A continuación se comparte un poema escrito por Aidaly Ochoa, quien indaga en uno de los primeros vínculos emocionales.
A ti, mi padre
*No sé si lo leas algún día, pero te amo a pesar de todo. A veces juzgamos demasiado duro cuando no entendemos los motivos.
Te pido disculpas, papá
por juzgarte siempre tan duro y nunca ponerme en tus zapatos
ni pensar en la responsabilidad tan grande que llevabas
por no hablar de la culpa que nació de tres matrimonios fallidos
de lo decepcionante que es el fracaso después de trabajar tanto
Foto: Ogino Taro
Incluso por no haber estado en muchas ocasiones
en ese momento yo no me imaginaba lo que podías sentir
sólo pensaba que debías agradecer el cariño de quienes te amábamos
y fui muy injusta contigo, y te culpé por todas mis equivocaciones
sin detenerme un minuto a pensar
que tú también eras humano y podías errar
perdóname por no haberte perdonado, hasta entonces
por jugar a hacerme la mártir
pero es ese pequeño pecado que cometemos los hijos
el de idealizar padres perfectos, que lo saben todo
que harán nuestra vida increíble
es cuando salimos al mundo y cometemos nuestros propios fracasos
cuando entendemos que la vida no es fácil
y es ahora cuando percibo que heredé tu tendencia al desastre
a fallar más que a acertar
Foto: Ti Ti
Es ahora cuando me siento más cerca de ti que en ningún otro instante, aunque estés tan lejos
porque me veo siendo completamente vulnerable ante los vicios, el desamor y la ira
cuando siento en mi propia piel las consecuencias de mis actos
sé que sin embargo, me quisiste
y dejaré por fin de culparte por todo
a pesar de saber que heredé de ti la pasión por el arte
por el vino
por el amor
y sobre todo
por la soledad
***
Tal vez deshacerse de algo, como el peso muerto del pasado, por ejemplo, tiene que ver con lo que no necesitas pero que igual quieres.