Así como se ha referido un sinnúmero de veces a Coca-Cola como la responsable de venerar a un señor barbón, de prominente barriga y terso traje rojo en Navidad, podríamos nombrar a Dickens como el autor original de nuestra fascinación a la fiesta decembrina que vuelve locos a todos en un tono espiritual y mercadológico. Sí, así como Santa Claus es consecuencia de una invención fantástica para el consumismo, la festividad que se desarrolla durante la Noche Buena fue una iniciativa de las artes y la necesidad de un escritor por tener éxito.
Hasta el momento en que Charles Dickens presentó públicamente Un cuento de Navidad, la fecha que de hecho era bien recibida y siempre ejecutada por el Imperio británico era el Boxing Day. Una celebración acostumbrada el 26 de cada diciembre en que se promueve la realización de donaciones y regalos a los pobres. ¿Imaginas que hasta ahora se siguiera realizando de esta manera? Quizá sería una mejor opción, pero el laureado autor decidió –indirectamente– que nuestro destino fuese otro.
A la Navidad hubo un tiempo en que se lo conocía como un animado festival pagano, para el cual las personas se vestían con disfraces y actuaban en una suerte de carnaval; posteriormente, el ascenso de los puritanos a mediados del siglo XVII condujo a la represión de la fiesta y el comportamiento licencioso asociado con con ella. Pero con A Christmas Carol se inauguró como conocemos la magna celebración que toma al pino con esferas como símbolo de familia, paz y amor.
Cuando el festival cayó en desgracia –excepto en pequeños lugares del campo, incluida la zona rural donde Dickens vivió de niño– se presume que para el autor fue clave el experimentar días nevados y alejados de Londres para hacer de la imagen navideña un horizonte blanco y colmado de vegetación, misma que persiste hasta nuestros días.
Cuando Dickens presentó su libro sobre la Navidad a los editores, estos no podían entender por qué a alguien le interesaría la idea; sin embargo, por azares del destino, la reina Victoria se había casado recientemente con el príncipe alemán Albert, quien trajo el árbol de Navidad de Alemania entre otras ideas que dieron respaldo popular a la narrativa del escritor inglés.
La popularidad casi instantánea de A Christmas Carol dio pie a una serie de factores que ayudaron a posicionar a la Navidad como “La Fiesta de Invierno”; así, Dickens no sólo se hizo de nombre en Gran Bretaña, sino también en los Estados Unidos, comenzando un tour de lectura que desembocó en algo que él jamás hubiera imaginado: la internacionalización de un festejo que conjugaba mística, moralidad y merchandising.
A Christmas Carol, publicado seis días antes de la Navidad de 1843, vendió las 6 mil primeras copias que se le habían realizado. Además de lo atractivo de su personaje principal y el final tan esperanzador que todos conocemos, el éxito de esta obra se debe a su gran accesibilidad y al reflejo de las cosas que amamos y celebramos en estos días cuando nos reunimos con familia y amigos.
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