Las palabras se ahogan si no les pongo el freno.
Me ayudan a mantener la calma cuando pierdo el control sobre mis dedos.
Que mi pecho necesita el mar para respirar
Que mis manos sin mapa no me saben guiar.
En el horizonte me vienen avisando los truenos
Pero estoy tranquila, ya despojé de cadenas mis miedos.
Las palabras no sirven de nada si me concentro en tu deseo.
Me impiden improvisar tu sonrisa cuando nos catapultamos al cielo.
Que mis ojos ávidos ya te habían estudiado
Que mis labios sedientos ya te habían devorado.
En el norte me vienen reclamando cordura
Pero estoy serena, ya vacié de costumbre mi sepultura.
Las palabras se precipitan con descaro si escapo de este bucle inerme.
Me socorren de la mediocridad cuando no puedo sostenerme.
Alucino felicidad cuando te veo ser bajo el día soleado
Cantando entre callejones libres y sin dueños.
Creo que de tanto mirar al cielo me he cegado
Así ahora reconoceré la realidad con las manos y no con los sueños.