Te esperaba impaciente, aquí, así,
despeinada y rota, perdiendo el control,
—sí, ya sé, está bajo la almohada—
volviéndome loca, ¿por qué la demora?
te has quedado ensartado en mi cabeza
todo el día, a toda hora…
esperando ansiosa tus dientes en mi espalda
tus labios en mis caderas,
tu cuerpo bailando sobre el mío.
Me tienes aquí impaciente, esperando,
extrañando como tonta,
me falta tu mente vibrante,
tu habilidad de pintarme el cielo y moverme el suelo,
tu conocimiento enciclopédico sobre el desastre que soy
como es que sabes que siempre sonrío antes de llorar
y que soy torpe y tropiezo siempre al andar.
Extraño tus silencios, esas pausas errantes,
tu pelea contigo decidiendo sí,
lastimarme u ocultar la verdad.
Me falta tu manía de esbozar líneas uniendo mis lunares
como constelaciones que sólo tú conoces
la guía perfecta entre tú y mis deseos.
Me tienes acá queriendo pronunciar tu nombre en voz alta
como si no fuera suficiente tu ausencia,
hablando sola, perdiendo la cordura,
sólo silencio, no hay respuesta,
ese silencio, tú sabes cual…
ese que duele más que una mañana sin café.
Siempre vuelves como un desastre natural,
y es que tu paraíso llega siempre sin avisar
de la nada y por si acaso,
por si te empiezo a olvidar,
y así como aterrizas en mi vida
así, sin decir algo, te vas…
Te odio, ¡carajo! Odio tu hábito de bajarme las estrellas
y abandonarlas junto a mí naufragando en el mar,
pero —sí, siempre está este absurdo pero—
te amo, ¡joder! Te amo diario al despertar,
amo cómo pones mis creencias y mis piernas a temblar.
Te extraño, tonto, apresura tu llegada
que este vaivén de mierda no puede continuar si tú no estás.
**
Cualquiera diría apenas al verte que no eras todo pero eras suficiente… y otras declaraciones de amor. La poesía siempre será la mejor manera de expresar nuestros sentimientos, ya que nos expone de manera sincera frente al otro.