La poesía, como rama de la literatura, complementa los significados que quedan huecos en cuestión de emoción, es decir, da a la palabra el poder máximo de desahogar los deseos reprimidos y comenzar un viaje a través de los sentidos para aterrizar en ideas básicas y elementales como el sentir, problema que tenemos algunos seres humanos, para hacernos perceptibles al otro.
México se ha caracterizado por tener un número grande de escritores ejemplares en la literatura latinoamericana; autores que han desarrollado un estudio de los seres humanos y de sus emociones, quienes hacen una interpretación de cómo funcionan nuestros mecanismos para sentir; amar y dejar de hacerlo, vivir y prepararse para morir, son características intrínsecas en la poesía.
Hace 45 años, Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua, fue el encargado de estudiar tres poemas delegados por Antonio Rodríguez, jefe de difusión cultural del Instituto Politécnico Nacional y Andrés González Pagés, tallerista también del “poli”. Tiempo después y sin planeación previa, la selección de poemas subió premeditadamente para después ser impreso y publicado con el título de El amor, el sueño y la muerte en la poesía mexicana, temas que describen la cultura y emocionalidad humana.
A continuación te presentamos algunas citas poéticas de los autores que completan la nueva edición de este libro que ha vuelto a los escaparates de las librerías mexicanas.
Ali Chumacero
Mi amante
“Desnuda, mi funesta amante
de piel vencida y casta como deshabitada,
sacudes sobre el lecho voces
y ternuras contrarias a mis manos,
y un crepúsculo escucho entre tu cuerpo
cuando al caer en ti agonizo
en un nacer marchito, sin el duelo
comparable al temor de tu agonía”.
[…]
Jaime Sabines
¿Qué putas puedo?
¿Qué putas puedo hacer con mi rodilla,
con mi pierna tan larga y tan flaca,
con mis brazos, con mi lengua,
con mis flacos ojos?
¿Qué puedo hacer en este remolino
de imbéciles de buena voluntad?
¿Qué puedo con inteligentes podridos
y con dulces niñas que no quieren hombre sino poesía?
¿Qué puedo entre los poetas uniformados
por la academia o por el comunismo?
¿Qué, entre vendedores o políticos
o pastores de almas?
¿Qué putas puedo hacer, Tarumba,
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario,
ni rebelde?
¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino de mirar y mirar?
Sor Juana Inés de la Cruz
Quéjase de la suerte
¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.
Y no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.
José Gorostiza
Presencia y fuga
¡Agua, no huyas de la sed, detente!
Detente, oh claro insomnio, en la llanura
de este sueño sin párpados que apura
el idioma febril de la corriente.
No el tierno simulacro que te miente,
entre rumores, viva; no, madura,
ama la sed esa tensión de hondura
con que saltó tu flecha de la fuente.
Detén, agua, tu prisa, porque en tanto
te ciegue el ojo y te estrangule el canto,
dictar debieras a la muerte zonas;
que por tu propia muerte concebida,
sólo me das la piel endurecida
¡oh movimiento, sierpe! que abandonas.
Salvador Díaz Mirón
Deseos
[…]
Yo quisiera ser uno de los lazos
con que decoras tus radiantes sienes;
yo quisiera en el cielo de tus brazos
beber la gloria que en los labios tienes.
Yo quisiera ser agua y que en mis olas,
que en mis olas vinieras a bañarte,
para poder, como lo sueño a solas,
¡a un mismo tiempo por doquier besarte!
Yo quisiera ser lino y en tu lecho,
allá en la sombra, con ardor cubrirte,
temblar con los temblores de tu pecho
¡y morir de placer al comprimirte!
¡Oh, yo quisiera mucho más! ¡Quisiera
llevarte en mí como la nube al fuego,
mas no como la nube en su carrera
para estallar y separarse luego!
[…]
Octavio Paz
Tu nombre
Nace de mí, de mi sombra,
amanece por mi piel,
alba de luz somnolienta.
Paloma brava tu nombre,
tímida sobre mi hombro.
El libro que fue publicado hace 45 años por primera vez, vuelve a estar a la venta con nuevos poetas en su haber y con una perspectiva diferente por parte del autor sobre el amor, los sueños, la vida y la muerte.
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