Si un librero enorme cayera sobre un verdadero amante de la literatura, este no se preocuparía por su dolor ni su integridad física, se preocuparía por la seguridad de los libros. Miraría con cuidado qué daño sufrió cada uno y lamentaría con ímpetu cada hoja doblada o portada destruida en el accidente. Así de profundo es su amor por las letras y esos objetos que lo transportan a otro mundo. Siempre sufrirán más por un daño en alguna hoja que por una herida en su piel.
La cercanía con los libros y el valor que les atribuyen no sólo proviene de su amor por las letras, está vinculado con su corazón y sus sentimientos. Cada quien le aporta cierto valor sentimental a un libro que aprecia demasiado, por ese motivo verlo herido o en mal estado es devastador.
Lo arriba mencionado puede resultar trágico para un ávido lector, sin embargo, las verdaderas pesadillas son las que verás a continuación:
Nunca volver a ver un libro
Prestarle a alguien un libro es ofrecerle un vistazo de su alma. Es un acto de confianza y puede fortalecer vínculos. Lo triste es que muchas veces las personas se apoderan de ese objeto y nunca regresa. No duele el valor monetario ni la calidad del libro, es el valor sentimental.
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Hojas dobladas
Es una pesadilla. Muchos prefieren mantener sus libros ilesos de cualquier tipo de daño. Las hojas dobladas arruinan su estructura y hacen que el ejemplar se abra en lugares indeseados. Es peor cuando alguien más se las dobla pensando que es normal. No lo es. Aunque algunos lo hagan en caso de emergencia cuando no tienen separador, por lo general es mal visto.
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Líquidos
La peor pesadilla: que cualquier líquido caiga sobre un libro. Las hojas no pueden recuperarse, la tinta arruina la integridad del texto y las manchas lo hacen ilegible. Más de un amante de libros ha llorado cuando eso le sucede. Es aún más trágico cuando la edición es antigua o especial y no hay forma de encontrarla en otro lugar.
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El transporte público
Cargar un libro o tratar de leerlo en un transporte lleno de personas siempre puede terminar en tragedia. Entre tanta gente es inevitable que se doble, que las hojas se arruguen o que en un movimiento súbito se caiga. Sólo los expertos saben cómo protegerlos y cuándo es posible leer.
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Los malos finales
Este aspecto atormenta a más de un lector. Es horrible dedicarle días a una lectura y quedar decepcionado al final porque no cumplió con la expectativa. Lamentablemente este tipo de sucesos son mucho más recurrentes de lo que se quisiera.
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Impresiones incompletas
Leer un cuento o novela que no incluya una hoja es frustrante. Son decenas de palabras que pudieron ser clave para un momento del libro. Los lectores más obsesivos que se encuentran con este tipo de errores de imprenta no se detienen hasta encontrar otra edición que esté completa.
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Malas ediciones de textos extranjeros
Otro momento de frustración puede aparecer cuando las frases de un libro no tienen sentido o la oración parece sacada de una mediocre traducción. Por esa razón los amantes de los libros optan por comprar las ediciones más confiables, a pesar de que sean más caras. Es mejor estar seguro a arriesgarse a leer una mala presentación de un texto extranjero.
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Malas elecciones de impresión
Otro error de algunas editoriales es imprimir sus libros de una manera poco práctica que pone en riesgo la integridad del objeto. Los ejemplares que se abren por completo, causando que las hojas se desprendan o que el lomo se parta y se maltrate han sido motivo de más lágrimas que algunas de las novelas más tristes de la historia.
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Ediciones mediocres
Por problemas como los anteriores, los expertos prefieren elegir los textos de editoriales confiables, sin embargo, existen casos en los que algunos libros sólo están disponibles en aquellas que los producen de mala calidad. Hay que conformarse a pesar de que sean poco fehacientes.
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Malos manejos
Prestarlo a alguien y que no lo regrese es malo, pero que sí llegue de vuelta maltratado, es decepcionante. La confianza que se le dio a la persona se pierde si el ejemplar vuelve mojado, roto, arrugado y con hojas dobladas. Amistades se pierden por este tipo de acciones.
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Las portadas con el póster de la adaptación
Algunas portadas de los libros son perfectas. Algunas ediciones posteriores se esfuerzan en mejorar o igualar a la original. Por eso es triste tener que conformarse con el póster de la adaptación cinematográfica. Los amantes piensan en el texto como un elemento aparte que no debería relacionarse con las películas.
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Libros caros
Encontrar joyas de la literatura cuyo costo es enorme es otra de las tragedias que pueden pasarle a cualquier lector. Aunque muchos quisieran poder comprar todos los libros que se les aparecen, algunas veces hay que resignarse a dejar ir a los que superan el precio por cientos de pesos. Esos ejemplares legendarios que pocos poseen.
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Numeración
Que la numeración esté mal o que no aparezca en todas las hojas (o cada dos) es otro de los peores errores de impresión o edición que puede haber. Aunque algunos se conforman, la mayoría puede sentir frustración al no poder seguir una lectura o no recordar en qué parte se encontraba un pasaje clave.
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Mala tinta
Otra pesadilla de las malas impresiones es la tinta que se escurre y puede manchar el libro. Las palabras se hacen ilegibles, mancha las manos y hace horrenda la experiencia de leer.
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Finales súbitos
¿Quién no quisiera que su libro favorito durase para siempre? Es horrible sentir que sólo faltan unas cuantas hojas para que la historia termine y toda la fantasía tenga qué desaparecer. Es difícil decirle adiós a los personajes y aceptar que es el final.
Los amantes de los libros los cuidarán como si fueran seres humanos. Dentro de sus hojas contienen historias que cambian vidas y que llevan a la mente a otros panoramas. Los textos dan felicidad y es triste ver que su integridad puede ser puesta en riesgo por múltiples factores, desde la negligencia de las editoriales hasta la torpeza humana. Las cosas de esta lista nunca deberían de suceder, pero los bibliómanos pueden encontrarlas todos los días causándoles tantas lágrimas como una novela de Jane Austen.