Encendimos la luz y nuestros ojos se miraron
alimentándose de cerca,
encontrándose al fin.
Nuestras bocas se unieron
un suave beso surgió
una explosión se desato
un ardor nos abarcaba.
Tus ojos sobre los míos
tu aliento nervioso.
Mi cuerpo acalorado
la furia me habita.
Mi sangre arde.
Mis ojos te tragan.
Mis labios se queman.
ansían tener tu piel.
Desato entonces mis amarras
me suelto sobre tu cuerpo
mis labios sin mesura, te cobijan
tus manos me envuelven en caricias
me aprisionan desesperadas
y me alojan con tu fervor.
No hay más miradas,
No hay palabras.
Con los ojos cerrados
mordiéndonos los labios,
desnudos ahora.
Alertas uno con el otro
conjugando un solo ser.
Tu forma despierta y firme
me incita a saborearte
lo tomo entre mis manos
y mi boca traviesa va a ti
ligera mi lengua te tantea
creces y pulsas acelerado, tanto como yo
de poder tenernos.
Vamos deleitándonos
saboreándonos finamente.
Tus manos vigorosas me toman
y me sientan sobre ti, magnifica sensación,
cada célula se estremece, mi espalda se tuerce
mi esencia se expande.
Sonrió instintivamente y me dispongo a ir contra ti.
Mezcla de goce, dulzura y arrebato.
Mi cara una mueca de placer,
tu rostro muestra del milagro de estar en mí.
¡No cesamos, no nos rendimos!
Continuamos en pie…
Mi cuerpo se contrae, mis piernas trémulas.
Me dilato flotando en el paraíso.
Mientras tú vienes sobre mí,
tendida, dispuesta.
Sutil vas entrando de nuevo, fiesta en mi interior.
Embistes sobre mi cuerpo que reacciona dichoso.
Me diluyo, te abrazo.
Jadeante me pego a ti y juntos alcanzamos
la cima: el oasis del placer.
Exaltados volvemos a mirarnos
aún sin palabras.
En calma en el silencio más delicioso, sonreímos.
En un abrazo, nos lo hemos dicho todo.
**
Dos cuerpos unidos por el deseo de las pieles, pues “al hablarte me escuchas desnuda de conceptos”.
**
Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a Olivia Bee.