Lejos de encuentros amistosos, nuestras primeras aproximaciones a la Física, como campo de estudio, suelen parecerse más a “encuentros cercanos del tercer tipo”. De entre los sepulcros mentales donde dejamos las fórmulas, las unidades métricas y otros conocimientos adquiridos (y olvidados) en la secundaria, la física emerge como un fantasma que, aunque sospechamos que existe, nunca terminamos de entender del todo.
¿Por qué, entonces, es importante comunicar la ciencia? ¿Es, acaso, un tema sólo para científicos?
Tras charlar con Alejandro Frank —doctor en Física y fundador tanto del Programa Adopte un Talento (PAUTA), como del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM— sí que descubrimos una manera de comenzar a ver a la ciencia como un diálogo vivo con el mundo. Esto fue lo que aprendimos tras hablar con alguien que se ha entregado a la aventura diaria de vincular su especialidad con la realidad cotidiana.
La ciencia pueden ser elemental, mi querido Watson
El estudio científico puede ir “de lo elemental, a lo complejo”. Prueba de esto es el área de especialización de Frank, quien actualmente trabaja dentro de las llamadas “ciencias de la complejidad”, una rama que dio su nombre al C3, el cual ayudó a crear en el 2009. Este espacio fue diseñado para enfrentar problemas científicos de frontera y de carácter interdisciplinario, los cuales posen una fuerte carga social y económica.
Pero, ¿en qué difieren éstas de las ciencias elementales?
Alejandro Frank (AF): Primero, consideremos lo elemental no como sinónimo de “lo fácil” o “lo sencillo”, sino como una referencia a los “elementos” que componen el mundo. Entendido de esa manera, podemos proceder a analizar diferentes sistemas como si estuvieran aislados, tal es el caso de un átomo, un núcleo o una molécula. Al estudiarlos en un laboratorio, entendemos cómo se comportan y cuáles son sus “códigos de barras”. Eso es lo que hacen todos estos sistemas: emiten radiación, una especie de luz. Por eso podemos ver a las estrellas o podemos saber qué elementos existen en la superficie de éstas.
Este tipo de ciencia ha sido muy enriquecedora; es la ciencia de Galileo, de Newton y de Copérnico -quienes, sin tomar en cuenta a los habitantes de la tierra o el clima- pudieron entender el movimiento de los astros, deducir las leyes importantes de la naturaleza. Esto nos ha llevado a instrumentos como el celular, permitiéndonos, entre otras cosas, tener el mundo, la información, en nuestras manos. Esta condición de “tener al mundo en la palma de la mano” es un logro, en gran medida, de la ciencia elemental, de la ciencia dura, de la ciencia “reduccionista” (que a veces se dice peyorativamente, pero que no lo es).
La economía, la salud y el medio ambiente son un problema científico
AF: Sin embargo, para los problemas reales de nuestra sociedad, esta visión de espacios o de escalas que están asiladas del resto deja de ser funcional. ¿Cómo te explico esto? Tal vez la mejor manera sea pensar en un estanque en la selva, donde hay plancton y muchos, millones microorganismos que, a su vez, son comida para pequeños insectos, pescaditos, reptiles y mamíferos. Dentro y fuera del estanque hay una inmensa cantidad de vida vegetal.
¿Recuerdas el ejemplo del átomo? Cuando yo estoy estudiando éste, puedo olvidarme de si es de día o de noche, de si está caliente o frío el clima; está aislado, como un objeto en una cajita. Por ello, podemos obviar su interacción con el exterior. En cambio, si en este estanque derramamos alguna sustancia tóxica, vamos a suponer que sólo afecta directamente al plancton, a los pequeños microorganismos. Sin embargo, esto terminará por afectar a todo el sistema: se multiplica, se propaga, como una catarata. Para entender lo que está pasando en el sistema, no podemos restringirnos a la escala de los microorganismos, ni a la de los insectos, los mosquitos, los reptiles y los mamíferos, sino a todo.
De este modo, la ciencias de la complejidad investigan los sistemas en los que hay una interacción enorme entre sus partes. Estudiarlos así nos permite aproximarnos de forma disciplinaria. Eso es lo que hacen los sistemas complejos: el medio ambiente es así, la economía es así, la salud es así. En este último caso, si llega un paciente con el médico con una diabetes espantosa, no se puede resolver de buenas a primeras. La diabetes es una epidemia en México, un problema social, un problema económico, un problema de pobreza, además de ser un asunto médico, genético y fisiológico.
La ciencia puede ser fascinante por sí misma
¿Te gusta la ciencia ficción?
