos vínculos con nuestras parejas.
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“Señorita Vodka” (2013) — Susana Iglesias
“Es probable que mi sistema de ‘valores’ esté un poco deteriorado, pese a eso, trato de ser lo menos infeliz posible, de no amargarme ni amargarle la existencia al otro, aunque algunas veces no lo logro. Culpas, remordimientos… mis remordimientos tuvieron origen y final, fueron como navajas que se clavan contra mí todo el tiempo hasta que un buen día me cansé”.
“Señorita Vodka” muestra a una mujer cuyo dolor crece y se refugia en el alcohol y el sexo, pero su dolor no viene de una o dos personas, sino de muchas relaciones fallidas. Una novela que además de hacerte considerar el término “relación destructiva”, te clava más de una cuchillada en la espalda, pues el dolor de ella se convierte en tu dolor, sus confesiones pronto son esos secretos que tú guardas con tu pareja y que a nadie le contarás, pero que ella te revela como si te conociera mejor que tu examante.
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“El principio del placer” (1972) — José Emilio Pacheco
Uno de los cuentos más famosos de Pacheco. Su obra siempre capturó la esencia de la Ciudad de México, pero en “El principio del placer”, el escritor encapsula la juventud, el crecimiento y la decepción de forma magistral. Entre la política y el espectáculo se encuentra el amor, y todos parecen confabular en contra de Jorge y su pasión por las luchas y por Ana Luisa, la niña de la que se enamora irremediable. Al leer el cuento uno puede pensar que él es muy joven, que no está acostumbrado a las decepciones, pero que seguramente eso le servirá de lección para no volver a caer de forma tan fácil. Ése es nuestro error, en lugar de ver los ojos como un joven enamorado, nos educamos (o protegemos) para resistir los crueles azotes que el amor trae consigo, lo cual hace que muchas veces nos rehusemos a enamorarnos una vez más.
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“The Cheater’s Guide to Love” (2012) — Junot Díaz
“Year 0
Your girl catches you cheating. (Well, actually she’s your fiancée, but hey, in a bit it won’t matter.) She could have caught you with one sucia, she could have caught you with two, but because you’re a totally batshit cuero who never empties his e-mail trash can, she caught you with fifty! Sure, over a six-year period, but still. Fifty fucking girls? God damn! Maybe if you’d been engaged to a super-open-minded blanquita you could have survived it—but you’re not engaged to a super-open-minded blanquita. Your girl is a bad-ass salcedense who doesn’t believe in open anything; in fact, the one thing she warned you about, that she swore she would never forgive, was cheating. I’ll put a machete in you, she promised. And, of course, you swore you wouldn’t do it. You swore you wouldn’t. You swore you wouldn’t.And you did”.La prosa de Junot Díaz se maneja de forma sublime en su particular y poético espanglish, que traducirlo literalmente sería un pecado. En el último cuento de su más reciente libro, el escritor de “The Brief Wondrous Life of Oscar Wao” (considerada la mejor novela escrita en lo que va del siglo XXI), nos pone en la mente de su álter ego, Yunior, y su más importante relación. Empezando desde la ruptura, el cuento muestra cinco años de evolución en la vida de Yunior y su incapacidad para soltar la que para él fue la mejor relación de su vida. Una increíble forma de hablar del desamor, de la identidad nacional y de la juventud desentendida de las convenciones sociales.
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“Cleveland Place” – José María Fonollosa
“Sé que por fin has vuelto a la ciudad
en un suntuoso coche de gran lujo…
La gente pensó en mí. Yo la maldigo.
El coche se detuvo ante tu casa,
pero tú no bajaste, no. Vino alguien
a buscarme, mas yo no quise verte.
El coche iba despacio por la calle
dejando tu recuerdo en cada puerta.
Tu cuerpo lo dejó en el cementerio.
Tu madre me miró. Yo la maldije.
Has vuelto a la ciudad porque estás muerta.
Pero yo iré a escupir sobre tu nombre”.
Hay veces en las que uno se arrepiente de haber lastimado a alguien, hay veces en las que llega a ser demasiado tarde y en la peor hora, la tragedia nos arrebata a quien más amamos. Fonollosa nos lleva más lejos, el perdón es para unos, pero hay quienes ni siquiera se lo ganan al cerrar los ojos para siempre. Sólo queda imaginarnos qué fue lo que ella hizo que afectó tanto al narrador para no ser capaz de extrañar ni siquiera un poco a esa persona que en algún momento amó con todas sus fuerzas.
“El desamor es una especie de enfermedad que solamente puede combatirse con rutina”. Las palabras de Veronica Gerber dicen que no es posible ayudarse de la literatura, pero nosotros te recomendamos sanar la herida rápida y dolorosamente. Las historias de desamor pueden ser ese elixir que revitaliza la sangre y le da un nuevo significado a nuestra existencia. Tal vez no sea la mejor forma de sanar, pero el dolor ajeno nos permite ver que tal vez, nosotros no la tenemos tan difícil.
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