Ella tenía magia en sus dedos.
Y su amor era de origami.
No sonreía muy a menudo,
pero a veces sus labios se curveaban modelando.
Tenía la mirada profunda y un poco agresiva.
Le gustaban los tulipanes y las canciones al ukelele.
Su cabello era como plumas de avestruz.
Y las palabras bailaban como notas musicales
al salir de sus labios.
Le gustaba el azul del cielo y del mar.
Yo prefería el marrón de sus ojos y de su pelo,
pero eso nunca le gustó.
Han pasado los meses,
ni siquiera se borra de mi memoria,
aún extraño esa magia
y ese amor de origami.