Existen libros cuya ambición por retratar la idiosincrasia más profunda de determinado país, etnia o grupo social, termina convirtiéndose en su principal obstáculo para lograrlo. Para entender algo hay que empaparse de los usos y costumbres y dejar de lado la pose falsamente intelectual para que el resultado se vuelva entrañable y de alto valor antropológico.
Armando Jiménez Farias (Piedras Negras, Coahuila, 10 de septiembre de 1917 – 2 de julio de 2010) logró lo anterior en su libro Picardía mexicana, en el que de manera elocuente y siempre manteniendo un tono desenfadado y casual, es capaz de llevar a través del folklor del mexicano.
Editado en septiembre de 1960, el texto se convirtió rápidamente en uno de los libros más vendidos de México. Armando Jiménez escribe el propósito de su libro: Contribuir a que quienes propugnan la superación cultural de nuestra patria tengan un conocimiento más amplio de México y el mexicano.
Algunos capítulos del libro son: “Letreros en camiones”, en el que se hace una breve revisión sobre la curiosa forma en que algunos conductores hacen uso del albur y el doble sentido en sus maquinarias; “Desahogos de conciencia”, un curioso tratado sobre un peculiar tema: las flatulencias; “Ademanes”, los distintos significados y modos de empleo de algunos ademanes, y la forma en que llegan a sustituir a las palabras gracias a su gran elocuencia; “Grafitos en los comunes”, el arte y la prosa más elemental pero ácida en uno de los lugares más comunes: el baño (“en este sitio tan ramplón, donde acude tanta gente, hace fuerza el más cobarde y se caga el más valiente). El diario Reforma lo considera como uno de los libros más importantes del pasado milenio.
Alí Chumacero escribiría en el prólogo que “el estudio a fondo de la picardía en todas sus formas – no siempre acordes con la educación y las buenas maneras – es de provecho no sólo para el lingüista, el filólogo o el gramático, sino para el escritor que ha de conocer, como nadie, las formas del habla de su pueblo”. Mientras que el antropólogo Felipe Montemayor haría lo propio diciendo que “el contenido de este libro representa una muestra significativa de expresiones usadas por gente de diversas regiones de nuestro país; expresiones que no tienen su origen en clases acomodadas, sino por el contrario, en las humildes, pero que son empleadas en todos los estratos sociales”.
Libro que a más de cincuenta años de haber sido publicado por primera vez sigue manteniendo un espíritu vigente, atemporal, y que, a la fecha, ha sido editado en más de 140 ocasiones.