Texto escrito por Paulina G. Orozco
El deseo por encontrar a la pareja ideal con la cual el amor surja al igual que en los cuentos de hadas, en los que la belleza y la magia eran parte de las historias aparentemente felices, se convierte aún en un sueño recurrente de muchas mujeres que se han creído la falsa idea de lo que tendría que ser el amor, cómo debería ser una relación y lo que deberían esperar del otro.
Cuando una pareja perfecta aparece, de inmediato, pensamos que algo no cuadra: ella es guapa, inteligente, experta en la cocina y sociable, mientras que él, por su parte, es exitoso en su trabajo, cortés con su pareja, disfruta la lectura, es atento con las personas con capacidades diferentes y, por demás, atractivo; sin embargo, tanta perfección puede levantar sospechas: ¿no pelean?, ¿por qué siempre van juntos a todos lados incluso al baño?, ¿por qué comparten el celular y la computadora sin pensar en el derecho a la privacidad del otro?, y, ¿de verdad son tan felices como aparentan? Esto es lo que se narra en el libro Al cerrar la puerta, de B. A. Pais.
No es que envidiemos una situación así, sino no que es complicado entender que suceda en la vida real; además de que no es sano vivir en un ambiente en el que no hay errores, ya que no existen los humanos perfectos. Así que lejos de estar recelosos por la relación de los otros, es inevitable sentir curiosidad sobre qué hay detrás de esa cortina rosa.
Las páginas de Al cerrar la puerta narran de manera impecable la angustia y el terror psicológico al que Grace está sometida desde hace meses por su (aparentemente) encantador marido; un psicópata que engaña a cualquiera con la fachada de abogado defensor de mujeres violentadas. Ninguno de los amigos imagina los horrores que se encuentran en el sótano de la casa, mucho menos pensarían que antes de salir de casa, Jack revisa hasta el último centímetro del cuerpo de su esposa para evitar que, en un descuido, ella pueda pedir ayuda.
Aunque eso llegara a suceder, él siempre está un paso adelante; sabe que Grace podría gritar desesperadamente por las calles que la tienen en cautiverio; por eso, se ha encargado de hablar con las autoridades para que comprendan su delicada situación: que padece una severa enfermedad mental y que, algunas veces, tiene brotes psicóticos en los que alucina estar en una prisión…
Las sensaciones de miedo, angustia, enojo y duda están plasmadas en todo el libro, y tan bien descritas que no se puede evitar sentir el mismo terror cada que Jack aparece en escena. Después de leerlo, surgirán muchas preguntas de qué vivió o en qué se basó la autora para poder contar con detalle una situación como esta; sin embargo, de acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas, el 70 % de las mujeres en el mundo han sufrido, por lo menos, un tipo de violencia en algún momento de su vida, o muchas lo sufrirán en el futuro.
Podríamos asegurar que, después de leerlo, no querrás confiar en nadie por unos días…
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Si te gustan las historias en las que no estás seguro de lo que sucede, entonces querrás saber más del hombre que observó en secreto cientos de encuentros sexuales en un hotel.
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Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a India Earl.