Acusan a las mujeres de haber perdido la cordura por exigir equidad y respeto. Por si fuera poco, las condenan a una vida de encierro donde la única luz será la que se refleja de los pisos limpios y la vajilla de porcelana. Las que no quieran seguir este camino, serán enviadas al manicomio por padecer un desorden mental.
Esta era la mentalidad de la sociedad en la Edad Media, que por desgracia se extendió salvajemente hasta el siglo XIX e incluso, en ciertos sitios, un poco más. En ese lapso muchas mujeres fueren encerradas injustamente por ir en contra de los convenios sociales creados por la figura masculina. Muchas de ellas perecieron en el encierro y otras salieron con una gran cortada en el corazón, de la cual nunca pudieron recuperarse por completo.
Por supuesto, había muchas que no merecían vivir en ese trágico espacio. Sin embargo, había otras delicadas rosas que el venenoso viento que llegó de tierras lejanas fue pudriendo su razón y sus ánimos de vivir poco a poco. Enfermaron del espíritu y su vida se volvió un cuadro trágico lleno de sombras, dolor e inseguridades. “¿Qué es lo que pasa?, decían. ¿Acaso no hay una luz en este frío túnel que alumbre el sendero por el cual debo andar?”.
El entorno las infectó de ideas lúgubres que muchas veces se trasformaron en ideas suicidas. Este listado refiere a aquellas escritoras cuyo corazón, por alguna razón, se rodeó de espinas. Algunas de ellas descubrieron un tenue llama en la poesía o en la prosa y encontraron su salvación o su muerte.
–
Alejandra Pizarnik
Hoy podemos decir que Alejandra fue una de las poetas y escritoras más sensibles de Argentina y de toda Latinoamérica. Aquel don que tenía con las palabras era alimentado por una enorme inseguridad. Desde temprana edad su cabeza se llenó de complejos con respecto a su cuerpo. Sufría de acné, tartamudeaba y tenía la tendencia de subir de peso. Estos factores fueron destruyendo su autoestima al punto que en la edad adulta comenzó a ingerir anfetaminas para combatir sus prolongados episodios de depresión.
Los últimos años de su vida sufrió su soledad dentro de un hospital psiquiátrico. A pesar de que contaba con la bella amistad de Julio Cortázar, con quien llevaba una relación epistolar, en 1972 se quitó la vida ingiriendo 50 pastillas de barbitúrico. Los círculos literarios de Argentina aún lloran su muerte, pero la recuerdan aclamando sus vasta obra poética que provoca el llanto y la ternura.
Conoce los poemas escritos con el lado oscuro del corazón para 7 noches trágicas.
–
Valerie Valere
Otra enorme diosa de las letras que murió a muy temprana edad fue la escritora francesa Valerie Valere. Era una niña obediente en la escuela, algo más tímida de lo habitual, pero razonable por su edad. Sobre su familia, sus biógrafos coinciden que su madre no la quería y era indiferente para su padre. Quizá por estas razones Valerie dejó de comer a los 13 años. Poco tiempo después fue internada en un hospital psiquiátrico para combatir su problema de anorexia.
Tiempo después se volvió a incorporar a su vida habitual. Cuando llegó a la universidad cayó en una fuerte depresión. Comenzó a consumir drogas, a apartarse de su familia y amigos y poco a poco fue construyendo una prisión oscura que terminó por ahogarla. A los 21 años se suicidó ingiriendo somníferos. De todos esos pesares, escribió dos libros hermosos y trágicos: “El pabellón de los niños locos” y “Diario de una anoréxica”.
“He descrito un universo de locura porque eso fue lo que allí viví, no he podido contener la rabia ni la desesperación, el lenguaje se ha rebelado contra mí”.
–
Susanna Kaysen
Susanna nació en 1948. Los primeros años de su vida fueron agradables, coloridos y risueños. Su padre era el asesor del presidente John F. Kennedy, así que tenía la posibilidad económica para darle a su hija todo lo que deseaba. Cuando creció sufrió un fuerte caso de depresión del que nunca se recuperaría. Fue entonces cuando la internaron en un hospital psiquiátrico. De esta cruda experiencia, Sussana Kaysen escribió “Inocencia interrumpida”, que posteriormente adaptarían a la pantalla grande.
El libro relata la historia de Kaysen, una joven de 18 años que es internada en el psiquiatra por intento de suicidio. Ahí es diagnosticada con el trastorno límite de la personalidad. Es casi seguro que la obra fuera un reflejo de su propia existencia, padeciendo en carne propia cada trago amargo que su personaje ficticio sufrió.
–
Zelda Fitzgerald
Zelda, junto con Scott Fitzgerald, protagonizaron uno de los amores más intensos en la historia de la literatura. Ambos amaban las letras, los excesos y las excentricidades. Cuando se juntan dos personas tan explosivas, los resultados nunca son buenos. Cuando los problemas maritales empezaron a salir a la luz, Zelda se sumergió en el alcoholismo. Su adicción, estrés y desesperación ante la vida eran tan grandes que fue internada en un sanatorio.
Ahí le diagnosticaron esquizofrenia, aunque investigaciones recientes dicen que sólo se trataba de un trastorno bipolar. Poco a poco se separó de Scott, pero todo lo que reflexionaba acerca de su matrimonio dentro del manicomio le ayudó a crear increíbles obras autobiográficas. Zelda nunca volvió a ser libre. Pasaron los años y ella seguía lidiando con su enfermedad tras los muros blancos del sanatorio, hasta que murió durante un incendio en el hospital en 1948.
–
Sylvia Plath
Llegando al final de la lista se encuentra el lamentable caso de la poeta y escritora Sylvia Plath. Desde temprana edad mostró una gran sensibilidad lírica y a los 8 años escribió su primer poema. Su vida parecía muy tranquila y prometedora. Estudio en la Universidad de Cambridge, becada por sus grandes escritos. Aún con todo el éxito, siempre existió un profundo pesar en Sylvia, lo que la orilló a atentar con su vida durante el primer año de estudios. Por este hecho fue recluida en un hospital psiquiátrico.
Tiempo después, cuando fue dada de alta, se trasladó a Inglaterra, donde conoció a su esposo Hughes. Vivieron intensos momentos románticos hasta que sufrió un aborto. A partir de este momento, la cordura de la poeta fue destruyéndose poco a poco. Así perdió a su marido y lo poco que le quedaba. El deseo suicida regresó a ella y en 1963 Sylvia Plath se quitó la vida asfixiándose con gas. Hoy es recordada por su magna obra poética que enaltece el sentimiento femenino.
–
Después de conocer estas trágicas historias, podríamos reflexionar que su inspiración vino de su vida trágica, pero hubiera sido mejor que vivieran de una manera tranquila y reconfortante aunque hoy no tuviéramos los versos que dejaron. Siguiendo con las recomendaciones literarias, descubre las 10 mujeres escritoras que debes leer o los 10 libros censurados que toda mujer debe leer.