En el ensayo “De guerra y muerte”, Freud marca el contraste entre “la actitud cultural-convencional hacia la muerte”, la que implica el reconocimiento de ésta como algo natural e inevitable y el comportamiento que se expresa como “la inequívoca tendencia a hacer a un lado la muerte, a eliminarla de la vida”. Hay entonces, frente a la muerte, distintos modos de saber: se sabe de la muerte pero al mismo tiempo se le desconoce.
Quizá, hasta hoy no exista un concepto tan intrigante como éste. ¿Qué pasa?, ¿qué se siente?, ¿por qué ocurre? Si Carl Sagan tiene razón y somos polvo de estrellas, brillamos en el interior como si de polvo y no de agua se tratase, entonces caminamos hacia el olvido y eso no es otra cosa que apagar estrellas.
La creencia en la inmortalidad del alma y la valoración de algunas religiones y acepciones son modos de “arrebatar a la muerte el significado de ‘canceladora’ de la vida”. Pero no sólo las culturas hacen un recuento de eso tan intrigante que sucede a la vida. Ésta es una pequeña selección de la muerte a través de la literatura.
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La fotografía como historia de muerte
Salvador Elizondo en “Los Testigos”
Según el escritor Salvador Elizondo, la fotografía es una mensajera de la muerte, pues mantiene una relación más cercana con el espejo que con la pintura porque su grado de similitud es inmaculado.
Dice Elizondo en “Los testigos” que la cámara posee un ojo intimidante, profundo como un abismo en la medida que muestra y manifiesta la percepción idéntica de la escena.
“Decir que la muerte tiene mirada de cámara fotográfica es invertir los términos de la correlación que se plantea: la cámara fotográfica tiene mirada como de muerte. ¿Tiene la muerte mirada de cámara fotográfica?”. De esta manera, Salvador Elizondo sitúa a la fotografía como una página más en la historia de la muerte. [1]
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“La muerte y los mexicanos”
Octavio Paz en “El laberinto de la soledad”
“La muerte es un espejo que refleja
las vanas gesticulaciones de la vida”.
“Para los antiguos mexicanos, la oposición entre muerte y vida no era tan absoluta como para nosotros. La vida se prolongaba en la muerte. Y a la inversa. La muerte no era el fin natural de la vida, sino fase de un ciclo infinito.” En “El laberinto de la soledad”, Octavio Paz explica la transformación de la idea original de la muerte en nuestro territorio: “El advenimiento del catolicismo modifica radicalmente esta situación. El sacrificio y la idea de salvación que antes eran colectivos, se vuelven personales”, mientras que “para los antiguos aztecas lo esencial era asegurar la continuidad de la creación; el sacrificio no entrañaba la salvación ultraterrenal, sino la salud cósmica; el mundo y no el individuo, vivía gracias a la sangre y la muerte de los hombres. Para los cristianos, el individuo es lo que cuenta”.
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“Las voces de las víctimas en México”
Juan Villoro
Juan Villoro, novelista, cuentista y ensayista mexicano, ha experimentado la muerte de diversas maneras: el terremoto en Chile, la reciente muerte de su padre y las constantes muertes en el país. Quizá las últimas son las más dolorosas en una nación que parece ser un enfermo terminal que la enfrenta en cada esquina. El escritor mexicano sabe que el fin de la vida está latente cada segundo en una de las ciudades más violentas de América Latina y así es como describe el temor de todo un país:
“A México lo imagino como a un paciente de terapia intensiva, no necesariamente de una edad específica; puede ser un niño, puede ser un adulto pero lo importante es que está muy necesitado de alivios. Lo veo así: como un paciente de terapia intensiva con un muy mal pronóstico de salir adelante. Estamos en un país que te preguntas si vale la pena que exista. Tan desastrosa es la situación. Es muy difícil ahora concebir una esperanza más o menos tangible, que nos parezca realizable. Me parece que una de las peores crisis que puede tener un país es no solamente la de estar mal, sino la de perder expectativas de cambio. Porque ha habido momentos muy difíciles en México que, sin embargo, han tenido como complemento aventuras sociales importantes. Movimientos como el cardenismo en los años ochenta y la posible victoria de Cuauhtémoc Cárdenas en el ’88, el movimiento zapatista del ’94 y aunque el zapatismo sigue siendo un ideal muy válido en la zona donde están reinventando la vida diaria, hoy no vemos a nivel nacional grandes aventuras de transformación. Entonces tenemos una sociedad corrupta, impune, desigual, donde la mayoría de la gente vive en pobreza y al mismo tiempo, es difícil encontrar una ventana de esperanza en un partido político, en una opción ya constituida, entonces, en ese sentido, este enfermo de terapia intensiva no encuentra un doctor que diga ‘aquí está el remedio’; es más, ni siquiera tiene la posibilidad de decir ‘hay un tratamiento que me va a sacar de aquí’. Es una situación que parece terminal… pero bueno, la esperanza es lo último que se pierde y ojalá seamos capaces de fraguar alguna opción de cambio”.
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La escritura, antídoto contra la muerte.
