Hoy, la mujer, dentro de su privacidad, se conecta con la obsesión que tiene por alcanzar la tan deseada perfección, sometiéndose a métodos que ponen en peligro su salud y arrebatan su naturalidad. Pero existen algunas otras valientes que se aceptan como son, que no temen ser honestas con ellas y muestran su verdadera cara al mundo. Si eres una mujer que respeta lo que quiere, siente y sueña, este texto es para ti…
A ti que llevas el cabello suelto bailando al compás de tus pasos seguros por donde pisas, robando más de una mirada y dejando tu aroma florecer en los rincones de la ciudad.
A ti que tomas tanto café por la mañana como cerveza por las noches, que madrugas para iniciar cada jornada y te desvelas en cosas insignificantes.
A ti que luces impecable para sentirte bella y no para satisfacer al sexo opuesto (o al mismo sexo), que puedes salir a la calle sin una gota de maquillaje y sentirte segura y hermosa.
A ti que no tienes tapujos para decir las cosas, que eres espontánea y directa, que no tienes miedo a expresar tus pensamientos ni abrir la boca cuando algo te molesta, que dices “No” cuando no quieres y sigues firme en tu convicción.
A ti que vives sin restricciones, sin culpas, sin miedos. Que haces lo que te gusta porque te gusta, importándote un carajo lo que dice la sociedad. Que eres libre de reír, hablar, fumar y coger sin timidez.
A ti, mujer bonita, que puedes ser una dama y comportarte como todo lo contrario cuando sientas ganas, que no siempre tienes las palabras adecuadas en la boca, que no siempre vistes recatada ni eres educada, que a veces te excedes con el alcohol y coqueteas con el de a lado, que no tienes miedo de mostrarte como eres, que eres capaz de mandar a unos cuantos a la mierda y que tienes el valor de extrañar a alguien o de decidir si quieres ser feliz sola. A ti que no tienes miedo de amar y sufrir por un amor, que te gusta arriesgar, que tienes el coraje de levantarte cada vez que desfallezcas, que no temes rendirte porque eres persistente. A ti que no te importa mostrar lo que sientes, que a veces estás de malhumor y te da igual lo que los demás piensen.
A ti, mujer bonita, quiero pedirte que no dejes que nada te eclipse, que nadie robe tu paz ni tu esencia, que sigas siendo tan feliz como hasta ahora y que te permitas ser infeliz de vez en cuando, que experimentes cosas nuevas, cosas que nunca hubieras imaginado, que te aventures en lo desconocido y que te querás a vos antes de querer a alguien más. Que sigas siendo tan bonita y tan cabrona como hasta ahora.
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Porque todo va más allá de la sátira que guarda el periodo en el que una niña, como en un abrir y cerrar de ojos, empieza la metamorfosis “de niña a mujer”, te presentamos los siguientes hábitos que reflejan una verdadera madurez.