El relato que se presenta a continuación, escrito por Débora Sánchez, sigue una tradición bastante moderna. Léelo para desentrañar sus significados.
Relación especial
Fue bonito mientras me engañó, mientras me alzaba sobre los demás, pues, ya se sabe, el amor es inmortal mientras quema y éramos amantes fogosas. Yo me subía a sus alas y dejaba que lo inundase todo de calor, pero a veces tanto ardía en mis sueños que al final se quemaba todo.
Me costaba estar con ella, me suponía un esfuerzo, porque con ella no me bastaba y, al final, sólo hacíamos pequeños parones en los que nos metíamos en noches de sudor y sueño perdido, que no eran otra cosa que descansos de nuestra propia agonía, pero la festejaba tanto en cada una de sus formas…
Recuerdo días en los que había ríos inmensos de agua y, en esos momentos, me dejaba sola, aunque nunca se iba muy lejos; y días con tanta poesía que no podía parar de mirarla, tenía un brillo tan especial…
Un día me encontré con un espejo de papel y tinta y, sin previo aviso y de forma cruel, me despertó mostrándome la realidad. Me sentí traicionada y lloré, lloré hasta que convertí todo mi yermo desierto en un barrizal donde perder esa pluma maciza que no podía volar.
Sólo en ese momento comprendí quién era mi alter ego realmente y la aparté de mí, con más pena que rabia, porque me sentía tan recogida en sus brazos… En ese instante, de nuevo comencé a escribir, emborronar, tachar… y volví a empezar cada renglón. Y lo hice con el entusiasmo que te hace divertirte con lo que haces. Al fin pude de nuevo disfrutar de mi camino, anhelando mucho más allá del sueño.
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Las imágenes que acompañan el texto pertenecen a Júlia Badosa.
Puedes apreciar la serie completa acá.
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¿Hacia dónde van las cosas que no entendemos? ¿De verdad hace falta que las entendamos? Tal vez no importa el destino.