Vicente Quirarte
El suicidio fue algo que el poeta, ensayista, narrador y catedrático mexicano Vicente Quirarte experimentó de la peor manera: dos muertes, la de su padre y hermano. El miembro de El Colegio Nacional logró superarlo con la escritura y encontró en los versos las palabras que de otra manera no hubiera logrado:
“A veces, cuando nada
pareciera librarnos del desastre,
estas ganas de ser maleducado
y de abrir, como tú, la puerta grande.
Pero afuera del baño de cantina,
mis amigos me esperan: su alegría
tras una selva negra de botellas.
Mira, siempre podemos engañarnos:
Que tus libros, tu huella, tus alumnos.
Lo cierto es que tus manos ya no cogen,
Que tus labios no inventan otra boca
y no orinas, soltando, lo que bebes.
Por eso llamaré —capricho de borracho—
a la Carmen que no conociste
y le diré las cosas que me vuelven
más vivo que este ruido y este antro.
Y mi cuerpo saldrá de la cantina
y el aire de la noche será frío
y habrá más todavías, mañanas y más tardes.
¿Qué pensaste —carajo—, qué sentiste,
al volar por segundos, convencido
de que abajo la red no te esperaba?”.
Fragmento de “Razones del Samurái”.
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La compañía constante de la muerte
Rubén Bonifaz Nuño
Es innegable que la muerte es una eterna compañera. A veces sorprende, otras se muestra condescendiente y regala tiempo; tiempo para amar, para despedirse, para disfrutar cada momento de la vida… Este tiempo no es gratis y la muerte cobra factura de diversas maneras. Eso lo supo el poeta mexicano Rubén Bonifaz Nuño y así fue como esta eterna compañera le anunciaba su llegada:
“A la horrible edad de más de ochenta años, cuando uno está sintiendo que todo se ha perdido física e intelectualmente, la muerte es una compañía constante y de ninguna manera agradable, entonces se puede hablar con la muerte, pero puede uno decir lo que piensa de ella, que la muerte no es ninguna cosa solemne ni elegante, ni algo por el estilo, sino que es una entidad dañina pero de muchas formas ridículas; por eso me parecen muy buenos los apodos que los mexicanos le damos: la Dientona, la Flaca, la Calaca; es decir, nombres que no indican respeto sino más bien lo contrario. Eso es lo que se merece la muerte porque lo está matando a uno continuamente: la muerte no llega en un solo instante, llega a través de mucho tiempo, fraccionada, consumiéndolo a uno.
A mí la muerte me quitó la vista, me quitó el sentido del oído, me quitó la fuerza de las piernas y así me va quitando cada día algo más. Insisto en que la muerte no es cosa de un instante sino de un proceso muy largo que empieza posiblemente la primera vez que uno llora, al nacer”.
Dicen que muerte llega con el olvido, quizá por eso nos aferramos tanto a nuestros difuntos y no hay algo mejor para la permanencia que las palabras de las grandes plumas. Si te intriga tanto la muerte, El Colegio Nacional te invita, del 16 al 22 de octubre al encuentro internacional Libertad por el saber; en esta primera edición el tema central será
Pensar la muerte.
Entre los ejes rectores que guiarán el encuentro destacan: la biología, la historia, la antropología, la química, la literatura, la arqueología, la lingüística, la música y el derecho. Algunos ejemplos de las actividades que nutren este programa son:
– Concierto de inauguración “Dante y los mundos más allá de la muerte”. (Coordina: Mario Lavista)
– Mesa de diálogo entre poetas y escritores “El poeta y la muerte”. (Coordina: Vicente Quirarte)
– Mesa de diálogo entre periodistas y escritores “Recuento de la muerte: las voces de las víctimas”. (Coordina: Juan Villoro)
– Mesa de diálogo sobre jurisprudencia comparada “La eutanasia en el mundo: derecho a la muerte digna”. (Coordina: Diego Valadés)
– Conferencias sobre lingüística y antropología “Extinción y pérdida de las lenguas”. (Coordina: Luis Fernando Lara y Miguel León Portilla)
– Conferencias sobre historia, arte y antropología “La muerte en el arte mexicano”. (Coordina: Javier Garciadiego)
– Conferencias sobre arqueología “El colapso de las civilizaciones”. (Coordina: Linda Rosa Manzanilla Naim)
– Conferencias sobre astronomía “La muerte de las estrellas”. (Coordinan: Manuel Peimbert Sierra y Luis Felipe Rodríguez Jorge)
Los escritores Juan Villoro y Vicente Quirarte, los médicos Ruy Pérez Tamayo y Adolfo Martínez Palomo, los historiadores Miguel León-Portilla y Enrique Krauze, el lingüista Luis Fernando Lara, el músico Mario Lavista, los arqueólogos Eduardo Matos-Moctezuma y Linda Rosa Manzanilla Naim, los juristas José Ramón Cossío y Diego Valadés, y los científicos Antonio Lazcano, Ranulfo Romo y Alejandro Frank son algunos de los miembros de esta institución que participarán en Pensar la muerte.
Entre los invitados internacionales se encuentran la arqueóloga Marcella Frangipane, el paleontólogo Andrew Knoll y el historiador Luis Millones.
El acceso a todas las actividades del encuentro será gratuito.
Consulta más información de todas las actividades y sigue las transmisiones en vivo aquí.
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Referencia
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