Este poema, escrito por Cristine Sánchez, demuestra que la mirada también puede sostenerse en la memoria a través de imágenes poéticas.
En este caso, los ojos no son el espejo del alma sino la ventana a través de la cual circulan los pensamientos más íntimos y profundos, donde lo visual se convierte en insinuación y la palabra precisa encuentra asidero.
Tus ojos invisibles
Tus ojos invisibles que demandan mis palabras,
ésas que no articulo con mi lengua pero entiendes el lenguaje de mis entrañas.
No me di cuenta de que dije de más
pero me fascina la sensación que me provocas cuando intentas engañarme.
Es como un juego, del que te dejo ganar
y no hablo del argumento en sí, si no de que piensas que no sé lo que tramas.
El agua de tus pupilas que imagino me recorre el alma,
siento ganas de devorar todo el misterio que te guardas.
Yo hablaba y ponía mis cuentos que no regalaba a nadie para que los leyeras.
Te probé alguna vez que apenas recuerdo y cavilaste,
ésa fue tu única respuesta por la que acepté como cierta.
Ahora estoy desnuda pero por alguna razón lo sabía y no me importó,
talvez sí te conozco.
Sí, ya me acordé: Eres la energía ausente que aparece en forma de chico normal
pero que esos ojos que de ahora en adelante intentaré descifrar
se hacen presentes en todo lugar.
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