¿Qué le dirías a esa sombra de incertidumbre, dolor y tristeza que te acompaña? ¿Qué dirías si pudieras enfrentar cara a cara a la ansiedad? Vivir con este trastorno no es sencillo, pero las letras pueden ser un pequeño escape que hace la carga más ligera, tal como lo demuestra en el siguiente texto Ana Paola de la Torre.
Al principio no me gustaba mencionarte ni pensarte, hoy he aprendido a manejarte y quererte. Por eso te doy las gracias, por llegar a mi vida no hace mucho tiempo, por hacerme sentir cosas que no cualquier persona sería capaz de manejar, y por dejarme ver detrás de cada máscara andante que se cruza en mi camino.
Gracias por paralizar mi cuerpo cada tanto y hacerme sentir más pequeña que una hormiga, por llevarme al hospital varias veces y dejarme probar los ansiolíticos; por ayudarme a ser más fuerte y a la vez más débil, por enseñarme que no tengo que hacerme responsable de cosas ajenas ni hacerme la fuerte todo el tiempo para todas las personas.
Gracias por estar a mi lado ya desde hace siete meses y no dejarme ni en mis sueños, por cada vez que tuve que ponerme oxígeno y por el miedo que me daba irme a dormir; gracias por cada pesadilla que me hace correr a la cama de mis papás en la noche y por acercarme más a ellos, ya los extrañaba.
Gracias por hacerme perder a mi mejor amigo, pero también por devolverlo; por darme valor para pedir ayuda y soltar toda la carga y rencor que tenía dentro de mí, por enseñarme a perdonar y dejar ir.
Gracias, porque sin ti no tendría mi decimoprimer tatuaje, ese que me recuerda que tengo que dejar de preocuparme y ser una guerrera. Gracias por acercarme a las personas que me rodean, por enseñarme a expresar lo que siento y ser más cariñosa, aunque muchas veces las personas piensen que eso es una debilidad.
Gracias por hacerme dependiente de las personas y por cada llamada que he tenido que hacer para que vayan a buscarme, sin ti seguramente seguiría sin aprenderme varios números telefónicos; porque por ti empecé a llorar otra vez, después de tragarme tanto coraje y dolor.
Gracias por darle un giro de 180 grados a mi vida, por hacerme cambiar de perspectiva y carácter, por quitar esa independencia que tuve desde pequeña con mis papás; por darme la necesidad de estar acompañada muchos días y por hacerme sentir insegura hasta en mi casa. De verdad, gracias por estar aquí conmigo, porque a pesar de que todo se derrumbó, tú seguiste ahí y me llevaste a un lugar totalmente desconocido para mí, me llevaste con mi yo pequeño e inseguro que hacía tanto no recordaba.
Gracias por mantenerme alerta y provocarme miedo al manejar, por hacer que mis manos se resbalen del volante de vez en cuando y hacer que cada motociclista me ponga nerviosa.
Gracias, porque por ti he aprendido a sentirme, a saber si es real o no lo que siento, gracias por hacerme consciente de mis pensamientos y mis actos.
Gracias por tantas veces que me diste el valor para salir corriendo y por darme taquicardia; por hacer que me bajara del avión y quitar mi orgullo para buscarlo.
Gracias por reencontrarme con el cariño de mis papás, de mi familia; lo extrañaba.
A ti, mi querida amiga ansiedad, te quiero, te valoro, te respeto y te aprecio, pero no sabes las ganas que tengo de que te vayas de mi vida. Eso sí te lo agradeceré por siempre.
**
La revista Psychological Science publicó cuatro pasos para ser feliz según la neurociencia, síguelos y comienza hoy mismo a aplicarlos en tu vida cotidiana. ¿Crees que requieres de la aceptación, una pareja perfecta, fama y fortuna para vivir plenamente? Piénsalo dos veces después de leer las cosas que no necesitas para ser feliz.