AF: Disfruto la ciencia ficción, pero más que ésta, me gusta la comunicación de la ciencia. Los ensayos científicos de Isaac Asimov son fenomenales. Él es un famosísimo escritor de este género, pero es menos conocido por la enorme cantidad de libros de divulgación. Para mí, la ciencia en sí es tan fantástica y tan maravillosa que la ciencia ficción no me aporta demasiada emoción. La ciencia en sí me produce una gran emoción constante. Leer noticias de los nuevos descubrimientos que suceden día a día y participar en ellos, el poder comprender nuestro universo y la maravilla que representa me emociona tanto que queda poco espacio para la ficción.
La ciencia puede ser una luz en la oscuridad
¿Y qué se necesita para ser un buen divulgador de la ciencia?
AF: Bueno, de entrada puedo mencionar a Carl Sagan, el paradigma del gran comunicador, porque no sólo tiene un bagaje científico maravilloso, sin que es un humanista, casi un poeta. Otra recomendación lectora es su obra «La ciencia y sus demonios», un libro que también es un legado científico. Sagan lo escribió sabiendo que ya estaba gravemente enfermo. En este caso, los “demonios” son las supersticiones, por lo que el subtítulo del libro es “la ciencia como luz en la oscuridad”. Ésta es la que nos puede librar de esos demonios y más vale que lo hagamos. Los problemas a los que nos enfrentamos, como el cambio climático la extinción de especies, y todos los demás que se derivan de ellos, tienen que ver con esto.…
Un gran comunicador es alguien que puede hablar, no sólo científicamente, sino con emotividad e, inclusive, con capacidad poética. Sobre este punto, te sugiero también buscar un video en YouTube. Es un fragmento de Cosmos llamado El punto azul pálido (The pale blue dot) que, para mí, es un fragmento que sintetiza lo que es posible hacer, con una belleza y una humanidad enorme, y transmitir lo que significa estar en la tierra. Creo que deberíamos mostrárselo a todos los niños, desde chicos, a los jóvenes, que conozcan esta manera de ver el mundo desde afuera, de ver ese pequeño punto azul pálido donde han sucedido todos los eventos que conocemos, eventos que tienen que ver con nosotros.
La ciencia necesita aliados grandes y pequeños
¿Y los maestros de primaria también deben ser comunicadores de la ciencia?
Yo creo que, número uno, debemos impulsar la carrera magisterial de otra manera, debemos valorar lo que significa ser un maestro de educación básica, incluso de preescolar. A ellos les entregamos los recursos naturales más valiosos que tenemos: nuestros niños. En algunos países nórdicos, los maestros de primaria son más valorados y se les paga mejor que a los ingenieros o a los médicos, y con toda razón: tienen la responsabilidad de educar e inculcar valores y seguridad.
Hay que establecer puentes entre los maestros y la academia. Nosotros, los investigadores, quienes estamos en una situación privilegiada, necesitamos contribuir a esta educación. En el Instituto de Ciencias Nucleares iniciamos un programa que se llama PAUTA (Programa Adopte un Talento) en el cual intentamos establecer un diálogo entre los investigadores, los científicos y los maestros. El objetivo son los niños y los profesores son nuestros aliados, así como los padres de familia. A los maestros se les exige mucho y se les paga y estimula muy poco. Nosotros hemos tenido experiencias muy ricas con maestros de primaria, incluso de preescolar, que ven lo que sucede cuando los niños se enfrentan y encuentran a la ciencia, el gozo que esto les produce. La ciencia no debe verse como algo utilitario; es una fuente de satisfacción, de alegría. Creo que tenemos que transmitirle eso a nuestros niños. Es la mejor manera de invitarlos a esta aventura de conocer y sentirse verdaderamente fascinado con lo que ocurre.
En la ciencia, la unión hace la fuerza
Este año pasaste a formar parte de los miembros de El Colegio Nacional (ECN), una institución cultural que lleva setenta y dos años dedicados a la divulgación de las ciencias, las humanidades y las artes. ¿Qué representa para ti ingresar a ECN?
Me siento profundamente honrado y agradecido, además de un poco abrumado por la responsabilidad que implica Han estado ahí personajes que he conocido, incluso personalmente, como Marcos Moshinsky y Octavio Novaro. Por ello, me siento conmovido por esta distinción, en vista de que yo creo que hay muchos científicos y muchos personajes en México que merecerían esta distinción. Está en mis planes aprovechar mi ingreso para poder ampliar mis actividades -sobre todo en este asunto multidisciplinar de la complejidad- al contar con el apoyo y el consejo de grandes especialistas en muchos temas. Esa es precisamente el área donde estoy ahora más interesado. Espero poder invitarlos a participar y así enriquecer los proyectos en los que trabajo actualmente.
A los físicos les apasiona su trabajo (y también les gustan los chistes). Para más información sobre el Dr. Frank y otras actividades de divulgación científica, visita el portal de El Colegio Nacional.
Facebook: El Colegio Nacional (México)
Twitter: @ColegioNal_mx
Elaboró: VCS
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