Todos tenemos una cara oculta que nos da miedo mostrar por culpa de los prejuicios de la gente, es curioso cómo mentimos sobre nosotros mismos sólo para encajar. La presión social a la que nos sometemos por el simple hecho de no ser aceptados es algo que muy pocos conocen y viven con ello. Quienes más sufren de este problema son las mujeres, por siglos se les ha exigido ser recatadas para que la sociedad no las tache de locas o libertinas.
Sigmund Freud clasificó este fenómeno con el nombre de “complejo de virgen puta” o “síndrome de virgen putana”, esta teoría afirma que una mujer sólo puede comportarse de una forma o de otra; es decir, sólo puede adoptar una postura virginal o la de una persona completamente libre de explotar su cuerpo para obtener el mayor placer posible. Según Freud, toda mujer presenta ambas facetas aunque, evidentemente, sólo una es mostrada guardando la otra para momentos más íntimos.
Varios escritores han utilizado este tópico para crear muchos de los personajes más entrañables de la literatura, tanto así que muchas personas se sienten identificadas con éstos debido a dicha condición humana.
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“Anna Karenina” León Tolstoi
En esta novela rusa, la protagonista comienza a sentirse atraída por un conde de apellido Vronski quien también está interesado en Anna; ésta tiene que esconder sus sentimientos hacia el conde debido a que está casada y su marido le solicitó que dejara de frecuentar a Vronski pues la gente en el pueblo comenzaba a crear chismes acerca de un posible romance. A pesar de haber adoptado un nuevo estilo de vida a lado de su amante, Anna no puede abandonar los valores de la sociedad aristócrata a la que originalmente pertenecía. Aunque ella trató de comportarse como una mujer liberada había algo que simplemente no se lo permitía.
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“Justine o los infortunios de la virtud” Marqués de Sade
Desde el título de este libro podemos darnos una idea de la lucha que Justine lleva al enfrentarse con los agravios de la gente en un intento de conservarse virtuosa. La ingenuidad de esta chica la lleva a confiar en personas que lo único que buscan es aprovecharse de ella. El complejo freudiano se cumple cuando vemos que Justine es sometida a toda clase de prácticas sexuales rebajando su estatus de mujer virtuosa al de una ramera que puede ser abusada cuando uno lo disponga.
“Ulises” James Joyce
El personaje que nos interesa de este clásico de la literatura es Molly Bloom, una mujer que después de diez años de celibato decide engañar a su marido y comenzar una aventura con Hugh ‘Blazes’ Boylan. Para tener una idea más clara del empoderamiento de Molly es necesario conocer al menos un poco la historia de “La Odisea” pues esta mujer es una reconfiguración de la figura de Penélope quien sí se guarda para su marido a diferencia del personaje de Joyce.
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“Madame Bobary”- Gustave Flaubert
Cuando Emma Bovary descubre que la vida de la gente acaudalada está muy lejos de ser lo que ella esperaba comienza a aburrirse de su rutina que la obliga a permanecer recluida en su hogar, este hastío la llevará a comenzar una relación con el donjuan del pueblo, Rodolphe Boulanger. Después de todo esta mujer se da cuenta de que no todo en la vida es el dinero y la buena reputación, de vez en cuando también hay que atender las necesidades del cuerpo para no caer en la monotonía que ofrece una sociedad tan hipócrita como la nuestra.
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“Lolita”- Vladimir Nabokov
El concepto de nínfula manejado en esta novela encaja a a perfección con los postulados freudianos pues la imagen inocente de Dolores a quien Humbert cariñosamente llama ‘Lolita’ se derrumba por completo cuando descubre que se trata de una chica totalmente sensual y algo atrevida. No es gratuito que “Lolita” sea una de nuestras novelas favoritas de todos los tiempos, esa imagen de inocencia que contrasta perfectamente con la idea de perversión no nos permite ver a esta chica del mismo modo, pues pasa de ser un ejemplo de virginidad a ser un símbolo de todo lo que nos excita.
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A pesar de que hoy podemos considerar obsoletas muchas de las teorías formuladas por Sigmund Freud, no podemos negar que ésta en particular sigue un tanto presente en nuestras vidas; no sólo refiriéndonos a las mujeres, también los hombres se enfrentan a este juego de máscaras cuando pretendemos ser “chicos buenos” y resultamos ser todos unos patanes. Nadie está a salvo, pase lo que pase siempre estaremos propensos a revelar nuestra verdadera personalidad.
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